Espalda de Bogo

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En el 2009 ocho alumnos de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya forman un grupo de teatro intitulado “el grupo de teatro de la Ruiz”. Posteriormente se forma un proyecto exterior a este grupo, denominado “Espalda de Bogo”, al cual se vban integrando algunos alumnos y ex-alumnos de la Ruiz así como de la UPC, Universidad de Lima y D’Gallia.

Sus experiencias, y lo que desean transmitir, son plasmadas  en el siguiente artículo.

Espalda de Bogo es un colectivo de gente con búsquedas y recorridos distintos. Estamos juntos porque nos sentimos capaces de comunicarnos en esta diversidad. No tenemos una búsqueda única, ni podemos definirnos con facilidad. Pero tenemos que presentarnos, así que valdrá la pena intentar encauzar estos ríos que van al mar.

Somos seres urbanos y limeños, y queremos enraizarnos en esta peculiaridad. Sentimos que nuestra ciudad, nuestro país y el arte no siempre se llevan bien. No porque no tengamos una producción extraordinaria, que la tenemos, sino porque su consumo puede ser un poco accidentado. ¿Cuántas películas peruanas se estrenan? ¿Cuántas novelas peruanas nuevas se venden? ¿Cuánto teatro creamos? ¿Cuánto público tiene el teatro hecho en casa, y cuánto aquel que parte de guiones importados?

Creemos que el arte es una conversación. Un espacio en que compartimos preguntas, ideas y, sobre todo, sensaciones. Sentimos que el arte es un espacio donde todo lo que somos encuentra un lugar, en una simbiosis de razonamiento, sentir, miedo, dudas, cuerpos, sexualidades, deseos, espiritualidades, culturas, vidas, patria, relaciones… todo, todito importa. El arte es comunión y encuentro, uno muy peculiar y muy hondo, que nos conmueve las tripas y que puede decir algo.

Quizás sea bueno hablar qué hemos hecho. Quizás un grupo esté completo en sus alcances más que en sus sueños.

Espalda de Bogo nació para montar Las Nubes, de Aristófanes de Atenas. Quisimos reconstruir un texto griego con 2432 años encima para plantear nuestras dudas, con un elenco (que varió infinitamente) de seis actores no-profesionales (algunos nunca habían hecho teatro); las composiciones de cuatro músicos (arregladas y reinventadas por seis músicos más) que incursionaban en escena; acompañados por un equipo de dirección, escenografía, luminotecnia y demás. Hicimos once funciones en seis distritos y seis teatros, y pudimos hablar de lo extraño que nos resultaba relacionarnos con nuestras racionalidades, nuestros cuerpos, nuestra ciudad y nuestros gobernantes. Entró de todo: desde la sexualidad hasta la espiritualidad, desde la intelectualidad hasta lo absurdo de nuestra urbe. Y siempre era increíble escuchar como el público empezaba riéndose hasta notar que las bromas cubrían una tragedia, en la que se veían mucho más de lo que hubieran querido.

Durante la temporada, además, incursionamos en el teatro de calle. Y compartimos la sala de elgalpon.espacio (Pueblo Libre) con el Parque de la Muralla (Cercado). Nos encaramábamos en zancos y nos cubríamos de máscaras para decir que la ciudad nos engulle y expectora a la vez. Tuvimos a los espectadores a la cara, que no esperaban ver a siete locos corriendo, cargando carteles y utilizando textos con los que pudieran identificarse. De las calles de la ciudad (así se llamó) nos permitió dialogar con gente con una cercanía insuperable. Porque pasar la gorra para poder comer, parado en tus zancos, agachándote para que niños felices puedan darte unas monedas, es una experiencia fuertísima.

Luego, proyectos internos: la Cena Bárbara, un experimento escénico, y nuestro primer taller en la UARM, para compartir lo aprendido con alumnos de la universidad. La Ruiz ha sido mucho como una casa: Espalda de Bogo no hubiera cuajado si no nos hubiéramos encontrado y nutrido por aquellos lares, y haber tenido apoyos increíbles allí.

Después: La Muerte Danza, en el Teatro Julieta. Acabó ayer. Esta vez, quisimos indagar en nuestros cuerpos y sus deseos. En la carne, plagada de pulsiones y dolores, y cómo esta convive y se acerca a la Muerte. Porque la Muerte danzaba, entraba a llevarse cuerpos muertos, a tentar cuerpos vivos, y a enfrentarnos al límite de nuestras búsquedas. Quisimos llegar al filo de la carne, donde se mezclan y se sabotean lo sublime y lo bello, lo espiritual y lo profano, el deseo y el dolor. La Muerte Danza quiso explorar la vida desde encarnación, y los hallazgos nos han fascinado infinitamente.

Hoy cumplimos dos años, tan aprendices como siempre, listos para irrumpir en el tercero. Queremos que nuestro espacio nos permita construir lazos entre la vida y el mundo, entre preguntas y hallazgos, entre la ciudad y sus gentes. Queremos danzar con la Muerte, con la Vida y con todo lo que aparezca en la ruta. Los invitamos a acompañarnos.

Publicado en diciembre 2011


Sebastián Eddowes

Miembro del Colectivo Espalda de Bogo.

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