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Edición Nº 24

10 años de la CVR
13 de septiembre, 2013

Mi admiración por el trabajo de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), liderada por el Dr. Salomón Lerner Febres y el equipo de comisionados, es firme. Su Informe es, hasta ahora, la más exacta presentación de la terrible tragedia que sufrió el Perú en los años del conflicto interno.

Al iniciar estas líneas recuerdo una conversación con José Coronel Aguirre, ayacuchano de cabeza a pies, hombre bueno, inteligente y comprometido con el país que sirvió a la CVR en Ayacucho durante esos dos años de la Comisión. La conversación tuvo lugar en Putis, en la puna de la Provincia de Huanta (Ayacucho). Yo estaba impactado por el trabajo de los forenses en la fosa común más grande encontrada hasta ese momento: 97 cadáveres, casi la mitad de los cuales eran niños pequeños[1]. Esta matanza de lesa humanidad fue cometida por el ejército, así como otras matanzas criminales fueron hechas por Sendero Luminoso. Decía a José en mi asombro, “Sabes Pepe, ante esta fosa, tengo la impresión que la cifra de casi 70 mil muertos de la CVR fuera conservadora”. Pepe me miró un momento y dijo: “Francisco, en el limitado tiempo que tuvimos en la CVR era imposible, a pesar del mucho trabajo que sí pudimos realizar, dar con un número exacto de muertos. Hubo sí una proyección sólidamente fundada. De todos modos, yo creo que puede haber 15 o 20 mil más. Hay lugares de matanzas, sin investigación todavía, que ni existen en el mapa oficial del país”.

El Informe al país de la CVR nunca pretendió ser la única y última palabra sobre la guerra interna. Asumir el Informe como una especie de “Palabra de Dios” no sólo es absolutamente falso, sino que tergiversa su intención. El Informe buscaba ofrecer al país un estudio sumamente serio para generar una discusión nacional de cómo hemos podido llegar a una hecatombe tan desastrosa e inhumana, y cómo hemos de caminar de aquí en adelante para que nunca más se repita. La CVR informa que por lo menos 75% de los muertos -y creo que esta cifra puede ir aumentando en el futuro- eran personas cuya lengua materna era quechua. Es decir, los que más sufrieron en carne propia los embates de la guerra pertenecían a ese gran sector marginado que nunca estuvo plenamente integrado y fue secularmente menospreciado.

Si lo que escribo anima al lector o a la lectora a entrar en la página web de la CVR para leer de nuevo la presentación a la nación del Informe del Dr. Lerner, este texto habrá cumplido su cometido.

 El Proceso de la Guerra

Es cierto que en los primeros años de la guerra, especialmente aquí en Ayacucho, un número significativo de campesinos se unieron a Sendero Luminoso, viendo en ellos la posibilidad de su emancipación, lo cual creó un conflicto interno en muchas comunidades campesinas. Sin embargo, cuando las intenciones de Sendero, su autoritarismo tan frecuentemente salvaje, y su profundo desconocimiento de la cultura y prácticas campesinas quedaron evidentes (a partir de 1985, y en otros lugares aún antes), se fueron creando (en alianza con el Ejército) los llamados Comités de Autodefensa. Son estos Comités, formados en toda la sierra, los que se constituyeron en el gran dique de contención ante el avance de Sendero. Cuando se dice y se repite que las Fuerzas Armadas son las que ganaron la guerra, sin reconocer el enorme papel del campesinado, se comete una barbaridad histórica de alto vuelo, cosa que no hizo la CVR, la cual sí reconoce el papel decisivo de los hombres y mujeres del campo. La decisión de Sendero de intentar poner en jaque a Lima y toda la costa del país durante los últimos años de la década de los 80’s fue porque había sido derrotado en la sierra. Su derrota se debe mayormente, en mi opinión, al heroísmo de tantos hombres y mujeres del campo, en Ayacucho y en otros departamentos de la sierra; el país les debe hasta hoy el reconocimiento del papel importantísimo que jugaron en la derrota de Abimael Guzmán y su huestes, un reconocimiento todavía lejos, lejísimos, de ser efectivamente realidad.

 La Recepción del Informe de la CVR

La recepción del Informe ha sido a lo sumo ambiguo, y hasta vergonzosamente decepcionante. Por una parte surgió el “Movimiento Para Que No Se Repita”, fiel durante estos 10 años a las propuestas del Informe y a la visión tan fundamental del mismo de abogar por la formación de una nación nueva, inclusiva, donde todo hombre y toda mujer en este país formen parte gozosamente de una verdadero “nosotros nacional”.

Los partidos que gobernaron el país durante esos terribles años han hecho todo lo posible para ningunear el Informe. Ellos, junto con las Fuerzas Armadas, los medios de comunicación que la derecha de siempre controla, con apoyo de voceros como Rafael Rey, han hecho lo posible para que el Informe se borre de la mente de todos los peruanos. Y es justo reconocer que su trabajo de ninguneo ha tenido mucho éxito. Hoy, en el país, uno de los principales puntos de la agenda es borrar la memoria y voltear la página, para seguir siendo el Perú de siempre, con sus Baguas, sus menosprecios seculares, sus repartijas y la aceptación de que “la plata viene sola”. Por lo menos Fujimori sigue en su prisión dorada, aunque no sabemos por cuánto tiempo.

 El Informe de la CVR y la historia del país

Hace algunas semanas recibí un e-mail de una amiga de larga data, profesora en la Universidad Católica de Lima, indicándome que estaría en Ayacucho para una gran reunión de historiadores en la cual tendría una ponencia. Me mandó la lista larga de ponentes y sus temas. Luego de haber repasado la lista respondí a su e-mail, ante todo felicitándola, y le pregunté por qué ninguno de los ponentes ha tomado el Informe de la CVR como un hito para investigar los procesos de la Colonia y la República, para entender mejor de dónde hemos venido y qué país hemos llegado a ser. Me imagino que mi pregunta giraba en torno a ese consabido Perú Oficial y Perú Profundo. Ciertamente el Perú Profundo se ha movido tremendamente en los últimos 60 años, pero la historia de marginación, con sus prejuicios raciales y culturales de millones de peruanos, continúa. El acceso a una salud y educación públicas de calidad, especialmente (aunque no solamente) en las zonas rurales, son inaccesibles para tanta gente nuestra. El derecho a una vida digna simplemente no existe para muchas personas en el país.

Por eso creo profundamente que el Informe de la CVR es mucho más que el relato de los últimos 20 años del siglo pasado. Es un relato, en efecto, de lo que somos como nación, desde la Colonia hasta hoy. Ha de servir como el marco de comprensión para cualquier investigación histórica seria.

Para terminar…

El Informe de la CVR hoy se encuentra marginado de la agenda nacional, pero sobrevivirá. Eso lo creo firmemente. Lo creo porque este país es y ha sido capaz de producir a Salomón Lerner, Gustavo Gutiérrez, Carlos Iván Degregori, Vargas Llosa, Pepe Coronel y Maricela Quispe; esta última, sin recursos mínimamente adecuados, se esforzó para sacar adelante la lista de víctimas de la guerra en Ayacucho para el Consejo Nacional de Reparaciones. Un país capaz de producir gente así es capaz de caminar por rumbos nuevos, hoy y en el futuro, a la luz del Informe de la CVR. En esperanza vivimos, y esa esperanza no podemos dejar morir.

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[1] Mayo del 2008. (N.E.)


P. Francisco Chamberlain, SJ

Casa Mateo Ricci (Ayacucho)

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