Cuando Jorge Mario Bergoglio fue elegido Papa en marzo de 2013, pocos imaginaron que uno de los ejes más fuertes de su pontificado sería la economía. No por falta de urgencia: la crisis financiera de 2008 aún dejaba cicatrices, la desigualdad se profundizaba, millones de personas quedaban al margen del desarrollo y el sistema económico global parecía tambalearse sin rumbo ético. No obstante, un Papa que hablara de finanzas globales, deuda externa o especulación con derivados no parecía lo más previsible.
Y, sin embargo, eso fue exactamente lo que ocurrió.
Pocos anticiparon que este Papa argentino, con su estilo sencillo y su mirada desde las periferias del sur global, transformaría el debate económico con una voz que resonó en plazas, parlamentos y corazones. “Esta economía mata”, proclamó en su exhortación apostólica Evangelii gaudium (EG, 2013), una frase que no solo capturó titulares, sino que marcó el inicio de un legado económico provocador, profundamente humano y arraigado en la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). A través de encíclicas, reformas y movimientos globales, Francisco desafió al mundo a construir una economía con alma, donde la vida —y no la utilidad— sea el centro.

"Su mensaje —ético antes que técnico— llamó a reorientar las finanzas hacia el bien común, cuestionando un sistema que “mata” al descartar a los más vulnerables."
Un grito profético: la economía que mata
Desde el inicio de su pontificado, Francisco no tuvo reparos en señalar las fallas de un sistema económico que prioriza el dinero por encima de las personas. En Evangelii gaudium, su primer gran documento, lanzó una crítica feroz al capitalismo financiero desregulado. Denunció la “economía de la exclusión y la inequidad”, la “idolatría del dinero” y la ilusión del “derrame” económico, que promete beneficios para todos, pero enriquece solo a unos pocos. Su diagnóstico fue claro y visceral: “No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa” (EG, n. 53). Una frase tan cruda como certera, que resonó en un mundo donde la especulación financiera parecía más urgente que la miseria humana.
Francisco no rechazó el mercado ni el comercio global, pero exigió que la economía se subordinara a la dignidad humana. Su mensaje —ético antes que técnico— llamó a reorientar las finanzas hacia el bien común, cuestionando un sistema que “mata” al descartar a los más vulnerables. Este tono profético, inspirado en su experiencia latinoamericana, marcó un giro en la Doctrina Social de la Iglesia, volviéndola más accesible, concreta y urgente para creyentes y no creyentes por igual.
Ecología y economía: una crisis compartida
El 2015, Francisco publicó Laudato si’ (LS), una encíclica que, aunque centrada en el medioambiente, redefinió el pensamiento económico al vincularlo con la crisis ecológica. Para el Papa, la explotación de la naturaleza y la exclusión de los pobres son síntomas de un mismo mal: un “paradigma tecnocrático” que convierte todo en mercancía. “La alianza entre la economía y la tecnología termina dejando afuera lo que no forme parte de sus intereses inmediatos” (LS, n. 109), escribió, denunciando cómo el consumismo y la lógica del crecimiento ilimitado agotan el planeta y perpetúan la desigualdad.
Francisco propuso una “ecología integral”, en la que la economía no sea un fin en sí misma, sino parte de un equilibrio que preserve la vida humana y natural. Lamentó que la crisis financiera de 2008 no hubiera servido para reformar el sistema: “era la ocasión para el desarrollo de una nueva economía más atenta a los principios éticos y para una nueva regulación de la actividad financiera especulativa y de la riqueza ficticia” (LS, n. 189). Este llamado a una economía sostenible inspiró movimientos globales por la justicia climática y consolidó a Francisco como una voz de liderazgo en la intersección entre economía y ecología.
"Para Francisco, la economía no es solo asunto de especialistas o tecnócratas, sino de comunidades que, desde abajo, redefinen el sentido del desarrollo."
Tierra, techo y trabajo: la dignidad como eje
Francisco no se quedó en la crítica. En sus encuentros con los movimientos populares, acuñó las “tres T” —tierra, techo y trabajo— como derechos fundamentales que toda economía debe garantizar. “¡El dinero debe servir y no gobernar!” (Diálogos para unas finanzas integralmente sostenibles, 2024), exclamó, elevando la voz de quienes, desde los márgenes, construyen alternativas de justicia. Llamó a estos movimientos “poetas sociales”, capaces de tejer solidaridad allí donde el mercado fracasa.
Esta visión comunitaria distingue a Francisco. Para él, la economía no es solo asunto de especialistas o tecnócratas, sino de comunidades que, desde abajo, redefinen el sentido del desarrollo. Las “tres T” no son un simple eslogan, sino un programa ético que desafía a los sistemas económicos a poner la dignidad humana por encima de la rentabilidad.
Fraternidad en acción: una nueva economía
En 2020, en plena pandemia, Francisco publicó Fratelli tutti (FT), una encíclica que llevó su pensamiento económico a un plano político y global. En ella, su crítica al sistema económico contemporáneo fue contundente: “el mercado solo no resuelve todo, aunque otra vez nos quieran hacer creer este dogma de fe neoliberal” (FT, n. 168). El Papa propuso una economía fraterna, en la que la propiedad privada se subordine al destino universal de los bienes —un principio clásico de la Doctrina Social de la Iglesia que Francisco revitalizó frente a la concentración de riqueza y la evasión fiscal—.
Fratelli tutti plantea la economía como una red de relaciones humanas, no como una máquina de crecimiento infinito. “Es pensar y actuar en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos” (FT, n. 116), escribió, abogando por políticas redistributivas y por un acceso universal a los derechos básicos. En un mundo fracturado por la pandemia, este mensaje resonó como un llamado urgente a la solidaridad global.
Finanzas con ética: un análisis técnico
En 2018, bajo el pontificado de Francisco, el Vaticano publicó Oeconomicae et pecuniariae quaestiones, un documento técnico que profundiza en su crítica al sistema financiero global. Sin llevar su firma directa, pero impregnado de su visión, el texto analiza cómo los instrumentos financieros derivados, los paraísos fiscales y la especulación desvinculan las finanzas de la economía real, generando crisis y pobreza. “En este contexto, palabras como ‘eficiencia’, ‘competencia’, ‘liderazgo’ y ‘mérito’ tienden a ocupar todo el espacio de nuestra cultura civil, asumiendo un significado que acaba empobreciendo la calidad de los intercambios, reducidos a meros coeficientes numéricos” (OPQ, n. 17).
El documento propone una ética financiera que priorice la justicia y la sostenibilidad, y exige regulaciones globales capaces de evitar los abusos. “El mercado necesita presupuestos éticos que por sí solo no puede producir” (OPQ, n. 9), subraya, en línea con la visión de Francisco de una economía al servicio de la vida.
Reformas en casa: el Vaticano como ejemplo
Francisco no solo predicó; actuó. En 2016, mediante la carta apostólica I beni temporali (IBT), reformó la gestión económica del Vaticano, promoviendo la transparencia y la responsabilidad para erradicar la corrupción. “Se regulan las competencias en materia económica y financiera de las entidades vaticanas, promoviendo la transparencia” (IBT, n. 1), establece el documento. De modo similar, en 2015, Francisco revisó el Fondo de Pensiones del Vaticano para garantizar su sostenibilidad. Estas reformas internas no fueron meros actos administrativos: son un testimonio de que la ética financiera debe comenzar en casa y proyectarse como modelo para el mundo.
La Economía de Francisco: un sueño vivo
Francisco no se quedó en la teoría: su legado trasciende los documentos. En 2020, el Papa lanzó la iniciativa Economía de Francisco, convocando en Asís a jóvenes economistas y emprendedores para imaginar una economía inspirada en San Francisco de Asís. “Una nueva economía, inspirada en Francisco de Asís, hoy puede y debe ser una economía amiga de la tierra, una economía de paz. Se trata de transformar una economía que mata en una economía de la vida, en todas sus dimensiones” (Mensaje al evento The Economy of Francesco, 24 de septiembre de 2022).

"En mensajes dirigidos a foros internacionales, el Papa ha pedido regulaciones financieras globales y la condonación de deudas injustas, siempre volviendo a su principio rector: la economía existe para el ser humano, no al revés."
Mirando al futuro: deuda, tecnología y justicia
En sus últimos años, Francisco ha abordado temas emergentes como la inteligencia artificial, las criptomonedas, las plataformas digitales y la deuda global. En mensajes dirigidos a foros internacionales —como Davos, el G20 o el Fondo Monetario Internacional—, el Papa ha pedido regulaciones financieras globales y la condonación de deudas injustas, siempre volviendo a su principio rector: la economía existe para el ser humano, no al revés. En Laudate Deum (LD, 2023), intensificó su llamado a una economía sostenible frente a la crisis climática, recordando que los más pobres son quienes más sufren sus efectos, aunque sean los menos responsables (LD, n. 9).
En continuidad con la tradición, pero con una nueva mirada
El pensamiento económico de Francisco se inscribe en la DSI, en continuidad con Benedicto XVI, quien en Caritas in veritate (2009) propuso una economía fundada en la caridad y la verdad. Sin embargo, Francisco cambia el enfoque: mientras Benedicto reflexionaba desde principios teológicos universales, él habló desde las periferias, con un tono profético y un énfasis en las heridas del mundo real.
Su aporte a la DSI fue profundo y transformador: integró la ecología como pilar económico, democratizó el discurso con un lenguaje cercano, y tradujo los principios en acciones concretas, desde reformas dentro del Vaticano hasta movimientos globales como La Economía de Francisco.
Francisco recordó al mundo que una economía sin fraternidad es peligrosa. Su legado no fue solo una crítica al sistema financiero, sino una invitación a soñar con una economía que no descarte a nadie, que cuide la tierra y que ponga al ser humano en el centro. En un tiempo marcado por algoritmos, deuda y desigualdad, su voz permanece como un faro ético y espiritual:
La economía debe dar vida, no muerte.
Primavera 2025

Director de Revista Intercambio. Estudios de economía y filosofía con postgrados en teología y administración y finanzas. Revisor de Obras y Comunidades de Jesuitas del Perú y párroco en la Parroquia de Quispicanchi en Urcos-Cusco.
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