Son muchos los proyectos económicos y productivos que han llegado a la Amazonía y a la región de la triple frontera (Brasil, Colombia y Perú), formulados y ejecutados por entidades gubernamentales y no gubernamentales, que han buscado con enfoques alternativos mejorar la calidad de vida de las poblaciones locales, luchando contra la desnutrición, malnutrición, pobreza, exclusión, marginalidad y el poco acceso a mercados, sea a través de la producción, la transformación o la comercialización.
Como es de imaginarse, se han invertido cuantiosos recursos (tanto locales, regionales, nacionales, como internacionales) con el fin de desarrollar estas iniciativas, sean ellas agrícolas, pecuarias, forestales o ambientales, con referencia a la realidad de las comunidades. Sin embargo, los resultados no son muy alentadores, ya que si consideramos lo que se ha invertido y la manera cómo se ha hecho, y el esfuerzo que ello ha implicado, todo esto no se refleja en el bienestar de las comunidades o en gran parte de ellas.
Desafortunadamente, la mayoría de los proyectos socio-económicos y productivos que se han planteado y ejecutado en la Amazonia y en la triple frontera, generalmente tienen un desenlace semejante. Nuestra hipótesis de partida ha sido, sin que se trate de dar u ofrecer recetas, que se emplea (aunque no necesariamente en todos los casos, pero sí en la gran mayoría) un “modelo” no apropiado al contexto y a la cultura local y, por otro lado, se crea una fuerte dependencia del actor externo y de los recursos que vienen de fuera. Pues si la institución, como en muchos casos sucede, retira su apoyo técnico y económico para la ejecución de los proyectos, las comunidades terminan por abandonar la mayoría de estas iniciativas y solo las vuelven a retomar si llega nuevamente la misma institución, u otra, a brindar apoyo logístico, técnico, económico y moral.
Consideramos que estos proyectos no siempre han tenido en cuenta las lógicas de vida, los ritmos de trabajo, las potencialidades y los alcances de las comunidades: aunque en este campo tendríamos que diferenciar claramente proyectos destinados a comunidades ribereñas o indígenas. Desafortunadamente, muchos de estos proyectos emprendidos han fracasado y, por lo mismo, junto con algunos teóricos y académicos más críticos que han hecho diversos análisis de estas realidades, tenemos que afirmar que tenemos un gran “cementerio de proyectos".
En la Amazonia no hay proyectos totalmente exitosos, ni totalmente fracasados. Así como para algunos “beneficiarios” un proyecto cualquiera es un éxito por los impactos positivos que han generado durante y después de la intervención de la institución, para otros puede ser un fracaso, en el sentido que han terminado abandonadas las actividades promovidas o las infraestructuras, así como también se ha perdido la confianza por parte de los “beneficiarios” hacia este tipo de proyectos y hacia las instituciones que los promueven.
Consideramos que antes de embarcarnos a promover proyectos socio-económico productivos, teniendo en cuenta el contexto complejo y particular de la Amazonía, es necesario pensar, discernir, conocer otras experiencias, aprender de los éxitos o fracasos de otros.
Son diversos los factores que inciden en el éxito o fracaso de proyectos socio-económico productivos. Estos van desde la identificación de necesidades, las formas de acercamiento y relacionamiento con la población, la concepción de desarrollo, el desarrollo de capacidades, los modelos y metodologías de enseñanza empleados, la promoción de prácticas productivas o tecnologías, la organización social y la gobernanza, la naturaleza del contexto amazónico, entre otros.
Los enfoques y metodologías de intervención de las experiencias se articulan en función de la concepción económica del desarrollo, permeada en muchas de las propuestas productivas promovidas, en donde a través de la generación de ingresos económicos buscan mejorar la calidad de vida de las familias. Sin embargo, estas formas de acercamiento a la población (generalmente verticales) limitan la comprensión multidimensional del territorio e instan a nuevas formas de relacionamiento sociedad-naturaleza, nuevos retos para dar valor agregado a la producción, alcanzar mercados, y nuevos ritmos de trabajo, lo cual marca una barrera distante de la cultura local, de las características del contexto geográfico amazónico, de las difíciles condiciones para acceder a los mercados y de las limitadas capacidades de la gente; aspectos que condicionan el alcance del propósito económico de este tipo de proyectos.
La Amazonia es un territorio pluricultural, con sistemas milenarios de producción empoderados en el saber-hacer de sus habitantes, permitiéndoles co-evolucionar con su entorno. Los proyectos socio-económico productivos, en su mayoría, no valoran o no tienen en cuenta este acervo cultural-tradicional, expresado en conocimientos y tecnologías propias; además, dentro de las estrategias de intervención, poco se ha tenido en cuenta el manejo de los ritmos y tiempos que las personas (dentro de su característica pluri-activa) destinan a las actividades productivas, generando sobrecargas laborales. Lo anterior ha llevado a que se generen rupturas de las dinámicas tradicionales de las comunidades, y tensiones con las prácticas productivas promovidas, lo que dificulta el empoderamiento de nuevas formas de producción para los “beneficiarios”, con consecuencias como el abandono de las actividades productivas promovidas y la pérdida de confianza hacia este tipo de procesos.
La lectura del territorio desde la perspectiva de los estándares de vida del mundo moderno, plantean nuevos retos “urgentes” por alcanzar. La realidad social y económica de la Amazonía, vista desde el “paradigma” de modernidad, ha impulsado el avance de nuevas propuestas socio-económico productivas con actitud “redentora”. En ese sentido, las propuestas que se han impulsado suponen un conflicto economía-cultura, dado sus características, como la especialización productiva, además del contagiado deseo por parte de los pobladores hacia el mundo moderno, que ha llevado a la pérdida de prácticas tradicionales (como las mingas comunitarias), transformación de las creencias espirituales, la fragilidad de la organización social, pérdida del sentido de pertenencia por lo propio y lo comunitario; que en otras palabras, han resquebrajado la identidad cultural en sus diferentes manifestaciones.
Las características geográficas del ecosistema amazónico son muy complejas, pues dificultan la movilidad de las personas, encarece los costos de transportes de las personas y los productos para mercados locales o extra-regionales, dificulta el suministro de insumos-tecnologías externas. Algunos proyectos no tienen en cuenta esta realidad, y sus propuestas o modelos de producción no son adaptados a las capacidades del territorio.
La mayoría de proyectos desarrollados en la región se basan en concepciones economicistas del desarrollo; sin embargo, también se han promovido otras experiencias que, más allá de justificar su intervención, han priorizado otros aspectos como la restauración ecológica, la conservación de ecosistemas acuáticos y terrestres, la soberanía alimentaria, además de fortalecer la gobernanza, la identidad indígena, la autonomía, los valores sociales y comunitarios, entre otros. Estas experiencias aportan en la construcción de nuevos paradigmas de bienestar, Buen Vivir y desarrollo, en la medida en que dialoga con elementos culturales, ambientales e inclusive políticos, en perspectiva de la sustentabilidad territorial.
Las instituciones que desarrollan e impulsan proyectos socio-económico productivos necesariamente son agentes generadores de cambios, y esos cambios inciden sobre la manera en que las personas continúan relacionándose con su entorno. En ese sentido, el trabajo que hemos realizado nos permite aproximarnos a algunos de los cambios generados por estos proyectos; sin embargo, consideramos que aún hay mucho por construir y comprender y, por lo mismo, es necesario continuar planteándose algunos interrogantes: ¿qué tipo de cambios son los que se están generando?, ¿de qué manera estos cambios fortalecen o debilitan los elementos culturales, ambientales, organizativos?, ¿son estos cambios la mejor opción para alcanzar los objetivos personales, familiares, y/o comunitarios, de acuerdo a sus lógicas de vida?
Consideramos que antes de embarcarnos a promover proyectos socio-económico productivos, teniendo en cuenta el contexto complejo y particular de la Amazonía, es necesario pensar, discernir, conocer otras experiencias, aprender de los éxitos o fracasos de otros y, en la medida de los posible, desarrollar la capacidad de reinventar nuestras propuestas de acuerdo a esa compleja realidad que se proyecta intervenir. Queda un abanico de desafíos para estos agentes generadores de cambios, en búsqueda de salidas que sean verdaderamente alternativas y sostenibles. Es por ello que se plantean algunas recomendaciones, que no pretenden ser una guía para desarrollar proyectos socio-económico productivos. Lo que buscamos es aportar algunos elementos generales que consideramos se deberían tener en cuenta al momento de formular, desarrollar, e inclusive financiar propuestas económico productivas.
Un actor importante con el que se debe dialogar necesariamente es con las organizaciones sociales, teniendo en cuenta especialmente su hoja de ruta para alcanzar sus objetivos comunes; y en particular los de las comunidades indígenas, intentando articular prácticas, tecnologías, enfoques de las intervenciones o acompañamiento a lo que ya está estipulado en dichos planes comunitarios.
Consideramos que cualquier institución, antes de proponer cualquier proyecto, debería hacer un esfuerzo muy grande por la comprensión de las lógicas y dinámicas de las comunidades y del territorio. Esta comprensión debe permitir conocer:
Para este punto de partida el cual busca comprender estas realidades complejas, proponemos como algo fundamental el diálogo horizontal y la inserción del equipo institucional en el mundo amazónico[1]. Ambos caminos son complementarios: el diálogo, que debe ser horizontal, significa tener la capacidad para aprender del otro, especialmente, tener la capacidad para deliberar y tomar decisiones juntos; es superar la idea de la participación por formalismo y propiciar espacios para una participación activa, que reconozca a los “beneficiarios” como sujetos políticos con deberes, pero también con derechos para decidir sobre su vida.
Un actor importante con el que se debe dialogar necesariamente es con las organizaciones sociales, teniendo en cuenta especialmente su hoja de ruta para alcanzar sus objetivos comunes; y en particular los de las comunidades indígenas, intentando articular prácticas, tecnologías, enfoques de las intervenciones o acompañamiento a lo que ya está estipulado en dichos planes comunitarios, con el fin de no fragmentar ni deteriorar las relaciones al interior de las comunidades.
El diálogo no se debe limitar a la institución con los “beneficiarios”, ya que la dinámica de las comunidades es compleja y el tener en cuenta el territorio implica la presencia de otros actores. Es necesario un enfoque de multiactores y multidimensional: instituciones públicas (entes territoriales, universidades, centros de investigación, instituciones educativas), organizaciones privadas, organizaciones sociales, instituciones de Iglesia. Algunas experiencias han demostrado que la creación de plataformas activas de interacción permanente ha sido un mecanismo efectivo para este objetivo.
Comprender la dinámica del territorio requiere ir más allá del diálogo, por lo mismo, es necesario interactuar con las realidades presentes, participar en lo posible en la vida cotidiana de las personas, compartir sus espacios, participar en procesos locales, acompañar las prácticas productivas y los medios de los que se sustentan. El proceso de comprensión del territorio, entre otros elementos, nos permitiría entender que la Amazonia es un territorio pluricultural y diverso. Por lo tanto, es necesario que, en las agendas de las instituciones, se implemente el enfoque de la interculturalidad, orientado a replantear las estrategias de intervención con los grupos sociales tradicionalmente excluidos.
De otro lado, se requiere un abordaje integral que rompa la fragmentación, ya que la realidad del territorio y la vida de las personas son sistémicas e integrales, respectivamente. Lo económico-productivo, aunque es importante, no es lo único. Personas y comunidades dentro de sus lógicas también tienen otros referentes (culturales, ambientales, organizativos, espirituales, relaciones familiares y de amistad) que les permite tener bienestar y que generalmente son olvidados por los proyectos. Lo económico-productivo depende de una multiplicidad de factores del territorio que están constantemente relacionándose y, en la medida en que estos se abarquen, se puede lograr el objetivo propuesto por estos proyectos. En ese sentido, lo ideal es que estas propuestas se apoyen de diferentes enfoques e incorporen principios con enfoque interdisciplinar.
Los modelos de producción promovidos a través de los proyectos se deben construir a partir del rescate y la valoración de los conocimientos tradicionales, esto no significa que las personas no tengan derecho de adquirir nuevos conocimientos, significa valorar lo que ya existe, lo que se posee y tiene, construyendo un diálogo horizontal entre el saber-hacer de la gente y las tecnologías promovidas a través de los proyectos. Dichos modelos deben tomar como principios la diversidad cultivada, el uso y aprovechamiento de recursos locales, el rescate de semillas, el fortalecimiento de la identidad, articulados a procesos de desarrollo rural territorial.
Lo alternativo en lo económico no debe limitarse a lo productivo, pues también hay una preocupación por propuestas de comercialización o búsqueda de alternativas para fortalecer los mercados locales y regionales o entrar al mercado globalizado y aquí hay un gran reto en fortalecer la relación entre lo rural y lo urbano bajo los principios del comercio justo, teniendo en cuenta nuevos patrones culturales de consumo de alimentos.
Otro aspecto fundamental en estos procesos es el fortalecimiento y desarrollo de capacidades múltiples, capacidades psicológicas; político-sociales; de sentido e identidad[2], que debería realizarse con dos objetivos; por un lado, el de desarrollar la capacidad en las personas para resistir ante los cambios sociales, económicos, políticos, culturales y ambientales que impone el sistema neoliberal o la modernidad que permea y marginaliza y está erosionando la identidad cultural y las tradiciones; y, por otro, el de desarrollar capacidades que brinden a las comunidades herramientas, que les permitan autogestionar este tipo de procesos y, en cierta medida, sirvan de aporte para garantizar su sostenibilidad.
Generalmente los proyectos se direccionan y se relacionan directamente con uno de los miembros de la familia; sin embargo, las experiencias que han tenido mayores resultados, y más duraderos, son aquellas que involucran a la familia en su conjunto, reconociendo y valorando a sus distintos miembros y el rol de cada uno de ellos en las actividades cotidianas, en especial teniendo en cuenta el papel de las mujeres. Entrar a la familia, reconocer su dinámica interna, es entender que lo económico-productivo y la familia son unidades indivisibles. Por lo tanto, es importante que en el marco de las propuestas se realice en lo posible, un acompañamiento psicosocial que permita fortalecer lazos rotos, crear confianza, afirmar valores, defender derechos y reconocer deberes. Dichos procesos pasan por el reconocimiento de roles y que las decisiones que se tomen sean producto del diálogo y la interacción de sus miembros.
Finalmente, no podemos olvidar el papel de las agencias de cooperación, pues en gran parte, el desarrollo de muchas de estas propuestas depende de la capacidad de financiación que estas dispongan, pero además de sus políticas de financiación. Por lo tanto, consideramos que estas instituciones también tienen un gran reto al momento de elegir el tipo de iniciativas o propuestas a financiar. Y aunque de nuestra parte reconocemos nuestras limitaciones en el proceso de sistematización, no pretende tampoco ser unas guías para la ejecución y financiación de propuestas económicas productivas. En ese sentido, esperamos, que las reflexiones que han surgido durante la sistematización puedan ser escuchadas y desde luego, consideradas al momento de formular, financiar y desarrollar este tipo de propuestas.
* Sistematización de algunos proyectos socio-económicos productivos en la Triple Frontera Amazónica (Perú, Colombia y Brasil)
------------------------------------
[1] RODRÍGUEZ, R. & HESSE, M. (2000). Al andar se hace camino. Guía metodológica para desencadenar procesos autogestionarios alrededor de experiencias agroecológicas. Bogotá, Colombia: Kimpres. ROSSET, P. & MARTÍNEZ, M. (septiembre 2013). Rural Social Movements and Diálogo de Saberes: Territories, Food Sovereignty, and Agroecology. Food Sovereignty: A Critical Dialogue. International Conference Yale University. The Journal of Peasant Studies. TOLEDO, V. & BARRERA, N. (2008). La memoria biocultural. La importancia ecológica de las sabidurías tradicionales. Barcelona, España: Icaria. URIBE, G. (2010). Un proceso de fé y vida. Sistematización de la experiencia de trabajo del equipo de pastoral en la vicaría del sur, Caquetá (2003 - 2008). Vicaría del Sur: Morelia, Caquetá. VISUR (2016). Finca Amazónica. Una experiencia de vida en el sur de Caquetá, Colombia. Sistematización colectiva. Vicaría del Sur: Morelia, Colombia. ZUTTER, P. (2004). Diez claves de éxito para el desarrollo rural. Basado en las experiencias de los proyectos Feas, Marenass, Corredor y Sierra sur. Lima, Perú: Editorial Horizonte. FUCAI (2017). Comunidades indígenas de abundancia. Bogotá, Colombia: Kimpres.
[2] RODRÍGUEZ, R. & HESSE, M. (2000). Al andar se hace camino. Guía metodológica para desencadenar procesos autogestionarios alrededor de experiencias agroecológicas. Bogotá, Colombia: Kimpres.
COMPARTE. (2015). El desarrollo de capacidades como estrategia de cambio. Una experiencia colectiva de búsqueda de alternativas. ALBOAN.
Otoño 2020
Alfredo Ferro, SJ
Coordinador del Servicio Jesuita Panamazónico (SJPAM) de la Conferencia de Provinciales Jesuitas de América Latina (CPAL).
Luis Polo Perdomo
Ingeniero Agroecológico.