Recuerdo los tiempos de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR). Un tiempo muy agitado para los que trabajábamos temas de derechos humanos (DDHH), con agendas muy recargadas para apoyar y también llamar la atención a la CVR cuando empezaba a ceder ante las presiones de grupos comprometidos con crímenes del Conflicto Armado Interno (1980-2000). En fin, demasiadas actividades para 2 años y 8 meses en la misión de investigar los hechos de la violencia de 20 años de conflicto.
En este conjunto de actividades y movidas me llamaba la atención, con cierto interés, las producciones audiovisuales, desde producciones locales, nacionales y extranjeras; teniendo presente que en aquel tiempo la difusión de estas producciones era ciertamente limitada (el internet de aquellos tiempos no era como el de hoy). Pero, para la mayoría de personas, lo que más les interesaba era la influencia de un producto en la televisión (ya que este medio era reacio a lo que la CVR empezaba a mostrar). Sin embargo, a mí me interesaba el contenido de estas producciones donde la gran mayoría mostraban un contenido repetitivo: la revictimización, la estigmatización a la víctima y el llanto televisado, que era lo que intentaban vender. Con estas formas de producción, los medios intentaban buscar la sensibilidad de la sociedad. Observaba estas producciones con una conclusión básica: “les falta algo más”. En ese entonces había terminado de estudiar arte y mis juicios audiovisuales aún eran limitados.
Esta fue una de las motivaciones por la que empecé a trabajar contenidos audiovisuales en mi arte. De esta manera comencé mi aventura audiovisual. Por ello produje muchos cortos, en los primeros momentos decepcionantes (para mí), normal para alguien que solo sabía de artes plásticas y no de arte cinematográfico. Pero fui insistente, mi trabajo (y el de otros) como activista de DDHH fue aceptado como “voluntades gratuitas”…
Con el tiempo vi que las producciones audiovisuales, como buen producto, como dice Sofía Macher, son “como leerse diez libros completos”. Y en una coyuntura donde muy pocos leen, esta conclusión es fundamental. Por ello, antes del último producto, pensaba en una película que pudiera mostrar que había otras formas de generar sensibilidad sin tener que “prostituir la imagen de la víctima”, incapaz de sobreponerse a lo que padecieron como consecuencia directa del conflicto.
De esta manera, luego de un largo proceso de experimentación, realicé mi primer largometraje: “Caminantes de la Memoria” (2014). Es una película del género documental que retrata la coyuntura del postconflicto. En ella intervienen las víctimas, victimarios y familiares de los victimarios. La película, desde su estreno ha tenido una buena acogida, ha sido seleccionada en tres festivales internacionales y, en todos los lugares que se presenta, continúa impactando. Recuerdo que en Alemania, en una presentación, una señora de 60 a 75 años, dijo que con la película se sentía identificada. Alemania y Perú, casi dos polos diferentes, mediante esta película habían generado una conexión. La señora se había sentido muy identificada con la historia de José Carlos Agüero; manifestó que sentía la misma vergüenza que José Carlos, de padres senderistas. Textualmente menciono: “siento la vergüenza del chico [José Carlos], porque también mis padres fueron nazis”.
Aterrizando en el ámbito local, la película presenta a un ex militar: Collins Collantes, quien fue el único militar que pidió perdón por haber iniciado el secuestro de 4 personas de la localidad de Chuschi (1991), los cuales fueron, posteriormente, asesinados. Aparte de Collins, las instituciones castrenses del país y demás militares continúan justificando los crímenes del conflicto. Pero el pedido de perdón no solo sirve para las víctimas, quienes sufrieron a causa de los hechos punibles. Las víctimas, luego del pedido de Collins, también perdonaron a su perpetrador. Por otra parte, los que acompañan a las víctimas, las abogadas, se sintieron aliviadas con la manifestación del perdón. La película en sí, también alivia al perpetrador. Uno de ellos me manifestó que la película le ayudaba porque mostraba la verdad de los hechos.
Producir esta película como hijo de un desaparecido no fue fácil pero sí necesario. He observado mucho el tema de memoria en el ámbito académico y en el ámbito audiovisual pero, hasta la actualidad, no me siento conforme con lo que está escrito y representado en el cine y los documentales. Por esa razón desarrollo un activismo audiovisual con la finalidad de aproximarme éticamente al conflicto, no victimizando a la víctima (generando un innecesario espectáculo del dolor, tampoco escondiendo sus fortalezas), ni estigmatizando al victimario, sino tratándolo de ver como humano (imperfecto como todo el mundo). Así, me di cuenta de que el trabajo que desarrollo nos aproxima más a la reconciliación y fortalece la salud mental de todos los involucrados en el conflicto, sobretodo en un tiempo como el actual, muy susceptible a trabajos de temas de memoria, y ante Gobiernos y sociedades desmemoriados e indolentes.
Aunque este trabajo no es para volverse millonario (por el contrario, con escaso financiamiento), solo espero que la suerte me siga acompañando para continuar. Muchos peruanos y peruanas, preponderantemente, buscan entretenimiento en los medios, una muestra de ello es la película “A su mare”. Un película, como la llamaron, “desmemoriante” y con escaso contenido de reflexión. Sin embargo, esta búsqueda de entretenimiento podría abrirnos la ventana para entrar con el mensaje de sensibilización. Pero tal mensaje (documental, cine) debe tener un rigor profesional/artístico para no ser excluido y, finalmente, ser absorbido y consumido como producto.
Heeder Soto
Antropólogo, artista visual, investigador y activista de derechos humanos. Ha dirigido y producido el documental "Caminantes de la memoria", el cual presenta los escenarios de la post violencia en el Perú y los testimonios de víctimas y perpetradores. En un escenario aún hostil, ellos empiezan a confrontar sus responsabilidades y memorias dolorosas del conflicto armado interno.