Hacia una política al servicio del bien común: La post-pandemia como oportunidad para la rehabilitación de la política

Nunca la política estuvo tan desprestigiada y, a la vez, nunca como ahora resulta tan necesaria. Si la gestión de la pandemia fue una oportunidad desperdiciada por la política, la postpandemia representa una nueva posibilidad para su rehabilitación en un contexto de enorme fragilidad de la vida humana en el Perú y en el mundo de hoy.

I. La postpandemia desde la perspectiva de la política:

El principal problema de la política es su creciente desconexión con la vida y las aspiraciones de las personas. Esta desconexión está en la base del crecimiento de diferentes manifestaciones de la antipolítica.

 La desconexión de la política

 Entre las diferentes maneras de medir la desconexión de la política, esta vez queremos destacar el Índice “El sistema está roto”, elaborado por Ipsos desde el 2016 a fin de comprender la prevalencia de la desafección social y política a nivel global.

A fines de julio de 2021 se publicó los resultados de la encuesta realizada a más de 19,000 personas en 25 países, incluyendo el Perú. “La encuesta encuentra las percepciones de un sistema político y económico quebrado que prevalece en la mayoría de los países”[1].

En promedio, el 56% está de acuerdo en que la sociedad de su país está rota y el 57% está de acuerdo en que su país está en declive. El índice está basado en el nivel de acuerdo con afirmaciones como “a los políticos no les importa la gente” y “los expertos no comprenden la vida de personas ‘como yo’”.

Los cuatro países con los niveles más altos de desconexión se encuentran todos en América Latina: Colombia, Perú, Brasil y Chile.

Entre los resultados destaca también que, en promedio en los 25 países, la “élite” es percibida en todo el mundo como un grupo que toma decisiones en función de sus intereses e ignora las necesidades de los demás.

Los riesgos de la antipolítica

 En las circunstancias actuales, la política no está ofreciendo una narrativa que de sentido a la enorme fragilidad de la vida postpandemia.

En un escenario marcado por los temores y la incertidumbre, los discursos políticos no le dicen nada a la gente. Las palabras se han vaciado de contenido y no guardan relación con un contexto social extremadamente complejo al que, en la práctica, se ha renunciado a comprender.

Ante los ojos y oídos de las personas, nadie parece estar a la altura de los problemas reales. En este clima crece el discurso antipolítico.

Y esto no ocurre sólo en el Perú. En Argentina, por ejemplo, el estudio cualitativo realizado por tres investigadores de la Universidad Nacional de San Martín[2] encuentra que la antipolítica se orienta a demarcar “zonas de culpabilidad y le señala objetivos a la indignación moral: los culpables de la crisis son los políticos, todos los políticos. Se trata de un relato simple, que –como los conspiranoicos– reduce la complejidad y otorga un sentido en el medio del caos”.

Una política sin virtudes cívicas

La pandemia de la covid-19 no fue solo una crisis de salud pública. Fue también una crisis global y cívica de enorme impacto en la política.

En el caso peruano, en medio de la pandemia y hasta ahora, la ciudadanía ha contemplado el mal uso del poder, la corrupción, la falta de respeto a las leyes y la ineficiencia.

En la política peruana de hoy campean y predominan los intereses particulares, lo que hace más difícil resolver los problemas comunes. Como resultado de ello, los peruanos carecemos de un sentido del bien común.

II. La rehabilitación de la política, el bien común y la gobernanza

 Tenemos un problema con nuestra comprensión y gestión de la política. Son muchas las voces que sostienen lo ilusorio que resulta proyectar un camino de salida a la crisis de la política sin una renovación de nuestras maneras de pensar y actuar.

Dicho de otro modo, para mejorar nuestro entendimiento de la crisis y sus salidas, no podemos quedarnos sólo en la coyuntura, debemos también mirar la historia y las estructuras. Nuestra atención no debería centrarse sólo en los actores tradicionales y las instituciones estatales sino también los comportamientos y prácticas de los grupos y personas de la sociedad.

La rehabilitación de la política

Aquí seguimos la perspectiva propuesta por el Papa Francisco en las encíclicas Fratelli Tutti y Laudato Si.  “Para hacer posible el desarrollo de una comunidad mundial… hace falta la mejor política puesta al servicio del verdadero bien común” (FT, 154). Mientras que en la segunda afirma que “la política no debe someterse a la economía y esta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia”. (LS, 189).

Pensada desde las organizaciones de la sociedad, la rehabilitación de la política debe ser asumida teniendo como referencia la extrema fragilidad humana de la gran mayoría de las peruanas y peruanos.

Tenemos que encontrar la forma de encarar las causas de los malestares contemporáneos: la creciente desigualdad social, la precarización del trabajo, las jerarquías culturales excluyentes, las consecuencias del cambio climático y una globalización económica que carece por completo de una gobernanza democrática.

Desde esta perspectiva, pensando en caminos y propuestos innovadoras, pero teniendo también que no hay una sola salida posible, existen dos ámbitos de acción que conviene explorar para la rehabilitación de la política. La construcción de un sentido del bien común y la forja de diferentes modalidades de gobernanza.

La construcción de un sentido del bien común

Michael Sandel[3] sostiene que hay dos maneras diferentes de concebir el bien común: la consumista y la cívica. En la primera, el bien común se define como la suma de las preferencias e intereses de consumo todas y de todos. “Según esta versión logramos el bien común cuando maximizamos el bienestar del consumidor, lo que por regla general significa maximizar el crecimiento económico”.

Para la concepción cívica el bien común “no puede conseguirse tan sólo mediante la actividad económica. Es algo a lo que sólo podemos llegar deliberando con nuestros conciudadanos sobre los propósitos y fines de nuestra comunidad política… requiere que ciudadanos con diferentes modos de vida y orígenes se encuentren en espacios comunes y en lugares públicos”.

Bajo este enfoque, el desafío al que nos enfrentamos consiste en descubrir fuentes de solidaridad en una época en la que la mayor parte de las sociedades democráticas están profundamente divididas.

La forja de diferentes modalidades de gobernanza

El mundo actual exige un cambio radical en los sistemas de gobierno. Daniel Innerarity[4] sostiene que “cada época histórica tiene su propia forma de gobierno”.

En cuanto al concepto de gobernanza, Innerarity afirma que “entendido en un sentido amplio, alude a un cambio profundo en la acción social y las formas de gobierno de las sociedades contemporáneas, que deben resituarse en medio de un ámbito, no exento de tensiones, configurado por el Estado, el mercado y la sociedad y en un contexto marcado por la globalización y la interdependencia”.

Como consecuencia de ello, “la gobernanza expresa una transformación de la estatalidad en las democracias, que se ve obligada a transitar desde formas jerárquicas y soberanas hacia formas más cooperativas”

Ante la pregunta sobre cómo se gobernaría entonces, Innerarity responde: “Habría que gobernar las sociedades como se cuida la vida: capacitar, empoderar, facilitar. Gobernar a través y no sobre o contra implica una relación más horizontal entre quien gobierna y quien es gobernado. Gobernar no es algo que se ejerce sobre o contra, sino a través de la complejidad”.

En nuestro contexto actual, es necesario poder generar diálogos por el bien común con diversos grupos de la sociedad civil.

III. Diálogos por el Bien Común y Gobernanza Colaborativa Local

La iniciativa Resucita Perú Ahora, que agrupa a organizaciones de la sociedad en diferentes territorios del país, se ha propuesto impulsar los diálogos por el bien común y la gobernanza colaborativa local.

Los diálogos tratan de poner en práctica aquello planteado por el Papa Francisco: “Acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, tratar de comprenderse, buscar puntos de contacto, todo eso se resume en el verbo dialogar. Para encontrarnos y ayudarnos mutuamente necesitamos dialogar”. (FT, 198).

En cuanto la temática y agenda de los diálogos, estos se han de organizar en torno a las cuatro emergencias que se vive en el país en el contexto de la postpandemia: sanitaria, alimentaria, educativa y climática.

Las experiencias de Gobernanza Colaborativa Local se impulsan de acuerdo a la convicción de que hay que mirar lo global y, simultáneamente, hay que asumir con cordialidad lo local. “La buena política busca caminos de construcción de comunidades en los distintos niveles de la vida social”. (FT, 182).

El mismo Papa Francisco sostiene que “hace falta pensar en la participación social, política y económica de tal manera que incluya realmente a las organizaciones sociales y los movimientos populares y anime la estructura de los gobiernos locales, nacionales e internacionales… y a su vez es bueno promover que estos movimientos, estas experiencias de solidaridad que surgen desde abajo, desde el subsuelo del planeta, confluyan, estén más coordinados, se vayan encontrando”. (FT, 169).

En su libro Historia de dos ciudades, Charles Dickens escribió hace casi dos siglos: “Es el mejor de los tiempos. Es el peor de los tiempos”. El ambiente post-pandemia tiene un enorme parecido, tal vez porque nos está tocando vivir otra transición histórica.

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[1] https://www.ipsos.com/sites/default/files/ct/news/documents/2021-08/Ipsos%20Global%20Advisor%20-%20Populismo%20Anti%20Elitismo%20y%20Nativismo%20_%20Final.pdf
[2] https://www.revistaanfibia.com/antipolitica-el-asalto-a-la-razon-democratica/
[3] La tiranía del mérito: ¿qué ha sido del bien común?; Penguin Random House Grupo Editorial, 2020.
[4] Una teoría de la democracia compleja: gobernar en el siglo XXI; Galaxia Gutemberg, 2020.

 

Invierno 2022


Félix Grández Moreno

Sociólogo




Retos en el contexto de postpandemia: la experiencia de Resucita Perú Ahora

La pandemia mundial de la COVID-19 es para el Perú el acontecimiento más grave y devastador después de la guerra con Chile. Somos el país más golpeado de América Latina y con mayor porcentaje de muertes en el mundo.

Al mismo tiempo, la pandemia nos ha mostrado algunas realidades que debemos enfrentar para sacar adelante al Perú.

¿Qué nos muestra la pandemia sobre nuestro país? No cerremos los ojos, nos tentará el olvido. Como tras el sangriento conflicto armado interno de los años ’80 y ’90, querremos barrer los malos recuerdos bajo la alfombra; pero es importante aprender, para que no se repita la tragedia que hemos vivido. Porque esta crisis no es solo causada por un virus que asola el planeta, sino por las condiciones en que se encontraba el país.

Muchos han presenciado como el virus ha puesto ante nuestros ojos la pobreza inmensa de muchos peruanos: las viviendas precarias y reducidas donde el hacinamiento hace mortal la cuarentena, además sin agua para lavarse las manos y expuestos a la violencia familiar que se agudiza; la falta de trabajo formal que empuja a más del 70% de la población al trabajo informal; como la cuarentena golpeó y agudizó al hambre, expresada con banderas blancas por los cerros y combatida con ollas comunes, pues no les llegaba ninguna ayuda; y la muerte por todas partes, pues el sistema de salud desmantelado no era capaz de responder a todo lo que se necesita.

No hay oxígeno, no hay medicinas, no hay médicos ni enfermeras suficientes, sobre todo en lugares alejados como los pueblos indígenas de la selva. Como dijo la exministra de Salud, “¡no hay nada!”. Las familias pobres vendían sus escasos bienes para conseguir oxígeno para el padre o madre que se moría, mientras hacían colas de días y noches para una cama UCI. La “nueva clase media” cayó otra vez en la pobreza por haber perdido el trabajo y ya no puede pagar el modesto colegio, ni la vivienda. Muchas familias que habían logrado con esfuerzo adquirir un departamento o casita propia vieron ese sueño evaporarse al no poder seguir pagando las cuotas. Miles de personas regresaron a pie a sus pueblos por las carreteras, porque no había transporte y el Estado no fue capaz de ayudarlos. La población, una vez más, desamparada y obligada a arreglárselas como pudiese en esas duras condiciones. En suma, un país que no es capaz de proteger a sus ciudadanos.

La pandemia nos ha puesto ante la necesidad de un Estado que pueda responder a tantas exigencias, pero el nuestro es prácticamente incapaz de hacerlo por haber sido sistemáticamente desmontado durante décadas, creyendo que el mercado resolvería todos los problemas. Por eso, a pesar de los esfuerzos heroicos de muchos funcionarios y personal de salud, los hospitales están desbordados. A pesar de que se propusieron desde el primer momento, los bonos de ayuda no llegan a todos los necesitados; porque la mentalidad focalizadora del sistema hace que tenga que haber listas de familias beneficiarias, y muchos no entran en ellas. Los niños no iban a las escuelas y por tanto no recibieron la alimentación que se les daba, y muchos no tienen cómo seguir las clases virtuales. Dos años perdidos en una etapa crucial de su desarrollo. A pesar de que hay dinero, cientos de policías han muerto porque muchos jefes compraron materiales bamba que no los protegen. Los campesinos no han recibido asistencia para poder sembrar, y son quienes alimentan al país. Los alcaldes no han sido capaces de entregar canastas de víveres a los necesitados, aunque recibieron dinero del gobierno para ello, lo robaron o las entregaron a sus allegados.

Y así podríamos seguir con todas las desesperantes carencias y fallas que falta mencionar; pero mejor es aprender de ellas, y hay algunas lecciones claras a sacar:

Lo primero es vencer a la muerte que nos ronda. La prioridad es la salud, la vida, porque como dijo una exministra: el dinero y los bienes se pueden recuperar, pero los muertos no resucitan.

No éramos un país de desarrollo medio, como nos habían contado, a punto de entrar en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Tenemos pies de barro, pobreza y miseria por todas partes. Una economía que no puede ofrecer trabajo digno sino a una minoría, un Estado destartalado. Tenemos que vencer la pobreza ofreciendo una vida digna para todos, incluyendo a los peruanos del campo y de la selva.

Tenemos que reformar el Estado, empezando por el sistema de salud y por la educación, que no pueden estar librados al mercado ni guiarse por el lucro.

Tenemos que proteger el ambiente para evitar que nuevos virus surjan de la invasión y destrucción de los hábitats de otras especies.

Resucita Perú Ahora (RPA) surge en esa situación como una iniciativa pastoral de la Conferencia Episcopal Peruana liderada por el cardenal Pedro Barreto, para responder a todas las pandemias, como dice el Papa Francisco; tanto a la pandemia de la COVID-19 como a la del hambre y del ambiente depredado; y hacerlo con una base en la ciencia.

El cardenal Barreto convoca a un conjunto plural de personas e instituciones de la sociedad civil: organizaciones sociales, universidades, personalidades, comunidades de fe tanto católicas como evangélicas, judías, mormones; diversas circunscripciones eclesiásticas se unen al colectivo. Se forman comisiones: de salud integral que incluye salud mental; de alimentación, sobre una adecuada nutrición y el apoyo a las ollas comunes que surgen desde la población más pobre; de organizaciones sociales y estrategias organizativas, que propone la gobernanza colaborativa como modelo de gestión del estado en todos sus niveles; de atención al cambio climático; de comunidades de fe; y, finalmente, una comisión de territorios eclesiásticos. Las comisiones desarrollan acciones en diversos lugares del país y tejen redes de solidaridad. Asimismo, dialogan con las autoridades estatales correspondientes, por sectores como Educación o Salud, y también con el gobierno nacional, a través de reuniones con primeras ministras y con los presidentes.

Los miembros de RPA se reúnen semanal y quincenalmente en plenos donde discuten, tantos las acciones de las comisiones, como las cuestiones urgentes del país, que son analizadas por especialistas de todas las ramas del conocimiento.

Lo que encontramos los participantes en RPA es una fraternidad de acción ante las emergencias que golpean a la población. Una posibilidad de aportar desde lo que cada uno sabe o hace, una convicción de que sólo unidos podemos salir adelante, una voluntad de fortalecer la sociedad civil y de actuar en la política buscando el bien común. Una esperanza de transformación del país en un lugar que acoja a todos sus ciudadanos y les ofrezca una vida digna.

Y no podemos hacerlo si no nos unimos; solos no podemos salvarnos.

 

 

Invierno 2022


Cecilia Tovar

Resucita Perú Ahora




Aprendizajes y re-aprendizajes: acercamientos a las reflexiones vividas en pandemia

CANAT (Centro de Apoyo a Niños/as y Adolescentes Trabajadores) es una obra de la Compañía de Jesús que reliza su trabajo en Piura. Los niños, niñas y adolescentes a los que acompaña provienen de familias en situación de pobreza y pobreza extrema de las zonas rurales y urbanas periféricas. Tratamos de velar por la promoción y defensa de sus derechos, para incluirlos en los procesos económicos, políticos y sociales de la región y del país.

El impacto social, económico y, por ende, emocional que generan las crisis globales en la vida biopsicosocial de los seres humanos depende en gran medida de la capacidad de respuesta del individuo a la experiencia que vive, y esta misma está vinculada a los recursos internos con los que cuente o no cada persona. En el 2020, muchas personas perdieron la vida y hoy en día muchas siguen sufriendo los efectos de la pandemia; pues deben enfrentarse a innumerables problemas en la vida familiar, social, pero sobre todo económica, pues la pandemia ha incrementado la pobreza y el hambre.

En CANAT, la pandemia la hemos vivido en tres etapas: una virtual, una semipresencial y la última, tratando de volver a la presencialidad y encuentro total.  Y en todo este tiempo hemos podido vivir esta experiencia como una oportunidad de aprendizaje colectivo.

Durante más de dos años, la pandemia nos ha enseñado y casi obligado a mirar lo importante de la vida humana, lo frágil que resulta ante situaciones imprevisibles y lo importante de priorizar la salud física con acciones concretas. Como, por ejemplo, la entrega de material de higiene y alimentos, pues en este tiempo de emergencia sanitaria las familias tenían más miedo al hambre que a la COVID-19. Asimismo, otra de las prioridades ha sido la salud mental: la importancia del soporte emocional a través de las llamadas telefónicas, el acompañamiento y la formación a través de los grupos de WhatsApp han sido fundamental en el soporte a las familias.

La educación ha sido otra de las prioridades, articulando con las instituciones educativas para dar soporte a la población de los Centros de Educación Básica Alternativa y Centros de Educación Técnico Productiva.

Desde CANAT creemos que la educación es lo único que puede romper con las enormes brechas en la igualdad de oportunidades para una sociedad más justa, donde se gesten condiciones de vida favorables para el desarrollo óptimo de niñas, niños y adolescentes.

Durante la pandemia se han profundizado las carencias en los servicios del Estado, especialmente en educación y salud. La educación gratuita y de calidad en nuestro país sigue siendo un sueño, y en las zonas alejadas y excluidas no llega al nivel mínimo; ya sea por falta de infraestructura, recursos humanos o por la pobreza material en las familias. En el 2020 y 2021, el nivel de deserción escolar fue enorme. Las familias se enfrentaron a una exigencia para la cual no estaban preparadas, tanto a nivel de capacidades personales como de herramientas tecnológicas. Este hecho produjo un retroceso en los procesos de aprendizaje de niñas, niños y adolescentes, y generó afectaciones en otras áreas de la vida, como las relaciones y la salud mental.

En CANAT, los y las adolescentes líderes de sus comunidades trabajan con mucha fortaleza para enfrentar las barreras económicas, culturales y familiares.

Desde nuestra misión, cada año intentamos disminuir esas barreras para que niñas, niños y adolescentes tengan oportunidades educativas en los servicios del Estado. Estos objetivos los logramos a través de la articulación y convenios con instituciones educativas en los niveles primario, secundario y técnico superior; así como de la mano de ellas mismas promover el desarrollo integral.

A partir del acompañamiento psicosocial, afirmamos como núcleo de toda sociedad a la familia, donde cada persona es digna por el hecho de serlo. Esta enseñanza es la que promovemos en cada encuentro compartido durante estos años, con la convicción de que la familia es el lugar donde surgen los aprendizajes más significativos de la vida para las niñas, niños, adolescentes y jóvenes, sus afectos y los vínculos de pertenencia en ese primer encuentro social.

“En mi familia nos sentimos felices por tenernos confianza y amor, juntas nos ayudamos, con esfuerzo logramos salir de los problemas al saber comprender a los demás” Familia Martínez Arce. Ludoteca de Mónica Zapata – Zona urbano-periférica -Piura.

“Antes de la pandemia no compartía con mi familia, más pasaba con mis amigos, con la pandemia descubrí lo importante y bonito de compartir tiempo en familia, ahora valoro esos momentos”. Evelyn Coveñas de 19 años – Yapatera.

En estos dos años de trabajo, en una primera etapa virtual y en una segunda presencial, las familias han aprendido a valorar aspectos importantes de la vida como son los vínculos afectivos, la salud mental y su impulso para acceder a ella; abriendo las puertas a la psicología muchas veces estigmatizada en su entorno por la falta de promoción de estos servicios desde el estado. A través de espacios de acompañamiento en su espacio físico han encontrado momentos para comprenderse dentro de la experiencia y sobreponerse a las perdidas.

“Perdí a mi esposo por la pandemia, me sentía perdida, no sabía qué hacer, con el acompañamiento psicológico pude volver a trabajar, a ser yo. Aun duele, pero estoy mejor”. Silvia Moscol 43 años.  Zona rural.

Los niños y niñas jugando y pintando obtienen factores de protección para su salud mental. Sus miradas y sonrisas declaran que en ellas/os está el presente y futuro, invitándonos a seguir cuidando de su vida de la mano de sus familias, Estado y comunidad.

“Cuando voy a la ludoteca me siento feliz, porque puedo jugar con mis amigos, cuando no había me sentía triste”. Fatima Criollo Llacsahuanga 7 años. Zona urbano-periférica.

Los y las adolescentes líderes en sus comunidades rurales y barrios urbanos muestran su ímpetu y fortaleza para enfrentar las barreras económicas, culturales y familiares, que en ocasiones oscurecen sus sueños. La ilusión con la que construyen proyectos de vida son luz para sus comunidades y la promesa de cambios. En sus comunidades comparten lo que pueden, se organizan para ayudar a los enfermos, son un ejemplo de solidaridad.

“Me siento feliz cuando dibujo, me relajo, he pintado un logo para mi negocio, quiero ser repostera” Judith Ramos 18 años, (primer año de Repostería en el CETPRO de La Arena).

Ellas y ellos son sin duda la esperanza de los cambios para una sociedad más justa y equitativa.

Desde CANAT, nuestro centro es el desarrollo integral de la persona, los derechos son nuestra bandera; y el juego, el arte y el deporte, nuestras herramientas para promover el desarrollo favorable y la salud mental.

Pretendemos seguir abriendo puentes entre las personas, la comunidad, y el estado.

 

 

Invierno 2022


Gabriela Rentería Hernández

Centro de Apoyo a Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores – CANAT




La Brecha Digital en el Perú de la postpandemia

Son las 7 y 30 de la mañana. Luciana (así la llamaremos para proteger su identidad) ya se encuentra en la llamada de Google Meet en la que se llevará a cabo, todavía en unos 30 minutos, el taller de programación en el que viene participando. Ella es una de las 19 jóvenes que fueron seleccionadas para participar de este programa impulsado por la Asociación Cultural Peruano Británica y el British Council y ejecutado por Generación Tec en coordinación con Dirección Regional de Educación de Cajamarca.

Luciana ha entrado antes a la llamada porque necesita ayuda con la configuración del equipo que está utilizando. Han pasado varias sesiones sin poder trabajar mucho porque en su zona es muy difícil conseguir algunos implementos. Hace unas semanas, por ejemplo, compró un cable de red, pero le dieron en su lugar un cable telefónico y no se dio cuenta si no hasta mucho después. Además, la conectividad con la que cuenta en casa es bastante precaria. Las chicas del taller conocen muy bien la situación: si hay tormenta no va a haber buen internet. Aun así, estas chicas son afortunadas; pues pueden participar del taller porque tienen internet y algún dispositivo digital, como teléfono “inteligente” y, en algunos casos, computadora.

Luciana y sus compañeras de taller están dentro de ese 19.7% de estudiantes de primaria que tienen algún tipo de acceso a Internet.

La educación remota en el Perú durante la pandemia

El inicio de la cuarentena por la pandemia de la COVID-19 desnudó la precaria situación tecnológica de la infraestructura educativa a nivel nacional. Como antecedentes se puede tomar las estadísticas de OSIPTEL, citadas en un artículo del Instituto Peruano de Economía, en que se establece que para 2019, 76.2% de los hogares en Perú tenían algún tipo de acceso a Internet. Sin embargo, estas cifras esconden una dura realidad: en Lima Metropolitana el 90% de los hogares cuenta con acceso a Internet, pero la cifra desciende a 80% para las zonas urbanas del resto del país. Y en el caso de las zonas rurales, la cifra es más baja: 40%.

Las cifras de inicios de la pandemia pintan un panorama aún más complejo: a inicios del año 2020, según el estudio del IPE, solo 17% de estudiantes de las regiones del sur del país tenían acceso a Internet. Según cifras del propio MINEDU, tan solo 19.7% de estudiantes de primaria y 23.7% de estudiantes de secundaria tenían conectividad en el hogar. Además del problema de la conectividad está el problema del equipamiento: como modelo, la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) del INEI muestra que, por ejemplo, en Apurímac y Puno sólo el 20% de familias contaba con algún tipo de computadora de escritorio o laptop.

Ante este panorama, el gobierno de turno planteó la entrega de 1 millón de tablets con acceso a Internet a estudiantes de las distintas regiones del país para contrarrestar esta falta de acceso. Sin embargo, ese número resulta insuficiente. Por ejemplo, tan sólo en Arequipa se necesitaban 80 mil tablets, pero sólo se les destinó 10 mil. Eso dejó a 70 mil estudiantes sin poder acceder a los servicios educativos en línea y que debieron conformarse con recibir las clases por televisión (en el mejor de los casos) o por radio. Estos medios unidireccionales dificultan el proceso adecuado de enseñanza – aprendizaje. En este contexto los docentes debieron desarrollar estrategias adicionales para poder comunicarse con sus estudiantes y llevar a cabo la evaluación de los procesos y la retroalimentación del caso. Algunos optaron por formar grupos de WhatsApp para distribuir tareas y reforzar las clases, pero incluso así se encontraron con muchas familias que no tenían algún dispositivo adecuado para tal fin o que, de tenerlo, no contaban con el saldo suficiente para poder conectarse. Algunos docentes incluso pagaron recargas de saldo para las familias de sus estudiantes, todo con tal de que sus alumnos pudieran tener la mejor educación en circunstancias tan extremas.

A esta problemática se suma una realidad adicional: ya para el 2018 la Encuesta Nacional a Docentes (ENDO) revelaba que el 60% de los docentes carecía de las capacidades adecuadas para el uso y aprovechamiento de las tecnologías de la información.

Aun así, según cifras de MINEDU reveladas por UNICEF en un artículo de diciembre de 2020, durante el mes de octubre de ese año, el 58% de accesos a los contenidos del programa Aprendo en Casa se dio a través de Internet. Cabría preguntarse si el éxito del programa hubiera sido mayor de contar con una adecuada conectividad para docentes y estudiantes.

Para acabar con la brecha digital en la educación es necesaria una política destinada a lograr la interconexión de todas las regiones del país como parte integral de la formación de la escuela.

La post-pandemia y la brecha digital

Se conoce como “brecha digital” a la distancia que existe entre los que tienen acceso al uso y a los beneficios de las tecnologías de la información y los que no lo tienen.

La brecha digital se ha ido acrecentando durante las últimas décadas. No apareció durante la pandemia de la COVID-19, tan solo se hizo evidente. No es una causa en sí misma, es más bien una consecuencia. Obedece a causas económicas (falta de acceso por costos de equipamiento), políticas (ausencia de una política de Estado adecuada que permita un desarrollo descentralizado en temas tecnológicos y de infraestructuras de interconexión) y educativas (ausencia de lineamientos establecidos para el desarrollo de las competencias digitales dentro del currículo de educación básica y del perfil docente).

A inicios del 2022 el portal del gobierno peruano anunció la entrega de más de 300 mil tablets a estudiantes y docentes de escuelas públicas de localidades en extrema pobreza, como parte de la estrategia de cierre de la brecha digital. Estas tablets se sumaban a las ya entregadas durante la pandemia. Pero esta no es la primera vez que se lleva a cabo una estrategia similar. Ya en el 2007 (15 años antes) se había implementado el proyecto OLPC (One Laptop Per Child), proyecto con el cual se entregó laptops y capacitación a escuelas rurales de distintas localidades. Al respecto, un informe de Carlos David Laura Quispe y Edgar Juan Bolívar Díaz (2009) para el Consorcio de Investigación Económica y Social, narra una situación sorprendentemente actual:

“…la tarea no ha sido fácil debido a las características de los contextos particulares, las costumbres fuertemente arraigadas de los profesores, poca iniciativa a los cambios. Esta incorporación de computadoras también se ha visto afectada por la falta de capacitación a los profesores y principalmente por el desconocimiento de cómo integrarlas en sus prácticas pedagógicas. Zucker (2005) sostiene que la mayoría de los profesores reciben capacitación sobre el manejo de software y hardware, pero muy pocos son capacitados adecuadamente en estrategias metodológicas para integrar efectivamente las computadoras en sus prácticas pedagógicas. Al respecto Ertmer (1999) señala que la mayoría de los docentes tiene muy poca experiencia en la integración de tecnología en sus clases, poseen pocos o nulos modelos sobre los cuales construir su propia visión de clases integradas.”

No sorprende que la conclusión y recomendación final del citado informe establezca que una de las necesidades clave para que un proyecto así funcione es un nuevo perfil docente. Un perfil que hoy, 15 años después del inicio del proyecto OLPC en el Perú, se sigue basando en un documento publicado en el año 2012 (Marco del Buen Desempeño Docente, 2012) y que pide con urgencia una actualización basada en la experiencia y hallazgos de estos últimos dos años.

Hoy día aún se encuentran en funcionamiento algunas de las unidades de las laptops que se entregaron durante el desarrollo del proyecto. También existe una importante cantidad de esas computadoras almacenadas en armarios de muchas escuelas públicas, esperando reparación o algún servicio de mantenimiento que nunca llegó. Queda claro que la sola presencia de las computadoras en las aulas no significó un cambio radical en la educación peruana y esa realidad es la misma que podría vivirse con las tablets que han venido entregándose durante los últimos años.

También, queda claro que el uso de herramientas de software no garantiza estrategias metodológicas adecuadas que aprovechen la tecnología en beneficio de los estudiantes. No se trata de cambiar la ficha de papel por un documento de Google, o de reemplazar la pizarra por diapositivas de PowerPoint, si es que en ese cambio no existe uno o más elementos que generen una situación (¿experiencia de aprendizaje?) significativa y relevante para el proceso. Y ese es un peligro al que podríamos estar enfrentándonos ahora mismo. Podría pensarse que, luego de 2 años de uso intensivo de tecnología (en el caso de los que tuvieron acceso a ella) nuestros docentes están más que capacitados para usarla de manera adecuada en el aula. En realidad, en la mayoría de los casos, ha habido un avance grande en el uso de software (y aun así vemos aún mucho terreno por cubrir) pero no hay garantías de que ese avance está a la par con el desarrollo de estrategias metodológicas adecuadas para la integración de la tecnología al proceso de enseñanza – aprendizaje, aunque aún es algo temprano para sacar conclusiones.

Por otro lado, con el retorno a la presencialidad el problema de la falta de interconexión dejará de serlo, no porque en las escuelas existan mejores condiciones en la infraestructura de interconexión, sino porque en muchos casos se dejará de lado el uso de Internet, cuando no de toda tecnología. Y eso es algo que lamentar. Se puede decir que Internet es una fuente de información inacabable, que posibilita interacciones que de otras formas son imposibles, y que abre el mundo al que esté interesado en conocerlo. Pero, sobre todo, es real. Ella se ha convertido en la gran red de caminos de intercambio de ideas, información, cultura y bienes que han dado forma a la sociedad del siglo XXI, como los caminos que unieron en la antigüedad a los pueblos y que permitieron el avance de la civilización. Y al dejar de lado sus ventajas (y por supuesto el conocimiento de sus peligros) se está dejando a los estudiantes sin el acceso a una herramienta sumamente importante en el mundo moderno. Esto tendrá un impacto grande en sus estudios superiores y aún más en sus posibilidades a nivel laboral. Urge entonces una política clara destinada a lograr la interconexión de todas las regiones del país y como parte integral de la infraestructura de toda escuela, cuando no de toda localidad. Así como es responsabilidad del estado mantener en buen estado los caminos que unen a sus pueblos, sean estos de tierra, de asfalto o de metal, tal vez ha llegado la hora de que sea el Estado el que se asegure de proveer los caminos digitales adecuados a sus ciudadanos, no como algo accesorio sino como parte de los servicios a los que todos pueden aspirar, independientemente de la región en la que vivan. Es en ese momento en que podremos comenzar a hablar de un cierre de la brecha digital.

Referencias

  1. Plataforma Digital Única del Estado Peruano. (21 de febrero de 2022). Minedu distribuirá más de 300 mil tablets a estudiantes y maestros de zonas en extrema pobreza. https://www.gob.pe/institucion/minedu/noticias/585157-minedu-distribuira-mas-de-300-mil-tablets-a-estudiantes-y-maestros-de-zonas-en-extrema-pobreza
  2. Andina Agencia Peruana de Noticias (5 de mayo de 2021). Minedu cumplió con la entrega del 92.6% de tablets a nivel nacional. https://andina.pe/agencia/noticia-minedu-cumplio-con-entrega-del-926-tablets-a-nivel-nacional-844037.aspx
  3. Amado, G., Alcántara, I., Martin, M., Horna, A., Montero, A. (14 de noviembre de 2020). Sin conectividad y al borde de la deserción. Media Lab UNSMS. https://medialab.unmsm.edu.pe/sin-conectividad-y-al-borde-de-la-desercion/
  4. UNICEF. (1 de diciembre de 2020). Dos tercios de los niños, niñas y adolescentes en edad escolar del mundo no tienen acceso a Internet en el hogar, según un nuevo informe de UNICEF y la UIT. https://www.unicef.org/peru/comunicados-prensa/dos-tercios-no-tienen-acceso-internet
  5. Instituto Peruano de Economía. (29 de marzo de 2021). CONECTIVIDAD: EL RETO PARA LA EDUCACIÓN VIRTUAL EN EL SUR EN EL 2021. https://www.ipe.org.pe/portal/conectividad-el-reto-para-la-educacion-virtual-en-el-sur-en-el-2021/#:~:text=Un%20estudio%20realizado%20por%20IPE,mil%20alumnos%20no%20lograron%20conectarse.
  6. Laura, C., Bolívar, E. (2009) Una laptop por niño en escuelas rurales el Perú: Un análisis de las barreras y facilitadores. Consorcio de Investigación Económica y Social
  7. MINEDU. (2012). Marco del Buen Desarrollo Docente

 

 

Invierno 2022


Carlos Luna Zafra

Generación TEC