Editorial Edición Nº62

En su plan apostólico, la Provincia Jesuita del Perú ha establecido como una de sus prioridades la promoción de una “cultura del encuentro”. Las distintas comunidades y obras jesuitas extendidas por el país insistieron en la necesidad de reaccionar ante los profundos desacuerdos que separan a unos peruanos de otros, y que van más allá del factor económico. La respuesta no debía, sin embargo, apresurarse en proponer determinadas líneas de pensamiento; debía más bien promover condiciones necesarias para lograr acuerdos que nos permitan superar nuestras brechas. Es así como surge la convicción de que lo primero que los peruanos y peruanas necesitamos para crecer como sociedad es encontrarnos, es decir, participar de espacios comunes, conocernos cara a cara e interactuar como personas abiertas a descubrir la humanidad que habita en el otro. Porque solo desde el encuentro puede surgir el diálogo, y con ello la superación de lo que nos separa.

Pero los encuentros profundos y fecundos no se reducen a experiencias puntuales. Es por ello que se introduce el término “cultura”. Se trata de trabajar por que todos los entornos en los que nos movemos incorporen como algo propio la promoción del encuentro entre personas que pertenecen a ámbitos diferentes e incluso opuestos. De manera que el encuentro, el diálogo y la búsqueda de horizontes comunes dejen de ser excepciones y se normalicen en nuestra vida en sociedad. Solo una cultura del encuentro permitirá, como dice el Papa Francisco, “tejer una red de relaciones que haga de nuestra vida en común ‘una verdadera experiencia de fraternidad’”.

Con este trasfondo, el presente número de Intercambio se pregunta por lo que significa construir una cultura del encuentro en el Perú de hoy. Tal construcción emerge desde ciertas condiciones que es necesario reconocer y ponderar. En este sentido, Javier Caravedo reflexiona sobre la tarea de generar encuentro desde el marco del conflicto político y social actual. Asimismo, César Bedoya ensaya un reenfoque de la realidad del conflicto y de su rol en la dinámica democrática. Siendo Puno la región con mayor protagonismo en las protestas nacionales, Rolando Pilco presenta, por su parte, las razones económicas y culturales que han generado este desacuerdo. Y Paul Maquet escribe sobre el rol de la información o la desinformación en la discusión sobre los asuntos públicos. Nuestra reflexión sobre la cultura del encuentro no se limita, sin embargo, a considerar sus desafíos, sino que recoge también evidencias de que su construcción es posible. De allí que Ana María Tapia, Alex Ríos y Analí Briceño nos presenten los logros conseguidos en interculturalidad y diálogo por la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, Fe y Alegría del Perú y Encuentros SJM.

Finalmente, completan este número el importante artículo de Aída Gamboa sobre las amenazas a las que se enfrentan los defensores ambientales, la reflexión de Fidel Torres sobre la deficiente gestión de las emergencias climáticas en Piura, la reseña de Julio Hurtado del sorprendente documental “Amén, Francisco responde”, y la presentación del trabajo de la artista Natalia Iguíñiz en favor del cuidado de la vida y de la paz social.

 

Deyvi Astudillo, SJ

Director

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Editorial Edición Nº61

¿Cómo interpretar nuestro momento actual? Esta es la pregunta que inspira a la presente edición de Intercambio. Los acontecimientos sociopolíticos recientes, que han llevado a la pérdida de más de sesenta compatriotas y a un descontento general con la clase política, no son fáciles de ponderar, si lo que buscamos es una mirada justa de las cosas. Por ello, mientras más podamos escuchar y más perspectivas podamos incorporar, mejor será nuestra comprensión de los hechos y, lo que es más importante, mejor podremos acercarnos a su significado para el país y su futuro.

Los artículos que ofrece este número de Intercambio buscan, justamente, confrontarnos con análisis que nos permitan una mirada más informada de la crisis actual. En este sentido, el artículo de Mauricio Zavaleta presenta los aspectos del sistema político peruano que dificultan la salida democrática al entrampamiento político en el que nos encontramos. Eduardo Ballón analiza, por su parte, los condicionamientos históricos y sobre todo socioeconómicos que caracterizan a los ciudadanos implicados en las movilizaciones de estos meses. Y Gustavo Zambrano nos brinda un acercamiento al mundo de los pueblos indígenas y, en particular, a las realidades sociales que impiden el ejercicio pleno de sus derechos.

Asimismo, Gino Costa examina la magnitud y características de las economías criminales en el Perú, así como su impacto en las instituciones del Estado. Sofía Macher ofrece un balance del desarrollo social en los veinte años que han seguido a la entrega del informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación de 2003. Ivan Lanegra ensaya una mirada de conjunto de la crisis sociopolítica actual, destacando el rol de los conflictos sociales en la vida democrática. Y Jorge Heine presenta la propuesta del “No Alineamiento Activo” como estrategia geopolítica para los países latinoamericanos en este tenso escenario mundial. Completan esta edición las entrevistas al P. Gastón Garatea SSCC, reconocido promotor de los derechos humanos y sociales en el país, y a Katherine Subirana, crítica cinematográfica y destacada periodista cultural.

Al asumir, desde esta edición, la dirección de Intercambio, quiero agradecer al P. Carlos Silva SJ por estos seis años de dedicación generosa a la revista. El P. Silva ha sabido sostenerla y darle vida en tiempos particularmente difíciles para un medio escrito y no comercial. Desde Intercambio, le deseamos lo mejor en la nueva misión que ha comenzado en la Parroquia Nuestra Señora de Fátima de Miraflores (Lima).

Deyvi Astudillo, SJ

Director

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Editorial Edición N°60

Sin comida no hay vida. Hambre tendrá el mundo ante la crisis alimentaria en el planeta. Es una realidad dramática que ya vivimos, y que se agudizará si no hay políticas globales para evitar una catástrofe alimentaria. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés) estima que, en el 2022, cerca de 924 millones de personas (11,7 % de la población mundial) afrontaron niveles graves de inseguridad alimentaria. Es decir 28 veces la población del Perú, 1.3 veces la población de América latina- Caribe-Oceanía, que equivale a la población de Europa. Además, la FAO señala que en el 2022 más de la mitad de peruanos y peruanas está en situación de inseguridad alimentaria.

Hambre es morir o subsistir. Las demás necesidades básicas (vestimenta, vivienda, educación, salud, etc.) están supeditadas a lo fundamental que es comer. El hambre genera muerte o vida miserable: niño/as marcados por la anemia para toda su vida impidiéndoles desarrollarse laboralmente y como ciudadanos. Además afecta la dignidad básica de todo ser humano de alimentarse y alimentar a su familia.

El Perú está convulsionado por una crisis política que exige reformas constitucionales para que los tres poderes del Estado den respuestas eficientes y eficaces a las necesidades de la población: erradicar la corrupción, el narcotráfico, la tala y minería ilegal, la inseguridad ciudadana y la informalidad. Pero sin comida, millones de peruanos vivirán en la miseria, y todo lo antes señalado se agudizará más.

En este número de INTERCAMBIO, presentamos varios análisis sobre la seguridad alimentaria a nivel mundial, de país y regiones. Hay muchos factores implicados: la guerra en Ucrania, el problema energético de los combustibles fósiles, la falta de compromisos de los Estados por cuidar la ecología, las deficiencias en toma de decisiones gubernamentales en lo que se refiere a agricultura familiar, agroecología, etc. También presentamos posibles alternativas, pues el empuje y creatividad de los que vivimos en este país no tiene límites.

Es vital que el Estado y todos los consumidores apoyemos la agricultura familiar, sin dejar de lado la agro-exportación. Hoy hay muchos beneficios para estos y casi nada para la agricultura familiar. Es fundamental y evangélico apoyar más a los que menos tienen. Como señala CONVEAGRO, hay que acompañar y apoyar la agricultura familiar que representa a más de 2 millones de unidades familiares a nivel nacional generando el 24.2% de la PEA para garantizar la seguridad alimentaria.

Es tarea de todos ser conscientes de la crisis alimentaria, que el Estado tome medidas concretas y que, como ciudadanos, nos comprometamos a consumir lo que produce nuestro país para cuidar la calidad agropecuaria familiar y ecológica de lo que comemos.

Carlos Silva Canessa, SJ

Director

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Editorial Edición Nº 59

Estamos practicante cerrando el año y me pregunto: ¿Qué Perú nos espera el 2023? Evidentemente, gran parte dependerá de todos nosotros y nosotras. Para ello, tenemos que partir de la realidad, y proyectarnos según nuestras posibilidades y condiciones. Los años 2019 y 2020 nos golpearon profundamente con la pandemia con más de 216,000 peruanas y peruanos que perdieron la vida y afectaron terriblemente a sus familiares. Además se generó una crisis sanitaria, educativa, económica y social. Este año, la pandemia está más controlada ¡pero no eliminada! pues la COVID-19 nos acompañará por varios años. Sin embargo, la crisis que produjo la pandemia en vez de hacernos tomar conciencia y pensare en la construcción de un futuro mejor, la hemos tomado como una pesadilla que pasó y de la cual no sacamos lecciones, pues hemos vuelto a nuestras andadas de antes del 2019.

Si bien la pesadilla pudo haber pasado, no estamos teniendo sueños nuevos para el mundo, nuestro país y, al fin y al cabo, para nosotros, que somos todos habitantes de esta tierra. Hay muchos estudios para caracterizar a las generaciones: Baby Boomers nacidos entre 1946 y 1964, la Generación X (1965 -1980), los Millennials (1981-1996) y la Generación Z (1997- la actualidad). Eso dice la teoría, pero agregaría la generación C-19 (2005-hasta hoy) que son la generación pandemia. Bebes, niños, niñas, adolescentes y jóvenes que la pandemia los ha marcado profundamente en sus relaciones interpersonales, sociales, educativas y psíquicas. Ellos y ellas serán los que conduzcan el Perú en 20 años. La pregunta para ellos y ellas, y para todos nosotros es: ¿a partir de que bases proyectamos nuestro Perú?

En esta edición número 59 de INTERCAMBIO plateamos algunas reflexiones que, si las tomamos en serio, podrían ayudarnos a hacer del Perú y su gente una gran nación. El punto de partida nos los expone el cardenal Pedro Barreto: pensar en el bien común. No en el de algunas o algunos, sino el de todos los peruanos. También, abordar seriamente la agricultura ecológica familiar, los retos regionales y globales, reformas sanitarias, educativas, nuestros pueblos originarios, el cambio climático y sus formas de mitigarlo, y reformas en el sistema económico y financiero que promueva realmente emprendimientos.

Próximamente tendremos elecciones municipales y regionales. Pensar en reformas ahora es imposible. Pero vivimos una crisis política e institucional (el Ejecutivo, el Congreso y Poder Judicial tienen aprobaciones de la población que los descalifican rotundamente). Es necesario una reforma política urgente, pues sin ellas no se sentarán las bases para lo anteriormente dicho. Termino con un fragmento de una canción de Fito Páez: ¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón. La pregunta clave que yo formulo es: ¿Y tú?

Carlos Miguel Silva Canessa, SJ

Director

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