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Edición Nº 8

Crisis internacional e impactos en la economía peruana
6 de junio, 2009

Las características de la crisis internacional

No era algo que esperábamos que ocurriera en estos tiempos, pero asistimos a una de las más grandes crisis económicas a nivel mundial. Se inició como una crisis financiera en los Estados Unidos hacia agosto de 2007 con la quiebra de algunas empresas financieras y el avance de la recesión norteamericana; pero se agravó fuertemente en septiembre de 2008 con la quiebra de uno de los más grandes bancos de inversión (especulativa) también en los Estados Unidos. El proceso desencadenó una “crisis global o mundial”. A mayo de 2009 sigue agudizándose con recesión, amenaza de quiebras de bancos y empresas; y grandes rescates financieros en los países industrializados.

La quiebra de la banca de inversión (especulativa) estadounidense impactó en forma negativa sobre las bolsas de valores de todo el mundo. Cabe anotar que banca de inversión y banca comercial son diferentes, pues la primera estaba muy desregulada y operaba con casi todo tipo de papeles y activos de alto riesgo, mientras que la segunda tiene múltiples regulaciones y tiene que cuidar los ahorros del público. La crisis de la banca de inversión fue arrastrada por inversiones en derivados crediticios vinculados a deudas hipotecarias incobrables, pero también tenía una enorme cantidad de actividades especulativas guiadas por el solo afán de hacer dinero. Se expresó inicialmente en Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, España, Irlanda, Bélgica e Islandia; pero luego y rápidamente, los impactos se han trasladado a todo el mundo.

Los problemas que han estado más hacia la base de la crisis son los altos y persistentes déficit, tanto fiscal como externo, en Estados Unidos; es decir, el sobreendeudamiento. Pero también el ahorro nulo de las familias
norteamericanas que consumían por encima de sus posibilidades, haciendo crecer sus deudas. El resto del mundo, sobre todo China y los países con altos superávit en sus cuentas externas financiaron parte de los gastos excesivos de los Estados Unidos, pero todo tiene su límite; y la burbuja levantada por los precios crecientes de las casas y demás activos que eran fuertemente demandados finalmente se desplomó.

Entonces, los inversionistas estadounidenses comenzaron a retirar sus capitales de los mercados de los demás países. Para esto compran dólares en tales países, para retornarlos a EE.UU., por tanto dejan de invertir. Anteriormente en América Latina se sufrieron crisis bancarias, tanto como efecto de la desregulación bancaria de 1990-92, como con la crisis asiática de 1997-1998 y tuvo como efecto una quiebra masiva de bancos entre 1998 y 2002 en casi todos los países menos México, donde ya habían quebrado en 1995. Como resultado de esas quiebras, las regulaciones se fortalecieron y los requisitos de capital se aumentaron en Latinoamérica, lo cual fue una pequeña fortaleza al inicio de la crisis global.

En cambio, se dio una extrema desregulación en los EE.UU., permitiéndose unir a la banca de inversión con la banca comercial. Se les permitió actuar en todos los mercados del mundo con un “producto tóxico” (los derivados crediticios de alto riesgo) sobre la idea de que todo tiene un mercado y un precio; se construyó una “burbuja financiera”. Así, los bancos comerciales prestaban dinero para hipotecas de casas, entre otras cosas, y luego las vendían como títulos-valor. Y con los seguros también se creaban mercados, incrementando la “burbuja”.

La experiencia de la crisis actual nos ha mostrado que todos los mercados financieros y bolsas de valores están interconectados. Con una crisis, todos los mercados y bolsas se caen juntos. Algunos más dependientes de la Bolsa de Nueva York tienen una caída más dura. Los países que mantuvieron sus sistemas financieros más regulados y mejor capitalizados sienten un impacto menor; sobre todo si no se hicieron inversiones en derivados financieros. Uno de los resultados de esta crisis es que ha comenzado a destruir la creencia de que las ganancias financieras, alejadas de la producción y de la innovación tecnológica, pueden mantenerse en forma indefinida.

En el año 2008 se iniciaron los más grandes rescates financieros por parte de los Estados en los países industrializados. Pero el criterio usado ha sido perverso: “privatizar las ganancias, socializar las pérdidas”. Esto puede resultar en un gran descontento de los contribuyentes norteamericanos que está soportando los costos de la crisis en su país, lo mismo que el enorme desempleo generado por ella. Sobre el tapete todavía continúa el debate en torno a la necesidad de estatizar los bancos en problemas y las entidades financieras y aseguradoras quebradas en los países industrializados; pero sobre todo está muy clara, la imperiosa necesidad de regulación de los mercados financieros.

Los planes y recursos para el rescate financiero y de otras empresas han sido los más grandes de la historia económica. Primero fueron $ 700,000 millones en los EE.UU. (2008), a los que luego se agregaron $ 825,000 millones (2009). El objetivo final es recuperar la confianza para que regrese el crédito, tanto a las empresas como a las familias. Pero hasta mayo de 2009 varios bancos y grandes empresas en el mundo industrializado siguen quebrando o con grave amenaza de quiebra. Se ha iniciado un tiempo de recesión internacional y de graves dificultades para el empleo.

Los probables impactos de la crisis internacional en la economía peruana

Los impactos en la economía peruana ya comenzaron a sentirse desde el cuarto trimestre de 2008 con la desaceleración del crecimiento económico, dada la caída de la demanda mundial por nuestros productos de exportación. El primer trimestre de 2009 ha continuado dicha desaceleración; y lo más probable es que continúe a lo largo del año. El gobierno del Presidente García reaccionó, primero con un plan anticrisis a fines del 2008, que no tuvo nuevos recursos; y luego con un plan de estímulo económico a inicios de 2009 con algo más de recursos públicos orientados principalmente al sector de la construcción e infraestructura.

Para precisar los impactos de la crisis internacional sobre la economía peruana, vamos a señalar en forma resumida algunos probables impactos en nuestra economía:

1º Las exportaciones peruanas disminuirán fuertemente. Con la caída de precios internacionales de las materias primas se afectará la producción nacional. El mayor impacto lo sufrirán las exportaciones de minerales (por la recesión) y las que van al mercado de los EE.UU. (por caída de la demanda).

2º Las importaciones se desacelerarán en el 2009, dado que se requerirán menos insumos para la producción.
Sin embargo, para tratar de mantener el crecimiento se requieren importar tanto insumos como maquinarias y tecnología, que no producimos en el país. Por esta razón salen dólares al exterior, lo que presiona negativamente, dado que hay menores ingresos por exportaciones.

3º La remisión de utilidades de las empresas extranjeras a sus países de origen subirá en ritmo y monto, mientras haya altas ganancias en el país. Algunos planes de inversión o de reinversión bajarán, buscando un mejor momento en el futuro.

4º Las remesas de los trabajadores peruanos migrantes en el exterior disminuirán, dada la caída en el empleo en los países centrales. Por tanto, las familias peruanas, sobre todo pobres, tendrán menores ingresos; y algunos trabajadores peruanos retornarán al país.

5º Los préstamos del exterior a los bancos y empresas peruanas caerán, paralizando o retrasando algunos proyectos de inversión. Los desembolsos por créditos de largo plazo del exterior también podrían pararse, mientras que su amortización podría ser que se exija mantenerse inalterada o adelantarse.

6º La inversión directa extranjera no llegará en la velocidad y monto esperados. Esto provocará la crisis de la tesis del “perro del hortelano”, que señalaba la ineficiencia de la pequeña propiedad o de la propiedad comunal, la cual debía ser comprada por la gran propiedad privada, en particular extranjera.

7º Los ingresos fiscales (impuestos) serán menores, debido a la desaceleración de la economía nacional y a una menor inversión en el país. Esto puede dar lugar a que el gasto público se contraiga, principalmente en lo social. Sin embargo, existe un plan anticrisis o de estímulo económico que busca aumentar el gasto del Estado en inversión pública e impulso del sector de la construcción. Sin embargo, si se diera un freno en el gasto público por el menor crecimiento y menores ingresos fiscales, el conflicto social tiene “caldo de cultivo”.

8º Mientras las presiones sobre el precio del dólar o tipo de cambio no aumenten por una necesidad de mayores importaciones, entonces es probable que se mantenga en su nivel actual sobre los 3 soles en que está (30 de abril de 2009). Pero si las presiones subieran, entonces provocaría la caída de nuestras reservas internacionales netas, dado que el Banco Central tendría que salir a vender dólares al mercado. Si el precio del dólar subiera mucho, los balances de las empresas y familias podrían tener problemas si sus deudas están en dólares y sus ingresos en soles; pero un precio del dólar más alto que el actual también es importante para la competitividad de nuestra economía.

9º Se estima que habrá una menor inflación en el país por la caída de los precios internacionales de los alimentos, materias primas y petróleo. Pero habría que evaluar el resultado final si subiese el precio del dólar en algún momento del año.

Oportunidad y reflexión final

Cuando se presenta un momento de crisis, aparte de las dificultades y peligros que se presentan, también se abren nuevas oportunidades. Una de estas es la mirada al mercado interno, dada la caída de los mercados externos, generando posibilidades de inversión y atención pública y social en los espacios locales y regionales. Es posible que haya una tendencia a la inversión en alimentos, muy importante para la seguridad alimentaria y la nutrición de nuestra infancia y población en general. También puede abrirse una oportunidad para que desde las regiones y en las instancias gubernamentales nacionales, se discuta con profundidad, la mayor inversión en educación y salud, que llamamos capital humano.

De la misma forma, es posible que se abra la oportunidad en la generación de tecnologías apropiadas para nuestra realidad, tanto en la agricultura y el campo, como en la industria y las ciudades. También es una posibilidad abrir el debate colectivo sobre los problemas y alternativas para la construcción del sistema público en lo local, regional y nacional, que requiere nuestro país para enfrentar la tarea de erradicar la pobreza, y establecer sus relaciones con la sociedad civil y el mercado.

Es decir, más allá de las iniciativas de sobrevivencia y de generación de ingresos, existen también estrategias de desarrollo local y de construcción de ciudadanía y democracia local, que pueden ser recuperadas. El momento también puede ser propicio para buscar nuevas formas de organización, nuevos estilos de relación entre distintos agentes de la economía, y nuevos liderazgos en lo social y político.

Publicado en junio 2009


Ismael Muñoz Portugal

Economista. Profesor del Departamento de Economía de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

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