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Edición Nº 31

Cuba: ¿reconciliación tardía?
12 de junio, 2015

En los últimos meses nos hemos enterado no sólo del sorprendente viraje en la política exterior de Cuba y EEUU, sino del rol importante que jugó el Papa Francisco, actitud papal que motivó las extrañas palabras de Raúl Castro en el sentido de que podría “regresar a la Iglesia”, rezar y, al lado de ello, recordó la educación recibida por él y su hermano Fidel en los colegios de los jesuitas.

Cuba: la larga marcha hacia la revolución

Cuba es un caso bastante singular en la historia de América Latina: en primer lugar no conquistó su independencia entre la segunda y la tercera década del siglo XIX, sino que permaneció como parte del semi-destruido imperio colonial español hasta fines de ese siglo. Además, la isla caribeña era codiciada por EEUU, la potencia emergente de aquel tiempo.

En la década de 1820 el Presidente Monroe había proclamado “América para los americanos” y esto, en cierta forma, implicaba el concepto de dominio continental por parte de EEUU; y la zona más inmediata para controlar era el Caribe.

La prensa norteamericana -en especial los diarios del magnate Hearst- impulsaron una campaña contra la represión ejercida por el colonialismo español y de solidaridad con el pueblo cubano. En este clima el gobierno norteamericano envió al acorazado MAINE para “proteger a los norteamericanos que vivían en Cuba”. Al poco tiempo el MAINE fue volado en circunstancias extrañas y, antes que concluyeran las investigaciones, EEUU culpó a España y le declaró la guerra. Lo que siguió fue una fácil victoria.

Como consecuencia, Filipinas y Puerto Rico pasaron a EEUU, y Cuba logró su independencia pero -mediante la “Enmienda Platt”- EEUU se reservó la posibilidad de intervenir para “restaurar el orden”. Cuba fue un país totalmente sometido al dominio económico de EEUU: las exportaciones cubanas tenían como principal destino EEUU, y también lo era el capital invertido en los ingenios azucareros y en las escasas industrias de la isla.  De otro lado, en los años 40 y 50, hubo fuertes inversiones en hoteles, cabarets y casinos por obra de empresarios mafiosos que de este modo lavaban dinero ilícito.

En 1952 se produjo un golpe de estado dirigido por Fulgencio Batista, quien estableció una dictadura represiva y corrupta. Frente a él, se alzó el joven abogado del partido ortodoxo, Fidel Castro Ruz, quien luego de fracasar en el intento de que la Corte Suprema enjuiciara al dictador, dirigió un alzamiento en Santiago de Cuba. El alzamiento fracasó y los rebeldes que sobrevivieron fueron enviados a prisión en la isla de Los Pinos.

A mediados de la década, cuando Batista se sintió seguro, dio una amnistía y liberó a Fidel y sus seguidores. Al poco tiempo Castro viajó a México para preparar una invasión a la isla y derrocar al dictador. El intento de invasión casi termina en fiasco pues la embarcación naufragó. Los sobrevivientes iniciaron una guerrilla en las montañas de Sierra Maestra.

En menos de tres años los guerrilleros lanzaron una ofensiva que culminó –a fines de 1958- con la toma de Santa Clara; al llegar esa noticia a La Habana el dictador fugó del país en la noche de año nuevo. Fidel consiguió que todos los mandos militares capitularan y que las diversas fuerzas políticas lo reconocieran como jefe de las nuevas FFAA nacidas del triunfo guerrillero.

Conflicto con EEUU y radicalización política

Durante toda su lucha previa a la toma del poder no existía ninguna relación entre Fidel y el marxismo-leninismo; su hermano Raúl le planteó la posibilidad de asistir a un congreso internacional. Considerado “de fachada” de organizaciones comunistas Fidel se negó. En los primeros tiempos Fidel habló de “humanismo” y que la revolución “no es roja sino verde olivo”.Pero pronto los comunistas del PSP (Partido Socialista Popular) aparecieron como necesarios: Fidel necesitaba organización y coherencia doctrinaria, cosa que solo este grupo podía dar. Este acercamiento se dio a pesar que -en 1956- el PSP calificó a Fidel de: “aventurero pequeño burgués”. El PSP solo se plegó a la lucha revolucionaria en 1958. En 1959 y 1960 un número creciente de militantes de la revolución comenzaron a asilarse o escapar al extranjero: el más importante fue el Presidente y ex juez supremo Manuel Urrutia.

El gobierno de EEUU exigió pago al contado por los fundos expropiados por la reforma agraria y protestó por las ejecuciones de batistianos acusados de crímenes de torturas y asesinatos. Las relaciones se deterioraron.

Las relaciones con la URSS se iniciaron  en febrero de 1960, luego que visitara Cuba -de vuelta de México- el viceprimer ministro Anastas Mikoyan. Cuando EEUU cortó la ayuda económica, la URSS inició programas de cooperación; cuando EEUU suspendió la importación de azúcar cubana, la URSS la compró; y cuando EEUU cortó la venta de petróleo, la URSS envió el hidrocarburo.

El lenguaje de los líderes se radicalizó: Fidel pasó del humanismo al socialismo; el ‘Che’ Guevara habló de marxismo y, finalmente, a fines de 1961, Fidel se definió como marxista-leninista.

El sueño internacionalista

La URSS no solo ganó un aliado en las “narices de EEUU” sino un colega ideológico. Pero esta aproximación al leninismo no significó una cercanía a los partidos comunistas ortodoxos de América Latina que -al igual que la URSS- no deseaban revoluciones marxistas en estas latitudes. Fidel se aproximó a los grupos “castristas”, generalmente disidentes de partidos social-demócratas, y que rompieron con sus líderes porque querían seguir el ejemplo de Fidel. Estos grupos buscaron convertir los Andes en una mayor Sierra Maestra. Esta actitud fue acompañada de críticas directas a los Partidos Comunistas del continente y fue acompañada -dentro de Cuba- de una apertura en arte y literatura que chocaban con la perspectiva neo-estalinista de los líderes del PSP.

En ese período se formó la TRICONTINENTAL[1], se lanzó como consigna: “el deber del revolucionario es hacer la revolución” y se difundió el libro de Regis Debray: “¿Revolución en la revolución?”, una exaltación de la guerrilla. Sin embargo, esta línea no pudo resistir el fracaso del ‘Che’ y su muerte en Bolivia.

Las duras realidades y el sometimiento a la URSS

A pesar que -durante algunos meses- prosiguió la retórica anterior, era claro que a Cuba no le quedaba más remedio que seguir la línea de la URSS: apoyar regímenes reformistas y avanzados como los de Allende y Velasco.

Pero Fidel siguió empeñado en heterodoxias económicas, principalmente no aceptar los estímulos materiales existentes en la URSS, y se lanzó a la campaña por la ZAFRA DE LOS 10 MILLONES -en la cual esperaba  batir un record en producción de caña de azúcar-. La zafra fue un fracaso y Fidel tuvo que resignarse a ser un escudero de la URSS. Sus intervenciones militares fueron sobre todo en África y eran acciones al servicio de la política exterior soviética.

La forma más clara en que Castro mostró su nueva línea fue el claro apoyo a la invasión a Checoslovaquia. También todos los audaces experimentos de tipo cultural fueron reemplazados por el uniforme y gris estilo de la Europa del este post-estalinista.

La caída del comunismo y la crisis

Al producirse la implosión de los regímenes de Europa del este, terminó el subsidio soviético y ello significó un duro período de “vacas flacas” en la isla. La situación fue tan grave que estuvo a punto de generar un colapso del régimen, pero pronto apareció un nuevo salvador: la Venezuela “bolivariana” de Chávez.

A partir de la venta de petróleo barato a Cuba y de su solidaridad política, los cubanos enviaron “misiones” destinadas a apoyar los programas sociales del chavismo. Estos programas fueron esenciales para la solidez y el apoyo popular de que gozó la “revolución bolivariana”.

En los últimos tiempos el régimen de Venezuela ha venido pasando por problemas muy serios: el liderazgo de Maduro no es comparable al de su predecesor; la situación económica se fue deteriorando (un signo visible es el incremento de la inflación); esto a su vez condujo a que la oposición se fortaleciera y el clima de inestabilidad contribuyó a agravar la situación política.

Estos hechos se presentaron ante la cúpula gobernante cubana y los llevó hacia una conclusión basada en el realismo político que caracterizó a todos los regímenes leninistas. Raúl aprovechó que en esta coyuntura había un demócrata en la Casa Blanca y, a partir de aquí, comenzó a actuar en forma silenciosa, alejándose sin hacerse ningún problema, de sus aliados chavistas.

También Raúl aprovechó que, en el Vaticano, hay un pontífice de claras ideas progresistas y -con el apoyo de éste- pudo generar una aproximación a su tradicional enemigo. Los cubanos verán con alivio el fin del bloqueo y verán con ojos positivos las posibilidades concretas de progreso individual que esta situación genera. Por ello el Papa puede ver fortalecida su situación y, de modo paralelo, la de la Iglesia en Cuba.

[1] Organización promovida por Cuba para impulsar la guerrilla en todo el Tercer Mundo, lo cual era contradictorio con la política soviética


César Arias Quincot

Periodista, licenciado en  historia  y profesor de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.

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