Recientemente se realizó en México un encuentro de los rectores de las universidades jesuitas del mundo. Dicha reunión incluyó dentro de los temas tratados el de “Ecología y Sustentabilidad” por considerarlo uno de los temas o retos de “frontera”.
La Ecología es la ciencia que estudia a los seres vivos, su distribución y abundancia, las relaciones con su ambiente y la transformación de los flujos de materia y energía. Por otra parte, cuando hablamos de sustentabilidad nos referimos a “la satisfacción de las necesidades de la actual generación sin sacrificar la capacidad de futuras generaciones de satisfacer sus propias necesidades”. Esta definición, basada en tres pilares: Viabilidad Económica, Justicia Social e Integridad Ecológica, se deriva directamente del concepto de desarrollo sostenible o sustentable propuesto por la Comisión Brundtland en 1987.
¿Por qué la consideración del componente de integridad ecológica del desarrollo sostenible constituye un reto de “frontera” para los jesuitas?
En el año 2005, más de 1.350 científicos de 95 países convocados por las Naciones Unidas presentaron las conclusiones de la mayor auditoria ecológica sobre el estado de conservación de los ecosistemas del planeta y el uso de los servicios que generan a la sociedad: la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio[2]. De acuerdo a este estudio en los últimos 50 años, los seres humanos hemos transformado los ecosistemas más rápido y extensamente que en ningún otro período de tiempo de la historia, en gran medida para resolver rápidamente las demandas crecientes de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible. Si bien esta transformación del planeta ha aportado considerables beneficios al bienestar humano y al desarrollo económico, no todas las regiones ni grupos de personas se han beneficiado de este proceso. A muchos les ha perjudicado y recién nos estamos percatando de los altos costos asociados a estos beneficios.
Los principales resultados de esta Evaluación fueron:
En conclusión, la erradicación de la pobreza y los Objetivos del Milenio no se alcanzarán si no se da marcha atrás a la presente degradación ambiental. Esto es especialmente cierto para Latinoamérica, en particular para los países andino-amazónicos, como el Perú, cuya dependencia de los bienes y servicios derivados de sus ecosistemas naturales es alta.
No existe una solución simple a estos problemas. Para asegurar una gestión sostenible de los ecosistemas se requieren cambios sustanciales en las instituciones y en la gobernanza, en las políticas económicas, sociales y ambientales, en la tecnología y los conocimientos, pero sobretodo en la visión y los valores que inculquemos en los jóvenes de hoy, de modo de instaurar creativamente un modo de vida sostenible a nivel local, nacional y global.
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[1] El Secretariado para la Justicia Social y Ecología creó un grupo de trabajo para reflexionar sobre "la centralidad de nuestra alianza con la creación" (Dec. 3, 36), teniendo en cuenta que "el cuidado del medio ambiente afecta la calidad de nuestra relación con Dios, con los otros seres humanos y con la misma creación" (Dec. 3, 32), y para dar seguimiento a las directivas del Papa Benedicto XVI que ha dedicado a este punto un capítulo entero de la encíclica Caritas in Veritate (Cap. 4).
[2] Millennium Ecosystem Assessment, 2005. Ecosystems and Human Well-being: Synthesis. Island Press. Washington D.C.
Publicado en julio 2010
Luisa (Lupe) Guinand
Universidad Antonio Ruiz de Montoya