La pandemia está dejando estragos nefastos en el país, con más de 200,000 personas que perdieron la vida y más de tres millones (10% de la población) que pasaron a situación de pobreza. Según UNICEF, la pobreza y extrema pobreza afectaría de manera más pronunciada a la niñez y la adolescencia provenientes de hogares con empleos precarios e informales. A lo que se suman otras investigaciones que señalan que 1 de cada 100 menores en el Perú han quedado en estado de orfandad, encabezando la lista con mayor ratio mundial.
Ante lo que pareciera que estamos en un punto de inflexión en el cual pasaríamos de no saber cómo afrontar la pandemia a convivir con la COVID-19 y reestructurar nuestro futuro; creemos fundamental dedicar tiempo, reflexión y análisis precisamente a quienes son los forjadores del futuro próximo del país. Por eso en este número de INTERCAMBIO abordamos diferentes aspectos sobre los niños, niñas y adolescentes del Perú: las generaciones post-pandemia.
Lo primero que señalamos es que existen varias niñeces y clases de adolecentes: la urbana, rural, amazónica, andina, con buen o mal acceso a los sistemas de salud, de educación, huérfanos, etc. Cada una de ellas nos exige respuestas comprometidas. Y dentro de ese abanico de historias y rostros de millones de niños, niñas y adolescentes es necesario analizar las problemáticas que padecen desde hace décadas y las que sumaron y pronunciaron con la pandemia.
Es evidente cómo han sido afectados en su educación, pero a ello se suman complicaciones que no son tan evidentes pero que tendrán consecuencias de peso en su futuro como son las carencias afectivas por perdidas de sus madres-padres; el aumento de la violencia, enfermedades de salud mental (angustia, depresión y adicciones tecnológicas).
Ellas y ellos son los constructores del Perú de mañana. Por ello es necesario mirar su realidad y los aspectos que se tienen que tomar en cuenta para que lleguen a ese futuro próximo con las condiciones que les permitan sus realizaciones personales y como sociedad. Así es fundamental que tanto el estado como la sociedad civil nos comprometamos en dar respuestas a las necesidades y oportunidades de los niños, niñas y adolescentes.
Carlos Silva Canessa, Sj