El P. Felipe Mac Gregor, SJ proponía trabajar por una cultura de paz y, parafraseando esta expresión suya, es que hemos titulado este número de la revista Intercambio «Por una cultura del diálogo», porque creemos que es justamente lo que nuestra sociedad necesita el día de hoy y es aquello en lo que nosotros podemos colaborar. Los jesuitas reunidos en la Congregación General 35 el 2008 definieron la misión de la Compañía de Jesús como invitada a establecer puentes de diálogo y reconciliación entre las fronteras culturales, sociales y religiosas en nuestras sociedades. Nuestro trabajo en servicio de la fe y la promoción de la justicia es un llamado a ir a las fronteras físicas y espirituales donde nadie más quiere o puede ir, y en medio de esas fronteras trabajar por el diálogo y la reconciliación.
En medio de los conflictos sociales que se suscitan en nuestro país, en medio de las tensiones que pueden surgir en el espacio eclesial, en medio de las realidades de injusticia que viven muchos en el Perú y en el mundo entero, más allá de nuestras fronteras geográficas, en cada uno de esos espacios, estamos invitados a propiciar el diálogo, a que podamos sentarnos en una misma mesa y de manera horizontal podamos escucharnos unos a otros.
Dialogar no es sentirnos dueños de la verdad, es reconocer que encontramos la verdad juntos, en camino, compartiendo, debatiendo. Dialogar es disponerme a escuchar al otro sin interrumpirlo y a dejarme confrontar por lo que el otro pueda decir y confrontado estar dispuesto a cambiar mi propio punto de vista si es necesario. Dialogar es expresar mi opinión, mi parecer, mis certezas, con respeto y sin querer imponerlas, es ponerlas sobre la mesa para hablar y discutir sobre ellas. Dialogar es no renunciar a la posibilidad de pensar, reflexionar, discutir, debatir, confrontar junto con otros. Dialogar es construir una cultura nueva, una sociedad más justa, es en definitiva ayudar a la construcción del Reino.
Trabajar por una cultura del diálogo no es sólo un imperativo cultural o social, no es sólo algo que está de moda o que debería estar de moda; trabajar por una cultura del diálogo responde al llamado primero de Jesús a trabajar por su Reino, a ir a las fronteras porque él estuvo primero en las fronteras, porque él fue puente de diálogo y reconciliación entre personas distintas, entre culturas distintas. Es originalmente el hecho de sentirnos llamados como cristianos a participar en la construcción del Reino, lo que nos motiva a generar espacios de diálogo en nuestra sociedad, en nuestra Iglesia, en el mundo.
César Torres Acuña