El 2013 empezó con el ambiente político movido con las campañas a favor y en contra de la revocatoria de la alcaldesa de Lima, Susana Villarán. A simple vista parece la utilización de un recurso propio de la democracia que vivimos. Desde 1997 algunas autoridades pueden ser revocadas cuando se demuestran actos de corrupción o si se demuestra que no se ha cumplido con las tareas para las que fueron elegidas. Lo que está en discusión en estos momentos es si la revocatoria responde a estas razones o es consecuencia de una lucha por el poder anidada en rivalidades políticas. Será el elector quien tendrá que decidir qué es lo que más le conviene a la ciudad de Lima. Todos tenemos derecho a revocar a nuestras autoridades cuando ellas malversan fondos o incumplen con su labor, pero también tenemos la responsabilidad de informarnos bien y de saber realmente por qué tomamos la decisión de revocar a quien hace poco decidimos nombrar como nuestra representante en la dirección de la ciudad capital.
En este número de Intercambio hacemos hincapié en el hecho de que todos tenemos una variedad de derechos que nos asisten, pero esos derechos vienen acompañados de responsabilidades que también debemos asumir. Todos tenemos derecho a saber qué es lo que ocurrió en los años de la violencia. No tener conocimiento de ello trae como consecuencia el surgimiento de grupos como el Movadef. A 20 años de la captura de Abimael Guzmán, es nuestra responsabilidad informarnos y comunicar a otros lo que el Perú vivió, los errores políticos cometidos y los abusos y las muertes, para que no se vuelva a repetir nunca más.
Todos tenemos derecho a ser tratados con igualdad, sin tener en cuenta el color de nuestra piel o el lugar en el que hemos nacido o el dinero con el que contamos. El racismo es todavía una tara en nuestra sociedad, que debemos tratar de erradicar. Nuestra sociedad debe ser el espacio en el que cada ciudadano se sienta libre y tratado con la dignidad que le corresponde a su condición de ser humano. Del mismo modo la Iglesia debe ser el espacio en el que tanto laicos como religiosos puedan encontrar la manera de trabajar juntos en la construcción del Reino, tal como lo propone el Concilio Vaticano II.
Para los Jesuitas el año que comienza se ve inspirado y motivado por la visita que tuvimos del Padre General, Adolfo Nicolás SJ, quien compartió diversos momentos con los jesuitas y sus colaboradores en la misión y nos invitó a “hacer aquello que todavía nadie se atreve a hacer”. Esta invitación es válida para nuestra vida en la Sociedad y en la Iglesia, es parte de nuestra responsabilidad, la de seguir creando un mundo mejor para todos.
P. Víctor Hugo Miranda, SJ