Sólo en nuestro país, según reportes del MINAM, en los últimos 10 años se han perdido más de 15 mil hectáreas de cultivos por efectos climáticos. Y durante el 2017, en los bosques de nuestra Amazonía, la pérdida alcanzó más de 140 mil hectáreas, según un reporte del Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP). Estas son cifras alarmantes, es verdad, pero dentro de todo cabe un brote de esperanza. mocicc
Quizás ya no estamos a tiempo de prevenir, pero podemos mitigar todos aquellos efectos del cambio climático que afectan nuestro entorno cercano, es por ello que plataformas como las del Movimiento Ciudadano frente al Cambio Climático (MOCICC) intervienen para conducir un grupo de personas desde distintas áreas y hacerlas coincidir en un espacio común, que lleve a todos a actuar como agentes de cambio.
Convergen en este espacio personas de diferentes edades, así como estudiantes, profesionales y ciudadanos comprometidos. Los perfiles van desde estudiantes, egresados, magísteres (en áreas como administración, educación, ciencias de la comunicación, derecho, ciencias políticas, geografía, veterinaria, ingeniería industrial, forestal y por supuesto ambiental), personas preocupadas por el futuro de los suyos que, desde casa, desde el trabajo o en su medio de transporte, inician pequeñas batallas contra esa despreocupación que muchos de los ciudadanos aún mantienen respecto a temas ambientales, escudándose quizás en la errónea idea de que esto no les compete.
En este marco, a inicios de año, el MOCICC abrió sus talleres de verano para activistas, con el objetivo de capacitar a más de 100 jóvenes en cambio climático, activismo, comunicación y herramientas digitales para campañas de forma gratuita, con el único propósito de fortalecer conocimientos e incentivar nuestra capacidad de acción para transformar nuestra sociedad frente a los inmensos retos que nos plantea el cambio climático.
Las convocatorias a dichos talleres se realizaron desde las redes sociales, siempre tratando de llegar a la mayor cantidad de interesados para poder compartir conferencias y ponencias sobre alternativas y experiencias inspiradoras frente al cambio climático, incidencia social, comunicación ambiental y activismo climático. Asimismo, se programaron actividades de integración para poder reforzar el compromiso de los involucrados con actividades de plantaciones y muralizaciones, interviniendo en barrios de Lima, como El Agustino y Comas, con familias enteras donde niños, adolescentes y adultos pudieron compartir un mensaje de protección de espacios, uso de energías limpias y cultura ambiental.
Es así como inicié actividades con el MOCICC desde principios de este año. Me atrajo la idea de un grupo multidisciplinario, reunido en aras de enfrentar una situación de la que todos somos responsables.
Una de las últimas actividades que más me llenó como activista, y en la que pude acompañar al equipo, fue una intervención en las Lomas de Primavera, en Carabayllo. Esta experiencia sostenible ejemplifica que, a pesar de las diferentes profesiones o actividades cotidianas que se hagan en el día a día, cabe dentro de la rutina un lugar para compartir y dar vida a un espacio tan frágil y tan significativo a la vez.
Quisiera compartir con ustedes lo que sucedió ese día, para que puedan tener una idea del trabajo voluntario que se hace en beneficio de nuestro ambiente:
Domingo 30 de junio, día nublado, los motores calientes, todas las ganas de activar y las lomas esperándonos. Fue así como, conjuntamente con un grupo de voluntarios, partimos a Carabayllo a arborizar y reclamar, en nombre de las lomas, aquellas parcelas lotizadas por meses atrás.
En el camino nos topamos con el señor Ascencio Vásquez, hombre comprometido con las lomas, luchador constante y defensor de las Lomas de Primavera, quien demuestra con cada acción el respeto y amor que siente por estos frágiles ecosistemas que son el pulmón de esta caótica y bulliciosa ciudad.
Al bajar de la movilidad observamos que la densa neblina cubre el paisaje, la garúa cae sobre nosotros y nos da la bienvenida. El grupo se reúne, los activistas se presentan, hoy nos acompaña un miembro del Servicios de Parques de Lima (SERPAR) quien nos trae un misterioso gel que, según dice, retendrá por más tiempo el agua que buenamente reciba cada planta; bien sabemos que, en época seca, la falta de agua y las condiciones meteorológicas propias del lugar impiden que las plantas se mantengan en pie.
Cargados con 100 plantones de tara, árbol nativo del Perú con alto potencial de reforestación, subimos a ocupar los espacios previstos para ubicar las plantas y ganarle terreno a la ilegalidad. Arriba, las lomas nos reciben con ese tiempo característico que nos dice que es "tiempo de lomas": un manto de vegetación naciente se abre paso entre las rocas, en unos días más lo cubrirá todo.
Los voluntarios recibimos una pequeña inducción de cómo tratar los plantones y qué cantidad de humus y gel usaremos en cada hoyo preparado. Se dividen los grupos, grupo humus, grupo agua, grupo gel… nos remangamos las poleras y empezamos a remover la tierra. Con ayuda de palas y herramientas improvisadas comenzamos a preparar el terreno en el que deberán crecer y mantenerse los árboles de tara. El ambiente es ameno, algunas figuras de los voluntarios se pierden entre la espesa neblina, pero sabemos que están ahí porque oímos las risas y el llamado a los diferentes grupos pidiendo materiales.
Al final de la jornada, cuando el último árbol de tara es plantado, una sensación de satisfacción y felicidad se alberga en los corazones de los presentes. Nos reunimos para dar un recuento de las actividades y felicitar la labor conjunta. Bajamos a refugiarnos del frío y compartimos un almuerzo vegetariano. Sin olvidar el compromiso ambiental, utilizamos cubiertos y platos de material compostable, y agradecemos la comida mientras intercambiamos experiencias con los demás activistas. Las anécdotas van desde cómo fue nuestro acercamiento al MOCICC hasta recomendaciones de cómo cultivar vegetales en casa.
Terminado el almuerzo, amablemente el señor Ascencio nos ofrece un recorrido por las lomas, donde nos explica el valor de las especies que habitan la zona, las limitaciones que muchas veces se presentaron, los esfuerzos de su conservación y lo increíble de un amanecer sobre un colchón de nubes desde lo alto de la Loma.
Por el tiempo, nos disponemos a bajar con la garúa como compañera, y el señor Ascencio nos ofrece una demostración de cómo funcionan los atrapanieblas que están siendo implementados en distintos puntos para poder aprovechar la humedad del ambiente y convertirla en agua que alimentará a la comunidad arbórea que hasta ahora se ha venido reforestando.
Es momento de despedirnos de nuestro amigo Ascencio, muy agradecidos por la oportunidad de participar en espacios como este, donde el MOCICC convoca a agentes de diversas áreas que quieren ver un cambio en el entorno y activan en función de ello. De esta experiencia tan enriquecedora, muchos de los participantes salimos con nuevos aires de esperanza, pensando que sí es posible un cambio si la comunidad actúa en conjunto. Cada persona, sin importar el escenario en el que se desenvuelva, puede aportar en esta lucha contra el cambio climático.
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Es cierto que nuestro consumo desmedido de recursos nos ha llevado a enfrentar una crisis no solo ambiental, sino también social; cabe entonces cuestionarnos y sincerarnos en el hecho de si estamos o no haciendo algo para encarar los efectos del cambio climático, sea cual sea la arista de la que seamos parte… Ya estamos viviendo esta crisis, es tiempo de actuar.
Podemos inspirarnos en personas como el señor Ascencio, valiente ciudadano que día a día lucha en defensa del medio ambiente y nuestras lomas costeras, espacios valiosos para conservar la naturaleza, sensibles, pero con mucho potencial por descubrir. Nuestra ciudad nos necesita, el Perú nos necesita, es hora de aunar esfuerzos para enfrentar este fenómeno global.
Primavera 2019
Brigith Isabel Pedreros Sandoval
Activista del Movimiento Ciudadano frente al Cambio Climático (MOCICC)