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Edición Nº 47

Jóvenes rurales: una propuesta más allá de la edad
4 de septiembre, 2019

En el Perú, como en otros países, se considera joven a la persona cuya edad se ubica entre los 15 y 29 años. De acuerdo a los resultados del último censo poblacional realizado en el país (INEI 2017), hay más de 7 millones de peruanos que pueden ser considerados como jóvenes y que representan un cuarto de la población nacional (24.9%). La mayoría de ellos habita en zonas urbanas (81.6%), en línea con la tendencia nacional en el área de residencia. No obstante, al ser mirados al interior de cada zona, es posible hallar diferencias: mientras que en las ciudades representan un cuarto o más de la población urbana, en las áreas rurales representan el 22.2% de la población. Esta diferencia expresa claramente el fenómeno de abandono del campo por parte de los jóvenes; sin embargo, también nos muestra que aún permanecen en el área rural. De hecho, según el censo, se trata de más de 1 millón 300 mil jóvenes rurales.

¿Quiénes son los jóvenes rurales? Esta es una pregunta que ha sido abordada desde dos aristas: juventud y sector rural. Desde el lado de los estudios rurales, es mucho lo que se ha avanzado en la comprensión de los cambios ocurridos en el mundo del campo, como consecuencia del aumento de la cobertura de los servicios públicos, del surgimiento de nuevas actividades económicas en la zona, del incremento de su conexión con las ciudades, entre otros. Sin embargo, más allá del impacto de estos cambios en el contexto rural en el que viven los jóvenes, es poco lo que se ha hecho por entender a esta población. Más aún, las problemáticas asociadas a la juventud han sido abordadas, frecuentemente, desde una perspectiva urbana.

En el marco del programa “Work 4 Progress”[1], de innovación social para el fomento del empleo y el incremento de los ingresos de jóvenes y mujeres, implementado en tres distritos de la provincia de Quispicanchi (Cusco), se realizó una fase de escucha o diagnóstico participativo con esta población de cinco comunidades de la provincia, a fin de recoger y analizar sus expectativas, dificultades y estrategias en materia de desarrollo económico. Durante el trabajo de campo se hizo evidente que los jóvenes “solteros” eran diferentes de sus pares que ya eran padres. Asimismo, que una pareja de jóvenes padres resultaba similar a otra pareja que le duplicaba la edad y que, según este criterio, era considerada como adulta. Si bien la edad era una manera de poner atención sobre esta parte de la población, resultaba insuficiente para comprender a los jóvenes rurales.

La información recogida y analizada durante la etapa de diagnóstico en Quispicanchi permite proponer que el factor clave para entender las aspiraciones, dificultades y estrategias económicas de las actividades realizadas por los jóvenes rurales, es la carga familiar; aunada con una distinción entre las actividades económicas realizadas según una lógica de manutención y las realizadas según una lógica de generación de excedentes. Las primeras corresponden al ámbito doméstico y se encuentran destinadas a cubrir los gastos diarios y básicos del hogar, en particular la educación de los hijos, su alimentación y el sustento de las actividades productivas de la casa. Las segundas, en cambio, persiguen la rentabilidad y su objetivo es generar dinero extra para el ahorro o la inversión familiar. Lo interesante es que ambas lógicas se encontraban presentes en todos los casos estudiados.

De esta manera, para responder a la pregunta de quiénes son los jóvenes rurales, planteamos 7 tipologías, divididas en jóvenes con hijos y jóvenes sin carga familiar.

Jóvenes rurales con hijos

I. Familias con roles complementarios

En estas familias la mujer trabaja en las actividades productivas correspondientes al ámbito de la casa, mientras el esposo se ocupa en empleos, por lo general, fuera de la comunidad. El cuidado de los hijos, como también de los animales y la chacra, son deberes asociados a la “casa” y recaen en la mujer. Los trabajos de ambos miembros resultan complementarios y, si bien el varón se suele hacer cargo de los momentos del trabajo agrícola que demandan más esfuerzo físico o colabora en los gastos del hogar, lo interesante es la diferencia de sus lógicas: los ingresos de las actividades a cargo de la mujer buscan cubrir los gastos cotidianos del hogar (son de manutención), mientras que los del hombre persiguen disponer de ahorros para la familia (son de generación de excedentes). Esta tipología de familia es la más extendida en las comunidades de Quispicanchi.

II. Familias con roles convergentes

En este tipo de familia, el diferencial consiste en que la mujer comparte sus actividades destinadas a la manutención con actividades que tienen como objetivo la generación de excedentes, ya sean dentro de la casa o fuera de ella. Si bien esta familia es la menos extendida en la provincia de Quispicanchi, ha sido posible identificar tres condiciones que favorecen el surgimiento de madres vinculadas a emprendimientos o empleos en que persiguen generar excedentes: (a) el apoyo en el cuidado de los hijos, que libera de tiempo a las mujeres y les permite destinarlo hacia una nueva actividad; (b) la experiencia de trabajo previa a la maternidad, asociada a una valoración positiva respecto a la generación de ingresos propios; y (c) un reparto distinto de las responsabilidades de gasto al interior de la pareja, donde el hombre puede asumir gastos de manutención, lo que posibilita a las mujeres disponer de capital y tiempo para iniciar un emprendimiento.

Los jóvenes “solteros” eran diferentes de sus pares que ya eran padres. Asimismo, una pareja de jóvenes padres resultaba similar a otra pareja que le duplicaba la edad y que, según este criterio, era considerada como adulta.

III. Familia con actividad rentable dentro de la casa

También se da el caso en que una actividad doméstica, destinada originalmente a la manutención, pueda transitar a ser una actividad que genere excedentes. Este cambio trae consigo nuevas exigencias para las mujeres, en particular, una mayor demanda de tiempo y una necesidad de adquirir conocimientos técnicos más especializados. Ante esta situación, los hombres suelen regresar a casa para apoyar a las mujeres y liderar el negocio familiar, toda vez que ahora les es posible adquirir en casa los excedentes que antes conseguían en empleos fuera de la comunidad.

IV. Familia de madre soltera

Las madres solteras son aquellas que no cuentan con el apoyo económico del padre de sus hijos. En ellas recae tanto la necesidad de cubrir los gastos cotidianos, como de hacer realidad las aspiraciones por contar con mejores opciones de ingreso. Si bien la mayoría de ellas cuenta con el apoyo de sus propios padres (los abuelos) para el cuidado de sus hijos o el desarrollo de alguna actividad productiva, por lo general se dedican a actividades de manutención y les es difícil encontrar en la comunidad una actividad donde generar excedentes. Al tener que hacerse cargo de ambos, los deberes de manutención y generación de excedentes, con la limitante de ser la única responsable de los hijos, las madres solteras son un grupo vulnerable en la medida en que disponen de menos posibilidades para hacer realidad las aspiraciones familiares.

Jóvenes rurales sin carga familiar

A. Jóvenes que migran

Se trata jóvenes que salen del campo para cumplir sus expectativas de trabajo y condiciones de vida. Hay tres explicaciones que reúnen las razones por las que estos jóvenes migran: (i) motivaciones económicas, (ii) tipo de trabajo y (iii) prestigio. Las motivaciones económicas se refieren a situaciones de carencia dentro del hogar, o a aspiraciones por tener mejores ingresos que los que se suelen hallar dentro de la comunidad o el distrito. El tipo de trabajo se refiere a la búsqueda de ocupaciones que no involucren esfuerzo físico; esto se explica porque, en base a su experiencia y a la de sus familias, los jóvenes rurales buscan escapar de la dureza del trabajo agrícola y pecuario. Por último, existe un factor de prestigio, donde el trabajo de oficina y de ciudad es mejor valorado. Los jóvenes que migran por estas razones, no suelen tener en su horizonte regresar.

B. Jóvenes con expectativas de migración truncas

Se trata de jóvenes que tenían razones para migrar pero que, por distintos motivos, no pudieron concretar sus planes de salir. Estos motivos pueden ser varios, entre ellos: no haber culminado los estudios básicos, la muerte de uno de los padres y el deber de hacerse responsable de la familia, la dificultad para ingresar a un centro de educación superior en repetidas ocasiones, la falta de medios económicos, entre otros. A pesar de estas situaciones, se ha visto que cuando estos jóvenes encuentran una oportunidad interesante de emprendimiento dentro de la comunidad, son capaces de sacarlos adelante.

C. Jóvenes que salen con una idea de emprendimiento futuro dentro de la comunidad

Esta tipología corresponde a los jóvenes, hombres o mujeres, que tienen una idea de negocio rural en mente y salen con el objetivo de buscar empleos que les permitan ahorrar o ganar experiencia, a fin de regresar a sus comunidades y hacer realidad el emprendimiento que, por lo general, cuenta con apoyo familiar. Hay tres hechos que destacar sobre estos jóvenes y sus emprendimientos. El primero es que se interesan por ideas de emprendimiento en la medida en que generen excedentes. De esta manera, se inclinan por escalar un eslabón dentro de la cadena de valor de un producto tradicional –no por realizar la actividad tradicional de manutención de la familia–, o apuestan por introducir productos que tengan mayor demanda o precio en el mercado. El segundo, es que no solo cuentan con el apoyo familiar, sino que articulan a sus familiares y las actividades que realizan dentro del diseño del negocio, dando pie a lo que podría ser un emprendimiento o empresa familiar. Además, en esta medida, es importante señalar que estos emprendimientos podrían tener el potencial de transformar la lógica de las actividades tradicionales, desde una lógica de manutención hacia una de generación de excedentes. Por último, el tercer hecho a destacar se refiere a que, si bien se trata de apuestas familiares, es innegable que son cambios motivados por la agencia de los jóvenes y, en particular, por sus nuevas aspiraciones.

Las tipologías aquí presentadas pretenden ser una guía a la intervención del programa “Work 4 Progress” en la provincia de Quispicanchi (Cusco) como también, en la medida de sus limitaciones, servir de aporte al desarrollo de nuevas propuestas de trabajo con jóvenes rurales en otras realidades. El programa “Work 4 Progress” ha diseñado prototipos de empleo y mejora de ingresos económicos para jóvenes y mujeres rurales de la provincia de Quispicanchi (Cusco) en función a estas tipologías. Esperamos que los resultados de su implementación contribuyan a validar o mejorar estas categorías, que se encuentran en permanente construcción.

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[1] Work 4 Progress (W4P) es un programa de innovación social para el fomento del empleo e incremento de los ingresos para jóvenes y mujeres de sectores vulnerables de India, Mozambique y Perú. Es un programa promovido por la Obra Social “la Caixa”. En Perú, el Programa W4P es implementado en las provincias de Quispicanchi (Cusco) y Condorcanqui (Amazonas) por la red de instituciones conformada por la Fundación Entreculturas, Fe y Alegría del Perú, la Asociación Jesús Obrero CCAIJO, la Fundación AVSI, la ONG SAIPE y la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. El Programa W4P propone una metodología en 4 fases: Escucha (Diagnóstico), Co-creación, Prototipado y Escalado.

Primavera 2019


Giacomo Bassilio Elliott

Antropólogo. Coordinador del Programa Work 4 Progress en Quispicanchi, Cusco.

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