Entrevista al P. Francisco Chamberlain, SJ
Por Diana Tantaleán C.
Apostolado de Justicia Social y Ecología
Francisco Chamberlain sj llegó al Perú en 1963, formando parte del Colegio San José de Arequipa, posteriormente estuvo en Juliaca; cinco años en El Agustino, luego ocho años en Ilo (es uno de los fundadores del CEOP Ilo). En 1983 regresa a Lima, concretamente a El Agustino, donde permanece durante más de 20 años, hasta que la Provincia le solicita ir a Ayacucho, donde actualmente se encuentra.
Desde su experiencia y su compromiso en el Perú, él nos comparte sobre la presencia de la Compañía en el país y los puntos clave a trabajar para alcanzar el ansiado Desarrollo.
Ha habido un cambio importante de contacto con sectores populares, tanto en el medio urbano como en los medios rurales. Creo que la proyección de la Provincia ha avanzado en ese sentido, en un trayecto de 40 años estamos situados en el país de manera diferente de lo que estuvimos cuando llegué al Perú en el 63. Esto es importante porque significa un contacto con el Perú real, con toda su variedad y complejidad. Esto me parece uno de los puntos fuertes cuando se habla de Desarrollo Humano, es mucho más que un discurso, son más bien prácticas desde los centros de Educación Popular, de SEPSI, de los más de 80 colegios de Fe y Alegría; y no simplemente las obras que netamente tienen una proyección socio-económica, sino también los diferentes proyectos sociales y económicos desde plataformas como parroquias, que tienen un contacto cotidiano con la gente, no solo de jesuitas sino también de colaboradores laicos, eso es muy importante.
No hay Desarrollo sin desarrollo de las capacidades de las personas, y me parece que hay una realidad de presencias distintas, variadas, tanto en la selva del alto marañón como en centros urbanos (como en El Agustino). Hay una especie de característica común ahí que me parece muy importante para plantear qué entendemos por Desarrollo Humano, porque (como la CVR* cuando habla de Reconciliación) yo entiendo que más bien se habla de Inclusión; Reconciliación igual a Inclusión. Yo sé que hay otras maneras de entender esa palabra, pero creo que la manera como lo enfoca el Informe de la CVR hay que entender que la Inclusión es la base para proyectar un país de verdad más democrático, entender que hay que romper la barrera de exclusión que existe en la historia del país, una exclusión que se basa en un estilo de entender la práctica política del país.
La falta de consulta de parte de las autoridades, la falta de abrir canales de conversación y diálogo con la población, y la falta de la población de exigir que se abran esto canales, es parte de la historia política del país, de la cultura política del autoritarismo, exacerbado por Sendero Luminoso, porque en cierto modo SL es parte de una cultura política en que el autoritarismo exacerbadísimo tiene algunos caldos de cultivo en la manera como el país se ha desarrollado en su período republicano, sin inclusión en la discusión sobre lo que es el Desarrollo.
Tenemos una democracia muy truncada, a medias, muy débil, y Bagua es el ejemplo reciente más grande de esa falta de discusión previa a las decisiones a tomar por la autoridad política y es una manifestación de ignorar la presencia de la población en el quehacer político y en las decisiones del país; este no es el único ejemplo, es una manera de entender cómo es la política, cómo son las decisiones sobre el desarrollo del país en las que vastos sectores de la población simplemente no cuentan, no hay necesidad de consulta, consultar es complicar la vida para una mentalidad autoritaria, es perder el tiempo, dificulta los proyectos que se pueda tener. Esto es lo que pasó en Bagua, y es un mal endémico que pasa por los municipios y las regiones. Es ahí donde la presencia que ha logrado la Compañía tiene que trabajar, porque esto no va cambiar porque las autoridades sean buena gente, cambia porque la población lo exige, con una sociedad civil más activa, más insistente en la necesidad de lograr la participación y la presencia que le corresponde en el quehacer político.
Creo que la Compañía, en sus distintas presencias en el país, está bien ubicada para poder aportar y contribuir a este esfuerzo de hacer que la población asuma el rol que le corresponde, porque parte de la historia política del país niega ese rol en el fondo; por ello la gente entiende que el político se elige para que “haga”, pero no para que “hagamos”.
Me parece que hay una educación popular, una educación política que todas nuestras obras tienen que tomar en cuenta, no solo las de un sector social, me parece una necesidad de todas las obras que tenemos en la Provincia y también en la Iglesia.
Creo que tenemos que trabajar mucho más en ese sentido. Lo importante es que estamos ubicados como para contribuir significativamente a que el país pueda ser más democrático, y que democracia no se reduzca a votar por tal o cual cada tres, cuatro o cinco años, sino que significa una práctica cotidiana en la vida de más gente en el país.
Me baso en la experiencia más larga que he tenido en un solo lugar, en El Agustino, creo que la parroquia y el SEA, ambos, han significado mayor presencia de la mujer en la vida cotidiana del distrito, guiando los comedores populares, los bancos comunales, etc.
Cuando llegué al Agustino las mujeres dirigentes prácticamente no existían, ahora es muy diferente, esto se debe mucho al trabajo de asesoría en los comedores y bancos comunales, eso aportó un incentivo muy importante para que la mujer del Agustino esté presente en el quehacer cotidiano, en la preocupación por la vida del distrito, de eso se trata.
Hay otros ejemplos que otros compañeros jesuitas pueden aportar de su propia experiencia, porque esto se da en muchas partes; por ejemplo, en la zona del alto Marañón, en cómo la gente siente que tiene un socio jesuita en su necesidad de hacerse sentir y escuchar.
Por ejemplo, ahora existe una empresa particular que los elimina de sus tierras, de sus medios de subsistencia, y estamos viendo las formas legales para ver cómo podemos defender la vida en colaboración con la misma comunidad, para recuperar la posesión clara y legal de lo que ancestralmente es suyo. Este tipo de cosas es posible porque estamos ahí, conversamos con la gente, la gente expresa sus problemas, y necesita un apoyo que ellos solos no pueden realizar pero que con nosotros lo pueden trabajar.
En Cangallo se ha desarrollado una presencia pastoral y se ha incentivado acciones sociales y económicas desde la parroquia, que permiten a la gente desarrollar iniciativas propias.
Creo que la Compañía de Jesús, en sus distintas presencias en el país, está bien ubicada para poder aportar y contribuir a este esfuerzo de hacer que la población asuma el rol que le corresponde.
Actualmente vamos a abrir una casa, que se va a llamar Mateo Ricci, para incentivar el diálogo y la conversación “entre diferentes”, en la ciudad y en la región, sobre el presente y el futuro de Ayacucho; un diálogo que no quiere decir solo caridad y comprensión, sino que habrá discusión; y queremos que se promueva esto constantemente, junto con otras experiencias.
Esta es una labor típica de la Compañía, que se reúnan “diferentes” y se discuta, haber si podemos lograr algunos consensos sobre por donde debe ir la cosa y que se promuevan. Me parece que puede ser un aporte en la ciudad y en la región, porque no se han desarrollado otros espacios de este tipo que permitan que Ayacucho pueda ser un lugar no solamente de pobreza o de trauma de la muerte. Esto es parte de nuestro pasado y ha de ser parte de nuestra memoria para no repetir el pasado, y una manera de ayudar a que no se repita es pensar en cómo debemos caminar hacia adelante, y que la gente tenga un lugar donde esté permitido pensar, dialogar y discutir, esa es una de las funciones que tendrá la casa.
Las experiencias de Radio Marañón y Radio Cutivalú son también instrumentos para fomentar este tipo de diálogos.
A mi me anima es nuestro Provincial, que ciertamente no es de mi generación, y el jefe del Sector Social. Hay gente en esta generación nueva que ve las cosas con perspectiva y con un profesionalismo que muchos de mi generación, incluido yo, no tuvimos. Fue la práctica la que nos forjó, salvo quizá uno que otro. Yo tengo la idea de que después de mi generación viene mucho más, y digo esto no solamente por Jesuitas, sino porque creo que se ha forjado un conjunto de colaboradores que comparten este tipo de visión, laicos y laicas, y me parece que da sostenibilidad y posibilidades de avanzar.
Volvería a lo dicho antes, ¿Cómo podemos estimular la participación activa de sectores de la ciudadanía en el quehacer político cotidiano? Ayudar a la gente a salir de una especie de pasividad aprendida durante generaciones, pasividad que tiene sus explosiones cuando la cosa es insoportable. Que vean su participación como una necesidad, que entiendan que no es un privilegio sino un derecho el participar en la gestión de sus localidades, de sus sectores. Este no es un trabajo que empieza y termina, sino que es un modo de acompañamiento, de asesoría a la gente para que asuman este trabajo como parte de lo que es la fuerza de un país democrático. Creo que siempre tenemos que trabajar esto, es un trabajo permanente y es una de las grandes tareas de la educación popular, no es simplemente estar con pobres, es hacer que los pobres asuman la voz y la presencia que les corresponden en el quehacer del país, de su Desarrollo.
------------------------
* Comisión de la Verdad y Reconciliación.
Publicado en julio 2010
Francisco Chamberlain, SJ
Centro Loyola Ayacucho. Capellán del penal Yanamilla.