En esta misma revista, Eduardo Ballón describe cómo el país afronta no una, sino muchas crisis. La corrupción, los continuos cambios y giros de política, la pobreza postpandemia y la inseguridad han creado un estado de desánimo, descontento y desconfianza entre las personas. Las posiciones discrepantes, expresadas mayoritariamente desde el nivel micro (por ejemplo, en los chats de amigos) hasta un nivel macro (por ejemplo, entre personajes públicos), han creado un contexto de extrema crispación donde el diálogo alturado y la búsqueda de consensos han cedido ante la desvalorización, la difamación y la verdad a medias, que se extrapolan muchas veces en el anonimato de las redes sociales.
Hace unas semanas, en el octavo Seminario de la Sociedad de Investigación de Educación Peruana realizado en Ica, María Balarín identificaba al país con una crisis permanente y superpuesta entre la pandemia, los cambios de gobierno, la protesta social y las contrarreformas educativas. Sin embargo, también mencionaba un "pesimismo esperanzador" donde las crisis pueden ser vistas como oportunidades.
Para que existan oportunidades, es necesario crear condiciones: puentes de diálogo y puntos de encuentro. Esto implica fortalecer espacios que fomenten una cultura del encuentro. En el ámbito de la educación, esto incluye: (i) promover una formación de calidad con equidad, (ii) desarrollar actividades que fomenten la hospitalidad y el diálogo social, y (iii) impulsar liderazgos para la acción política. Una propuesta que merece ser observada en este sentido es la de Fe y Alegría, ya que busca encarnar estas líneas de acción a nivel de la educación pública.
Fe y Alegría es un movimiento internacional de educación popular y promoción social presente en varios países de América Latina y África. Desde la década de los sesenta, ha impulsado procesos educativos integrales, inclusivos y de calidad, trabajando junto a las comunidades en las que se encuentra. Su compromiso radica en la transformación de las personas para construir sistemas sociales justos y democráticos. En el Perú, Fe y Alegría está presente en 21 de las 26 regiones del país y cuenta con cerca de 83 mil estudiantes que estudian en poco más de 250 instituciones educativas de nivel inicial, primaria, secundaria, CETPRO, IST, educación especial, módulos de educación básica alternativa y escuelas en red.
Fe y Alegría busca brindar educación de calidad a comunidades desfavorecidas en el país. Su enfoque educativo se basa en promover una cultura del encuentro y del diálogo entre sus estudiantes, la cual se refleja en diversas prácticas y enfoques implementados por la organización. De acuerdo con su plan estratégico vigente al 2030, existen tareas pendientes y urgentes que deben abordarse: el desarrollo de personas con conciencia y responsabilidad social, ética y política; capaces de rehabilitar la sociedad a través de la participación activa y proba, trabajando con otros y orientados hacia el bien común. El mismo documento señala que Fe y Alegría busca “lograr en los estudiantes una formación integral con aprendizajes necesarios para la vida y el ejercicio ciudadano mediante procesos pedagógicos y de gestión eficientes, pertinentes y relevantes.”
Para lograr este objetivo, el movimiento despliega un conjunto de estrategias que fomentan una cultura del encuentro y del diálogo. Entre las que se pueden mencionar:
Pero, ¿qué tanto se logra lo que está escrito o propuesto? ¿Qué evidencia se puede encontrar sobre estos aspectos? En 2019, un equipo bajo mi coordinación realizó una evaluación integral de las apuestas educativas y políticas del movimiento. El diseño metodológico, parte de un diseño mayor en cinco países de América Latina, incluyó una muestra de 902 estudiantes pertenecientes a 35 escuelas Fe y Alegría y 35 escuelas similares ubicadas en las mismas localidades, que sirvieron como grupo de comparación.
Fe y Alegría busca brindar educación de calidad a comunidades desfavorecidas en el país. Su enfoque educativo se basa en promover una cultura del encuentro y del diálogo entre sus estudiantes, la cual se refleja en diversas prácticas y enfoques implementados por la organización.
Como parte del estudio, se indagó sobre la participación de los estudiantes en actividades cívicas y democráticas organizadas por la escuela, como participar en debates organizados, elecciones de delegados, toma de decisiones en la gestión escolar y participación en la asamblea de estudiantes. Las escuelas de Fe y Alegría se destacaron con diferencias significativas en comparación con otras escuelas públicas. La actividad más mencionada en todas las escuelas fue la elección de un delegado de clases, pero mientras en las escuelas de Fe y Alegría se reportó un 64.5%, en otras escuelas públicas esta actividad alcanzaba menos de la mitad (47.2%). El estudio también encontró diferencias estadísticamente significativas a favor de los estudiantes de las escuelas de Fe y Alegría en las escalas de actitud hacia la diversidad, valores de solidaridad e igualdad de género. Los estudiantes de las escuelas de Fe y Alegría mostraron una actitud más favorable hacia grupos de diferentes razas, creencias, religiones, clases sociales o discapacidades en comparación con sus compañeros de escuelas públicas. Una situación similar se observó en cuanto a la solidaridad hacia sus compañeros y las creencias sobre igualdad en oportunidades, participación en política, salarios y derechos entre varones y mujeres.
Un estudio posterior sobre prácticas ciudadanas de tipo cualitativo, realizado por Álvaro Giles en 2022, entrevistó a 67 personas pertenecientes a 4 escuelas Fe y Alegría (Piura, Lima, Loreto y Cusco), así como a miembros de la oficina nacional del movimiento. Uno de los principales aspectos que muestra el estudio es que el diálogo aparece como el mecanismo privilegiado para la resolución de conflictos en toda la comunidad. El “equipo institucional, familias y estudiantes reconocen que el diálogo directo es el mecanismo más concreto y cotidiano para abordar la violencia o los conflictos de la escuela. En ese sentido, docentes y directivos abordan problemas o faltas actitudinales con diálogo. Se aplican pocas sanciones.” Según la opinión de los estudiantes y los padres de familia, sus docentes les brindan ayuda para prevenir, afrontar conflictos o resolver casos de violencia entre los estudiantes. Los estudiantes manifiestan que confían en que el docente puede resolver los problemas, y el espacio de tutoría es donde pueden expresar libremente estos casos.
A pesar de ello, y aunque existe una vida activa de los CONEI (Consejo Educativo Institucional), el autor reporta debilidades a nivel de participación estudiantil. Según el estudio, aunque los municipios escolares han sido conformados en las cuatro escuelas, no parecen tener un funcionamiento activo en la vida de la escuela, afectados al parecer por el cierre de escuelas y sus rezagos, lo que ha generado cierto grado de desmotivación o frustración en los estudiantes. Se sostiene que una razón de esta situación está relacionada con el hecho de que los estudiantes no están fortalecidos en sus capacidades sociopolíticas. De hecho, el estudio cualitativo encuentra posiciones encontradas o diferentes entre las escuelas. Algunos estudiantes perciben que los temas de la realidad política y social son abordados en la escuela, especialmente a través de los cursos de DPCC (Desarrollo Personal, Ciudadanía y Cívica), Ciencias Sociales y Comunicación, y que existen docentes que siempre abordan temas del contexto social y político, estando abiertos a escuchar las dudas, preguntas y opiniones de los estudiantes. Sin embargo, también hay estudiantes que señalan que esos temas se abordan poco o no se tratan en la escuela. Los propios docentes y directivos indican que sí los trabajan desde el aula, pero sin una estrategia institucional y pedagógica clara sobre cómo abordar esos temas, y de manera adecuada según el grado del estudiante. De hecho, existe una demanda por parte de los propios docentes de formarse en estos temas. En la evaluación de 2019 también se encontraron espacios de mejora similares: no se encontraron diferencias estadísticas respecto a la ciudadanía y el pensamiento crítico entre los estudiantes de Fe y Alegría y otras escuelas públicas, lo que indica que hay mucho terreno por avanzar en ambos aspectos.
La escuela suele ser evaluada y valorada exclusivamente en función de sus logros académicos, cuando debería ser estimada por su contribución a los aprendizajes para la vida o proyectos de vida en vínculo con la comunidad. En un contexto de crispación y continua polarización, la escuela como espacio de encuentro es clave. Fe y Alegría es una de las pocas propuestas en este sentido, ya que busca en la educación el fomento de la cultura del encuentro y el diálogo. No es una tarea sencilla. La evidencia empírica muestra avances, pero también margen para seguir mejorando. Sin embargo, esta apuesta no parece estar presente en el discurso y la política pública.
Invierno 2023
Alex Ríos
Fe y Alegría
Fe y Alegría