(Traducción: Carlos Silva sj)
Poco antes de escribir este artículo revisé mi correo electrónico y encontré tres correos relacionados al tema de inmigración, uno con buenas noticias y otros dos con malas noticias. Me parece que esta podría ser una forma adecuada para describir los sentimientos de los defensores de los inmigrantes en los Estados Unidos: un paso adelante y dos atrás. ¡Aunque otros dirían un paso adelante y tres pasos atrás!
El debate sobre inmigración en los Estados Unidos parece estar dirigido por el miedo, por el oportunismo político y por el rating televisivo, cuando los políticos y ciertos medios de comunicación tratan de sacar provecho de la crisis económica utilizando a los inmigrantes como chivos expiatorios. A continuación, presento cinco tendencias recientes en las políticas de inmigración del país y la manera como la Compañía de Jesús de los Estados Unidos está intentado hacer frente a ellas.
Una disminución de la inmigración en la frontera entre EE.UU. y México: Los estudios recientes, realizados por the Pew Hispanic Center (Centro Hispánico) y the RAND Corporation (Corporación de Investigación y Desarrollo), indican una menor migración de mexicanos a los Estados Unidos debido a las malas condiciones de la economía en este último, a las mayores oportunidades económicas en México y al incremento de las dificultades y riesgos en el cruce de la frontera. Aunque estos estudios están basados en los inmigrantes mexicanos, quienes representan aproximadamente el 60% de la población indocumentada, las cifras parecen indicar una disminución general de indocumentados que ingresan al país. Esto se ve corroborado por la disminución de arrestos efectuados a lo largo de la frontera entre ambos países, que se redujo en 61%: de 1’189,000 en el año 2005 a 463,000 en el año 2010[1].
Un aumento de las deportaciones: La administración Obama no solamente ha fallado en la manera de abordar la reforma inmigratoria sino, lo que es peor, ha incrementado los controles de inmigración y ha elevado a cifras récords el número de deportaciones (aproximadamente en un 10% desde el año 2008, cuando Obama asumió la presidencia). En el 2010 aproximadamente 395,000 inmigrantes fueron deportados.
Incapacidad de las cortes de inmigración para atender eficientemente los procesos: Las cortes de inmigración se encuentran sobresaturadas, y EE.UU. no cuenta con un número suficiente de jueces ni de cortes especializadas en el tema. Estas tampoco disponen de los recursos necesarios para atender todos los procesos de expulsiones y deportaciones. El promedio del tiempo de espera, para obtener la resolución de un juez, actualmente es de 307 días, lo cual representa un incremento del 30% desde el año 2009[2].
El fracaso del gobierno federal para iniciar una reforma inmigratoria integral: En el año 2008 el presidente Obama, en el discurso que pronunció ante La Raza (la más grande organización nacional hispana de derechos civiles), declaró: “Creo que es hora que un presidente no descuide algo tan importante como es la reforma integral [de inmigraciones], aun cuando ésta se convierta políticamente impopular. Y este es el compromiso que estoy haciendo con ustedes...Y haré de ella la máxima prioridad en mi primer año como presidente”. Sin embargo, el hecho es que el presidente Obama ha hecho de la reforma de salud su prioridad y la de inmigraciones ha quedado sólo en promesas.
La legislación a nivel de los gobiernos de los Estados: El fracaso del Gobierno Federal para aprobar una reforma ha provocado que los gobiernos de cada Estado aprueben leyes de inmigración cada vez más restrictivas, siendo incluso calificadas de racistas. La mayoría de estas han seguido el modelo de la ley dada en Arizona, la cual indica que el no contar con los documentos de inmigración es considerado un delito. Incluso la policía tiene amplios poderes para detener a cualquier persona que ella considere “razonablemente sospechosa” de estar ilegalmente en el país.
El debate sobre inmigración en los Estados Unidos parece estar dirigido por el miedo, por el oportunismo político y por el rating televisivo, cuando los políticos y ciertos medios de comunicación tratan de sacar provecho de la crisis económica utilizando a los inmigrantes como chivos expiatorios.
El 30% de la población de Arizona es latina y, de acuerdo a esta ley, cualquier persona de origen latino podría ser detenida e interrogada por la policía. Los oponentes han calificado esta ley como hostil y discriminatoria a los latinos, independientemente de su condición de ciudadanía. El cardenal Mahony, de los Ángeles, afirmó que el poder que tienen las autoridades para solicitar dicha documentación es similar al de los “Nazis”[3].
En tiempos de crisis económica nacional, los Estados no pueden darse el lujo de perder dinero, sin embargo, como subrayó un periodista: “La ley de Arizona ha provocado una tormenta nacional y ha costado al Estado millones de dólares, provocando casi un record en déficit presupuestario mientras que garantiza que millones de dólares se destinen a las cortes para los respectivos procesos de deportaciones”[4].
En el año 2009 los jesuitas de México y California se asociaron con el Servicio Jesuita al Migrante (SJM) para crear la Iniciativa Kino para la Frontera (Kino Border Initiative - KBI) que se define como una “colaboración binacional que tiene un pie en cada frontera”. La KBI se encuentra ubicada estratégicamente en las ciudades fronterizas de Nogales en Arizona y Nogales en México, ya que en esta zona la cifra de deportaciones es alta y un gran número de mexicanos han muerto a causa del desierto inhóspito de la región. El proyecto, que provee 250 raciones de comida diarias, funciona gracias a la colaboración de seis organizaciones religiosas, voluntarios y a la buena voluntad de hombres y mujeres de ambos lados de la frontera. La KBI sirve también como un centro de investigación y enseñanza experimental para visitantes de escuelas secundarias, universitarios, investigadores, jesuitas y miembros de parroquias jesuitas. Han jugado un rol importante, en la sensibilización de miles de personas, las presentaciones y talleres sobre la realidad de los inmigrantes y las dificultades que enfrentan al ser deportados o cuando buscan ingresar a los EE.UU.
Frente al problema de las deportaciones y las cortes de inmigración ocho facultades jesuitas de Derecho se encuentran atendiendo gratis, o a bajo costo. Un ejemplo es la Universidad de Loyola de Nueva Orleans, que ofrece programas de orientación legal y representación jurídica para hombres y mujeres en espera de deportación, así como para víctimas de las redadas de inmigraciones. De igual manera el Centro de Derechos Humanos de Boston College tiene un proyecto de post-deportación, y la Provincia jesuita de Nueva Orleans, y el Instituto Jesuita de Investigación Social de la Universidad de Loyola, han comenzado un diálogo con dos corporaciones que poseen y operan los centros de detención de inmigrantes: Community Corrections Corporation of America y GEO, con el propósito de responder a las numerosas violaciones de los derechos humanos y a las quejas sobre las condiciones de detención que sufren los deportados. Esta iniciativa forma parte de un compromiso corporativo más amplio de la Compañía de Jesús en los Estados Unidos, cuya finalidad es que las corporaciones asuman una mayor responsabilidad social mediante la promulgación e implementación de protocolos de derechos humanos.
Otro paso dado a favor de una reforma inmigratoria fue la carta dirigida al Presidente Obama y al Congreso, firmada en el 2010 por los nueve Provinciales de los jesuitas de la Asistencia de los Estados Unidos, en la cual instan a que el gobierno asuma una reforma integral en el tema. La carta incluyó propuestas para la reestructuración del sistema de inmigraciones. Posteriormente, más de 200 comunidades jesuitas firmaron una carta sobre la reforma de inmigraciones la que fue distribuida a casi 500 alumnos el día de “Ignatian Advocacy” en Washington D.C., cuando se dirigieron al Capitolio y exhortaron a sus respectivos senadores y representantes a aprobar una reforma. La Compañía de Jesús ha manifestado claramente su posición al respecto a sus funcionarios electos.
Diversos centros e instituciones jesuitas han luchado y testificado en contra de la legislación anti- inmigratoria. Jesuitas y colaboradores laicos no han escatimado tiempo ni esfuerzo para abogar por los inmigrantes y en contra de las iniciativas que se están dando a nivel de los gobiernos estatales.
Como cristianos vivimos en la esperanza. Así, confiamos que el gobierno de los Estados Unidos apruebe una reforma de inmigración integral. Si bien por el momento no hay señales de un cambio que conduzca a ello en el corto plazo, la Compañía de Jesús no se desalienta en esta misión. Por el contrario, cada año me entero de nuevos e interesantes proyectos e iniciativas diseñadas para ayudar. En cada uno de nuestros esfuerzos por la defensa de los inmigrantes nos sentimos muy apoyados por nuestros hermanos jesuitas y por nuestros colegas en el SJM y por la reciente aparición de redes como la Global Ignatian Advocacy Network (GIAN).
Publicado en setiembre 2011
--------------------------------------
[1] DHS Fact Sheet, July 2011.
[2] Transactional Records Access Clearinghouse - TRAC, July 28, 2011.
[3] New York Times, April 23, 2010.
[4] National Immigration Forum, March 2011
Tom Greene, SJ
Secretary for Social and International Ministries. The Society of Jesus in the United States