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Edición Nº 18

Las universidades y su vocación de servicio a la comunidad
19 de diciembre, 2011

Entrevista a la Ministra de Educación, Patricia Salas.

Por Diana Tantaleán C.
Apostolado Social

La actual titular del Ministerio de Educación (MINEDU), Patricia Salas O'Brien, comparte con nosotros su opinión sobre las universidades en el país y el rol que deben cumplir en la sociedad.

¿Qué define la Universidad y en qué consiste la autonomía universitaria*?

La Universidad es el centro donde se crea conocimiento por la vía de la investigación y se adquiere la capacidad de usar y aplicar ese conocimiento por la vía de la profesión. Los profesionales son personas preparadas en un cierto campo del conocimiento para ser aplicado a una problemática o a una situación concreta. Una universidad debe estar ligada al desarrollo y al compromiso con su región o localidad, y la población.

La autonomía universitaria fue pensada como una forma de proteger la universidad de los poderes fácticos de la sociedad. Se buscó protegerla de algunas ideologías, Estados, y quizá de la propia Iglesia; algunos de los cuales no permitían, o no les convenía, que se desarrollaran ciertos campos del conocimiento.

No es posible generar conocimiento si no existe la libertad o la capacidad de criticar el conocimiento anterior; si hay ideas que no pueden cuestionarse, entonces la capacidad de generar conocimiento se ve limitada. La autonomía fue otorgada para estar al margen de hegemonías ideológicas o políticas que quisieran evitar que el conocimiento se produjera en toda su función.

Actualmente ¿esto aún puede beneficiar a las universidades?

Yo creo que la autonomía, desde ese punto de vista, sigue siendo una necesidad dentro de las universidades; siempre deben ser protegidas de cualquier posibilidad de ser coartadas en su capacidad de producir conocimiento. El problema que aparece en la actualidad es que esa autonomía se ha malinterpretado y se ha convertido en algo que algunos colegas llaman “autismo”, es decir que la autonomía se ha confundido con “yo estoy al margen de la sociedad”, cuando en realidad la universidad produce un bien público, que es el conocimiento, y por lo tanto se debe a la comunidad en la que vive, en la que se desarrolla.

La autonomía universitaria es diferente a que una institución esté protegida de no ser intervenida en la sociedad porque funciona mal o porque no está cumpliendo con su rol, eso es distinto. Es importante que las universidades se reencuentren con su vocación y su compromiso de servicio a la comunidad. Creo que debemos retomar con las universidades un sentido de responsabilidad social muy fuerte, y que la sociedad también debe tomar ese compromiso con sus propias universidades, porque hubo un momento en que simplemente las abandonó y buscó soluciones por su cuenta. Las empresas que no encuentran en las universidades los profesionales que quieren, o las investigaciones que necesitan, los traen de otro lado, organizan sus propios programas de capacitación o compran tecnología empaquetada. Si la empresa no está interesada en que mejore la universidad, porque la formación profesional la puede encontrar en otro lado, entonces la universidad termina en un abandono.

Lo mismo pasa con el Estado, si el Estado no encuentra en la universidad los profesionales o el conocimiento, entonces forma sus propias capacidades o compra tecnología empaquetada. Entonces desaparece la conexión universidad – sociedad o universidad – empresa y se producen distorsiones como las que tenemos.

¿Qué rol tiene el MINEDU en las universidades?

El MINEDU tiene un área de coordinación universitaria. No tenemos competencias de rectoría sobre el sistema universitario, no nos corresponde evaluar ni analizar. La acreditación de las universidades se realiza a través del SINEACE (Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa) que es un ente autónomo, creado por Ley del Congreso de la República, donde el Ministerio tiene un representante en el directorio. El Perú no tiene una instancia rectora de la actividad universitaria, solamente tiene una instancia coordinadora, que es la Asamblea Nacional de Rectores.

¿Esta figura se repite a nivel latinoamericano?

Hay figuras similares en otros lados, pero también existen Ministerios de Educación Superior, o dentro del Ministerio de Educación se encuentra la rectoría de lineamientos de la política universitaria. Lo que pasa es que se tiende a confundir la posibilidad de lineamientos de políticas universitarias con la intromisión en la autonomía universitaria, y son dos cosas diferentes. Yo creo que el país puede generar un conjunto de políticas que digan cuántas universidades necesita, en qué áreas, cuáles son las líneas prioritarias de investigación de acuerdo a planes nacionales, etc., esto no significa que no se generen otras investigaciones, pero si que haya prioridades; es decir: no se trata de prohibir, se trata de estimular. Esto no tiene por qué verse como una intromisión a la autonomía sino como una orientación de los recursos nacionales hacia los objetivos nacionales; y la universidad, con los conocimientos que genera, son un recurso nacional.

¿Cree conveniente que se implemente una entidad así dentro del Ministerio?

Yo creo que debe haber un ente en el país, una instancia que genere lineamientos de política y pueda tener la capacidad de salvaguardar los intereses de los estudiantes en lo que significa la calidad de la educación que se da en las universidades.

El nivel educativo en las universidades ha bajado en los últimos años…

Es muy heterogéneo, tenemos universidades de altísima performance y tenemos universidades que son una estafa para los estudiantes.

Sin embargo, se han ido creando muchas universidades en el país ¿esto responde a una verdadera demanda estudiantil?

Yo creo que está respondiendo a una muy fuerte demanda sobre estudios universitarios. Tanto en la lógica pública como en la privada, porque cualquier privado podría poner una universidad, pero si no tiene demanda la tendría que cerrar. Existe un crecimiento de la demanda y también de los intereses de algunos sectores privados. También existe una presión sobre el Estado, porque cada vez más las regiones y sus provincias quieren tener su propia universidad o una filial.

En el país hay una fuerte demanda por universidades como un símbolo de progreso personal, de ascenso social. Esto se ve reforzado porque, entre las personas que trabajan, aquellas con formación universitaria tienen mejores ingresos, mejor posición ocupacional, y una posibilidad de progreso más grande; sin embargo, no todos los que tienen formación universitaria trabajan. La universidad en sí misma es un punto extra para conseguir empleo, pero problemas de empleo tenemos todos en el país.

Lamentablemente no nos estamos organizando lo suficientemente como país para atender esta creciente demanda de universidades de manera coherente y con la calidad necesaria, mirando las prioridades de desarrollo, los cursos de empleabilidad de los egresados o las agendas de investigación que se podrían necesitar en el país; eso es algo que no estamos haciendo de manera coherente, sistemática y responsable.

¿Existe apoyo del Estado para la investigación universitaria?

Todavía hay una desconexión muy fuerte entre la investigación en general y las universidades. El Estado tiene lo que se llama un fondo para investigación dentro de las universidades, que lo viene desembolsando hace ya varios años como estímulo para la investigación entre los docentes de las universidades estatales. No tengo una evaluación de cómo ha funcionado este fondo en particular.

Las estructuras presupuestales de la universidad no suelen tener mucho dinero, y algunas no tienen fondos para temas de investigación; sin embargo, recordemos que tienen autonomía y podrían empezar a forzar, dentro de su estructura presupuestal, algo para la investigación. Por ejemplo: en las regiones que tienen canon una parte corresponde a las universidades, y parte de él podría emplearse para investigación; lamentablemente aún no se ha producido el nexo para hacer esto una realidad. La conexión entre la investigación universitaria y la sociedad se ha roto, y creo que debemos buscar formas de reconstruirla.

¿Qué debe implementarse para mejorar la calidad educativa?

Eso significa pensar en todo el sistema universitario. Una de las fórmulas que se piensa que puede ayudar es la acreditación universitaria. Hay muchas universidades que ya están haciendo su autoevaluación, pero es un desafío muy grande convertir estos procesos en planes de mejora para la institución. Al mismo tiempo se debe evitar el riesgo de que se conviertan en “acreditaciones de papel”, es decir en trámites que se cumplen pero que en la realidad todo sigue siendo igual.

También existe un riesgo grande con la acreditación: que verdaderamente no estén impulsando a una mejor calidad. Para mejorar la calidad universitaria necesitamos un gran acuerdo ciudadano que nos haga repensar en cómo volver a encontrar a las universidades con la sociedad, necesitamos un plan grande, y de mediano plazo, para ver qué está pasando en cada universidad. Yo invitaría a formar grupos ciudadanos de apoyo a las universidades, sobretodo a las públicas y en las regiones, donde creo que algunos empresarios, académicos importantes, y algunos exalumnos, podrían colaborar para generar un plan de mejora; ser acicates y a la vez acompañantes de ese proceso. Se necesitan fuerzas externas para ayudar a activar las fuerzas internas de la universidad.

* N.E.: El artículo 18 de la Constitución señala: “Cada universidad es autónoma en su régimen normativo, de gobierno, académico, administrativo y económico. Las universidades se rigen por sus propios estatutos en el marco de la Constitución y de las leyes.”

Publicado en diciembre 2011


Patricia Salas O'Brien

Socióloga. Ministra de Educación

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