Libro: Profetas del Odio. Raíces culturales y líderes de Sendero Luminoso
Gonzalo Portocarrero
Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica, 2012
Libro que reúne un grupo de ensayos referidos a la matriz cultural que explica la violencia senderista en el Perú. Polémico, debido a ciertas hipótesis que intenta sustentar, en todo caso alimentará el debate sobre las causas históricas que ocasionaron el drama nacional en las décadas finales del siglo pasado y en especial los elementos culturales que las alimentaron. La presencia desesperada de una banda del MOVADEF[1] en su presentación, quizá es un síntoma que esta obra no pasará inadvertida, no sólo para el agónico dogmatismo gonzalista, sino para distintos sectores académicos y políticos que pueden discrepar entusiastamente de alguna de sus afirmaciones.
La principal tesis de Portocarrero escarba en el sustrato colonial, persistente hasta nuestros días en una cultura “señorial” que afirma la omnipresencia del gamonalismo en el inconsciente colectivo. Para el autor, se trata de un proceso que ha sido fuertemente inculcado por el cristianismo, que aseguró la sumisión del indio ante el patrón y la sublimación del sufrimiento de aquel en base a la esperanza de una recompensa extraterrenal por todos los abusos y humillaciones padecidas. El cristianismo colonial, por lo tanto, cumplió un rol de dominación, de identificación iconográfica con la pasión de Cristo y de adormecimiento del sufrimiento indígena, siendo funcional al dominio gamonal.
Sin embargo, la crisis de la Iglesia Católica y la consolidación de las corrientes marxistas reconfiguraron esta relación, reemplazando al gamonalismo finalmente por Sendero Luminoso, quien además sustituye el discurso cristiano, basado en la promesa del paraíso celestial para el oprimido, por la promesa del paraíso comunista en este mundo. Esta recomposición del gamonalismo, que encarnó y encabezó Guzmán, tuvo además que sostenerse en un mensaje de venganza y odio que despertara del adormecimiento a la población explotada. Existe en esa orientación una explicación coherente del fenómeno senderista como resultado de un engranaje histórico-cultural, creado a partir de la conquista española y no resuelto completamente hasta el día de hoy.
A pesar de lo sugerente de sus afirmaciones, la obra presenta ciertas inconsistencias que Portocarrero no logra explicar debido al tono especulativo que recorre sus ensayos. La primera de ellas, y quizá la más evidente, es que no se aprecia con claridad las situaciones específicas que explican el fenómeno senderista, pues la imbricación del cristianismo colonial con el marxismo no es exclusivo del Perú. Si en otros países de América Latina se vivieron procesos similares de colonialismo, especialmente en los demás países andinos, ¿por qué sólo en el Perú surge un partido político desquiciado como el PCP-SL? Aquí surge la segunda inconsistencia que pareciera intenta explicar la pregunta anterior: para el autor, sin la existencia de Guzmán, la explosión de la violencia que sufrió el país no se hubiese producido. Dicho de otra manera, se trata de un individuo excepcional, de un monstruo moral, cuya sola presencia altera el curso de la historia.
Es preciso aclarar, en relación a lo anterior, que el problema de la obra en su conjunto no son sus afirmaciones, sino la argumentación, excesivamente influenciada por el psicoanálisis y por la especulación. En especial su debilidad reside en el rol central que el autor le otorga a Guzmán, apoyándose en los apuntes biográficos de este último y un camino “intuitivo” que, sostiene el mismo Portocarrero, ha de seguir para probar su hipótesis. En Guzmán, como en un recipiente deformado de los traumas nacionales, el autor busca explicar la violencia que azotó el país con ferocidad durante la guerra con Sendero, obviando aquellas confrontaciones étnicas y sociales que históricamente han atravesado nuestra historia y que, siendo también especulativos pero en otro sentido, podrían haber originado inevitablemente aquel baño de sangre. Finalmente, cae en esquematizaciones y simplificaciones (del indígena, del cristianismo, del marxismo), que nos deja la sensación de haber leído una obra que es una aproximación brillante pero aún inconclusa, a una dolorosa y presente tragedia.
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[1] “Movimiento por Amnistía y Derechos Fundamentales.
Miguel Cortavitarte
Politólogo. Instituto de Ética y Desarrollo de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.