"La esencia de la Iglesia está en su misión de servicio al mundo, en su misión de salvarlo en totalidad y de salvarlo en la historia, aquí y ahora.
La Iglesia está para solidarizarse con las esperanzas y los gozos, con las angustias y tristezas de los hombres"
Mons. Oscar A. Romero
(Discurso en Lovaina, 1980)
Estamos viviendo una “cultura del descarte”, como lo ha señalado el Papa Francisco. Y al mismo tiempo, vivimos un momento de gran esperanza porque algo nuevo está aconteciendo en nuestra realidad de Iglesia, pueblo de Dios, y como Iglesia expresión institucional del camino de Cristo. La frescura con la que el Papa Francisco ha venido a interpelarnos, a cuestionar muchas cosas que se consideraban lejanas al corazón de las personas, su valentía para confrontar y animar a una conversión de creyentes y personas de buena voluntad.
Muchos servidores del proyecto del Reino que han entregado, y siguen entregando, su vida en las circunstancias más complejas, hoy se sienten reafirmados en corazón y misión, y eso es una gran noticia y un profundo cambio.
Este texto está escrito a varias manos, ya que la dinámica de esta red ha estado siempre enmarcada por este Espíritu de comunidad en misión. “La Iglesia no está en la Amazonia como quien tiene hechas las maletas para irse después de explotarla. Desde el principio está presente en ella con misioneros, congregaciones religiosas, sacerdotes, laicos y obispos, y su presencia es determinante para el futuro de la zona” (Papa Francisco en Río de Janeiro, 27.07.13)
La labor de la Iglesia en la territorialidad Pan-Amazónica representa lo mejor de la tradición de compromiso con las periferias desde los tiempos en que las culturas de dos continentes se encontraron. El rol eclesial ha sido, a pesar de sus limitaciones, heroico; y lo sigue siendo aún, dada la enorme complejidad de accesibilidad, distancias, limitación de recursos, y la incomprensión de una misión plenamente inculturada y plenamente evangelizadora en la mayoría de los casos. Los testimonios misioneros religiosos, junto con otros, son innumerables; y la vida de tantas comunidades indígenas, mestizas y ribereñas se ha transformado por el compromiso pastoral de éstos.
Sin embargo, constatamos profundas fragilidades de los equipos eclesiales trabajando en la Pan-Amazonía (falta de misioneros, limitaciones estructurales y financieras, aislamiento, dificultad de sistematizar sus experiencias para trascender a esfuerzos de incidencia en una red más amplia, visión parcial o reducida de algunos misioneros y pastores).
En este contexto se ha lanzado la REPAM, animada por el DEJUSOL del CELAM[1], la Comisión para la Amazonía de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil, el Secretariado Latinoamericano de Cáritas, y la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos y Religiosas - CLAR, junto con núcleos eclesiales, agentes, congregaciones, instituciones, y otros trabajando en perspectiva Pan-Amazónica, y con el cercano apoyo del Pontificio Consejo Justicia y Paz.
La Pan-Amazonía ha sido una región concebida históricamente como un espacio que debe ser ocupado, controlado e integrado en función de los intereses hegemónicos externos; es decir, al servicio de capitales extranjeros; ya que en un primer momento era considerado como un territorio baldío. Es a partir del descubrimiento de sus recursos naturales que se posiciona como una región prioritaria; sin embargo, crece en torno a ella una concepción de atraso, apartada de la centralidad urbana y posee un vacío demográfico, lo cual permite asumirlo como territorio disponible para servir a los intereses de los grupos de poder y se hace invisible su riqueza cultural, de fauna y flora. Pasó de ser “patio trasero” a “plaza central del planeta”.
La Pan-Amazonía es un “bioma”; es decir, un sistema vivo, que funciona como un estabilizador climático regional y global, manteniendo el aire húmedo y produciendo 1/3 de las lluvias que alimentan la tierra. La Pan-Amazonía posee una gran socio-diversidad, ya que alberga a 2.779,478 indígenas, que corresponden a 390 pueblos indígenas, 137 pueblos aislados o no contactados, 240 lenguas habladas pertenecientes a 49 familias lingísticas. Siendo algunas de las familias más numerosas: Aruak, Karib y Tupi-Guaraní. Y casi 40 millones de habitantes en total.
En la actualidad más del 20% de la cobertura vegetal de la Pan-Amazonía ya no existe. Fue retirada y quemada para permitir el acceso a proyectos de minería, ganadería, extracción de madera, hidroelectricidad, asentamientos de campesinos, entre otros. Hoy en día vivimos una alta incidencia de sequías en la Amazonía, una situación que no se creía posible y que hoy estamos experimentando con gran fuerza. Por lo que se experimenta el cambio climático y sus repercusiones en varios ámbitos socio-ambientales. La región se enfrenta a la perspectiva de consolidación de la planificación vertical y autoritaria; es decir, la imposición de megaproyectos extractivos, que consideran al territorio Amazónico como fuente de recursos y de crecimiento económico.
La Iglesia camina en medio de esta realidad, al ritmo que camina el pueblo más pobre. En esas realidades se percibe la vitalidad de la Iglesia Amazónica y misionera. Todos los esfuerzos parecen insuficientes ante la enormidad de los desafíos; pero, en su pequeñez, su testimonio misionero se convierte en señal de que otra Amazonía es posible.
“La pan-amazonía abarca una superficie de 7,5 millones de Km2. Repartida en 9 países de Sur América[3]. El río Amazonas tiene más de 1.100 afluentes principales, con más de 25 mil Km navegables. La región amazónica concentra el 20% del agua dulce no congelada del planeta… En ella se concentran 34% de los bosques primarios del planeta, y tiene entre el 30% y 50% de la fauna y flora del mundo” (Equipo Itinerante e Intercongregacional Amazónico).
Esta iniciativa brota de la acción del Espíritu Santo que ha guiado y guía a la Iglesia en el proceso de encarnar el Evangelio en la Pan-Amazonía. Esta porción de la tierra, es el bioma donde se expresa la vida en su mega diversidad como don de Dios para todos. La Pan-Amazonía es “fuente de vida en el corazón de la Iglesia”, donde las culturas ancestrales expresan la armonía entre las personas y la naturaleza.
Como Red Eclesial Amazónica y desde la especificidad de cada instancia eclesial, queremos acompañar a nuestros pueblos y comunidades en:
[1] Departamento de Justicia y Solidaridad del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM)
[2] Adaptada de las múltiples ponencias de expertos en el encuentro fundacional de la REPAM. Brasilia 2014.
[3] 1. Brasil (67%), 2. Bolivia (11%), 3. Perú (13%), 4. Ecuador (2%), 5. Colombia (6%), 6. Venezuela (1%), 7. Guyana, 8. Surinam y 9. Guyana Francesa (todas las Guayanas 0,1%).
Mauricio López Oropeza
Secretario Ejecutivo de la Red Eclesial Pan-Amazónica - REPAM