Dos publicaciones recientes profundizan en cómo las formas de hacer y disfrutar la música se reconfiguran en relación con los procesos sociales, culturales y políticos en los que tienen lugar. Las innovaciones tecnológicas, la emergencia de nuevos actores políticos, el desborde del Estado y el cuestionamiento de la tradición desde las nuevas sensibilidades son algunos ejes comunes de fenómenos aparentemente tan distantes como el surgimiento de la música atonal en Europa en la primera mitad del siglo XX y la gestación de las variedades peruanas de cumbia en sus últimas décadas. Ambos libros muestran provocadoramente cómo la forma de comprender y juzgar esos procesos contribuyó a viabilizar o entorpecer las pretensiones de innovación cultural y política de sus impulsores.
En Indagaciones sonoras. Diálogos entre la música y el pensamiento en tres movimientos, Ricardo Falla comienza discutiendo la propuesta de Karl Popper para juzgar la evolución de la música académica; es decir, la posibilidad de reconocer avances o retrocesos en la calidad de la creación musical. Si el arte no es solo expresión personal ni reflejo de sus contextos materiales, debería poderse discutir con razones sobre lo que podemos aprender a apreciar musicalmente, ya sea en la tradición o en las innovaciones vanguardistas. En contrapunto con esa aspiración, Falla recupera la obra teórica de José Bernardo Alcedo, compositor del himno nacional, desde la que formula una política cultural que cultive el poder formativo de la música. Como para insistir en la vigencia de ese proyecto todavía pendiente, la tercera parte del libro defiende con el filósofo Eugenio Trías que la música es una forma de pensar que alcanza profundidades diferentes a las del discurso sistemático. Aplica esta perspectiva a la segunda Sinfonía de Mahler, Resurrección, para mostrar cómo sumergirse en ella puede sacudir nuestra aceptación implícita de lo cotidiano y disponernos para imaginar y buscar una existencia más plenamente humana.
En Historia de la cumbia peruana. De la música tropical a la chicha, Jesús Cosamalón reconstruye cómo diversos géneros considerados tropicales en los años cincuenta y sesenta configuraron gradualmente una forma musical que incorporó creativamente elementos del rock, la música andina, etc. Diferentes instrumentos, ritmos y temáticas fueron explorados, abandonados o reinventados en medio del crecimiento migratorio, la expansión de los medios audiovisuales y el acceso a nuevos aparatos para reproducir —y piratear— lo que solo después se distinguiría retrospectivamente a través de etiquetas como “cumbia” o “salsa”. Más importante aún, muestra cómo esas categorías mediaron la formación, (in)visibilización y (falta de) reconocimiento de nuevos públicos; como sucedió con la popularización del adjetivo “chicha” y la carga peyorativa que le atribuimos.
Hoy que persisten en nuevas formas los desafíos abordados por ambos libros, sus análisis y preguntas nos ayudan a reconocer y poner en cuestión nuestros presupuestos sobre lo que son o deberían ser los procesos culturales en un país donde seguimos aprendiendo a vivir en pluralidad. Nos invitan así a discernir con un oído más afinado las sensibilidades, expectativas y pretensiones encarnadas en las melodías, bailes y letras que tanto disfrutan las comunidades a las que buscamos servir.
Bibliografía