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Edición Nº 40

¿Salvado por la campana?
12 de diciembre, 2017

Primer Acto: Nuevo gabinete

Con un largo discurso Mercedes Araoz se presentó al Congreso y obtuvo el voto favorable de la mayoría fujimorista. Araoz presentó una larga lista de inversiones públicas, con ansiadas y muy necesarias carreteras, puertos, aeropuertos, redes de fibra óptica, agua y desagüe; el problema es que eso significa muy poco, ya que la política fiscal del gobierno no permite elevar sustancialmente la inversión pública (apenas se recuperará en el segundo semestre del brutal hachazo que la cortó antes). Lo que manda es el presupuesto, y como estamos ya con un déficit fiscal muy cerca del tope de 3% (que se aprobó con los votos del fujimorismo) y en vez de aumentar la recaudación está a la baja, si se incluyen nuevas inversiones deben salir otras.

El gobierno PPK confía en que el alza del precio internacional del cobre y el zinc sea suficiente para empujar la economía y que, ahora sí, el “destrabe” de proyectos funcione. Pero su discurso de inversión pública se agotará muy pronto, apenas lleguen al tope presupuestal. Al mismo tiempo carecen de cualquier atisbo de política social y una reforma tributaria sigue esperando mientras, desde el fujimorismo, se proponen proyectos de ley para exonerar a diversos sectores empresariales.

Segundo Acto: El Indulto

El indulto a Alberto Fujimori, a pesar de no haber posibilidades legales para el mismo, sigue entrando en la agenda nacional por boca de PPK. La razón de fondo es que, un grupo del sector empresarial se vio vinculado y beneficiado durante el gobierno del expresidente, hoy preso, Alberto Fujimori. Hoy, como ayer, esa clase social se pasea por los pasillos de Palacio de Gobierno. La “República empresarial”, como acertadamente la ha bautizado Francisco Durand, no tiene malos recuerdos de la dictadura, se trata de demócratas muy precarios.

Menos todavía van a preocuparse por la ética o la equidad. Frente al escándalo de Odebrecht, algunas empresas peruanas se han visto implicadas en el escándalo de corrupción. No por gusto, dentro del Índice de Competitividad Global, en cuanto al “comportamiento ético de las empresas”, el Perú está en el puesto 121; es decir, dentro del 10% PEOR a nivel mundial.

Entreacto: Sin Proyecto Nacional

En Ecuador ya se utiliza el llamado "etiquetado semáforo", el cual no indica los valores nutricionales de los productos a consumir.

Nuestra clase empresarial, esa de la que PPK es su representante más orgánico, no tiene una visión nacional de futuro. Parecen muy confiados en un repunte minero tras el alza de precios internacionales o por nuevos negocios en la construcción con APPs, gracias al reimpulso del Estado, mientras no se asume la importancia de la diversificación industrial para un crecimiento sostenido. ¿Algo dicen sobre los retos del cambio tecnológico y la robotización a nivel mundial por sus impactos sobre el empleo? ¿El medio ambiente es para ellos algo más que una palabra incómoda, aunque el calentamiento global nos traiga más fenómenos “El Niño”?

Miremos más de cerca un problema muy serio y directo: el agravamiento de la obesidad y el cáncer producido por la comida chatarra. El Perú tiene un serio problema de sobrepeso y obesidad ya que 58% de mujeres que tienen entre 15 y 49 años sufren esa condición (no hay una estadística equivalente en hombres), porcentaje que ha aumentado en 30 puntos porcentuales en los últimos veinticinco años, sobre todo entre los pobres. Este es un serio problema de salud pública ya que, como resume el Ministerio de Salud, “se ha documentado en obesos un incremento del riesgo de padecer cáncer de esófago, cérvix, mama, colon, recto, riñón, páncreas, tiroides y vesícula biliar. El porcentaje de cánceres atribuidos a la obesidad varía de acuerdo al tipo de cáncer, llegando hasta el 40% en el caso de los cánceres de endometrio y esófago”.

Para empezar a enfrentar este problema, en mayo del 2013 se promulgó la Ley 30021, de Alimentación Saludable, pero recién se reglamentó 4 años después. El reglamento promulgado por este gobierno es bastante favorable a los grandes monopolios alimenticios, ya que permite que no se etiqueten como altos en azúcares, sal y grasas productos que tienen esas sustancias en proporciones por encima de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. Este etiquetado será obligatorio desde los seis meses de promulgado el manual de Advertencias Publicitarias, dando 40 meses para poner topes algo más exigentes (pero aún encima de las recomendaciones internacionales). Aun así, es un inicio.

La cuestión es que un lobby de la industria, apoyado tanto por la bancada fujmorista como por el oficialista Salvador Heresi, quiere traerse abajo esta reglamentación, bajo el pretexto de reemplazarla por una opción mucho más favorable a los monopolios industriales, y confusa para los consumidores, el llamado “semáforo”. Ni siquiera el hecho de que vidas estén en juego hace pestañear a estos grupos.

Ultimo acto: ¿Salvado por la campana?

El presidente Kuczynski dijo, hace unas semanas, que “la reactivación económica está en plena marcha”. De ser así, eso podría darle, a mediano plazo, un aire de popularidad que, dadas las últimas encuestas, bien que lo necesita. Son buenos deseos pero que no han llegado a la gente de la calle.

Un indicador clave es la creación de puestos de trabajo en empresas: el último dato referido a setiembre muestra una caída de 1,2% anual, siendo el peor sector la industria, donde la caída registrada es de 4,7%. Así que no, el empleo no se ha recuperado. Ojo, estos son verdaderos empleos y no la sobrevivencia vendiendo cualquier cosa por las esquinas a la que los peruanos se ven obligados precisamente porque no hay trabajo. Si se mezclan los datos de empleo con los de la sobrevivencia, sale un arroz con mango que confunde en vez de ayudar. Según una encuesta paralela a la anterior, en el tercer trimestre del año, en Lima se han perdido 49 mil puestos de trabajo y los ingresos reales de los trabajadores han caído en 2,5%. Para los trabajadores, que son la gran mayoría de la población, las noticias no son positivas, aunque la bolsa de valores registre que las cien empresas más grandes han visto subir sus ganancias en 217%.

Es que por el precio del cobre ha seguido subiendo y se está manteniendo encima de los $ 3,10 la libra, frente a $ 2,20 que llegó a estar a inicios del 2016.  Los precios de lo que exportamos han crecido 13% en promedio desde inicios de este gobierno, en especial de productos mineros, que son más del 60% de nuestras exportaciones totales. La subida es importante y está ampliamente estudiado que el crecimiento de la economía peruana depende de los precios internacionales de las materias primas: este velerito depende de que venga viento favorable del norte y hasta ahora es poco lo que se ha hecho para dotarlo de motores propios en la industria y otros sectores diversificados.

¿Por qué el empleo no se recupera? Usualmente cuando suben los precios de los metales, las arcas del estado se llenan y eso hace que el estado pueda gastar más. Pero en setiembre todavía los ingresos tributarios fueron 2% menos que el año pasado; la inercia y las malas políticas vienen frenando la recaudación fiscal. Por otro lado, el gasto y la inversión pública fueron recortados brutalmente en los primeros doce meses de este gobierno, pero ahora último sí muestran una recuperación. El que el gasto público recién haya empezado a avanzar en los últimos meses es posiblemente la razón por la cual no ha tenido efectos en el conjunto de la economía, ya que una reactivación depende de efectos acumulativos y multiplicativos que tardan unos meses.

La búsqueda de trabajo es la principal preocupación de los miles de jóvenes que cada año ingresan al mercado laboral.

El segundo mecanismo por el cual los mayores precios de los metales empujan la economía peruana es el canal financiero: los mayores precios de materias primas suelen traer inversión y capitales. Esto no está sucediendo de manera masiva, aunque hay indicadores que señalan que la inversión privada se viene recuperando un poco, por ejemplo, las importaciones de maquinarias y equipos están aumentando, en lo que algunos llaman un “brote verde” de la recuperación económica.

¿Será suficiente lo que estamos viendo para una creación vigorosa de empleos como la que necesitamos? No lo creo. Recordemos que son cerca de 300 mil puestos de trabajo que deben crearse cada año solamente para darle cabida a los jóvenes que se incorporan al mercado de trabajo, a lo que habría que sumar otro tanto si queremos enfrentar en serio la enorme falta de empleo e informalidad (70%) existente.

El problema sigue siendo una mala política económica que prioriza el ajuste fiscal antes que la reactivación y que no enfrenta el serio problema de la baja presión tributaria ni la necesaria diversificación productiva. Como esta política neoliberal se mantiene, el crecimiento depende de que los buenos vientos internacionales continúen y se fortalezcan. Es como si la principal tarea de Claudia Cooper, Ministra de Economía y Finanzas, fuera rezar, cuando lo que debe hacer es construir motores propios y pisar el acelerador a fondo.

Verano 2017-2018


Pedro Francke

Economista, investigador y consultor experto en Pobreza, Salud y Políticas Sociales.

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