Entrevista a Miriam Guevara y Donato Calderón, miembros de La Clínica de los Sueños.
Por Diana Tantaleán C.
Apostolado de Justicia Social y Ecología
La Clínica de los Sueños es un proyecto comunitario, iniciado en enero del 2015 en El Agustino, que busca la participación de los vecinos para que, a través de la mirada del arte, puedan empoderarse y ser críticos con su entorno.
Los jóvenes Marco González (fotógrafo), Bereniz Tello (comunicadora social), Miriam Guevara (profesora de teatro) y el señor Donato Calderón (Coordinador del Comité 2 del cerro El Agustino), se unieron para iniciar esta experiencia con los niños del barrio La Pampita, a través de talleres y actividades artísticas y recreativas.
Conversamos con Miriam y Donato sobre cómo fue surgiendo esta experiencia, sus motivaciones, el impacto que ha tenido en los niños y las dificultades a las que se enfrentan, demostrando que cuando el deseo de sacar adelante un sueño es grande, no hay trabas que lo detengan.
“Hace diez años, el barrio “La Pampita” era un centro de distribución y venta de droga al menudeo. Todos los días venían a comprar droga, y los niños no podían salir en las noches a la calle.
Los vecinos observamos que el sitio era muy vulnerable y nos comprometimos a enfrentar la situación. Con ayuda de la comisaría formamos una junta vecinal, cerramos pasajes y preguntábamos a los desconocidos que venían por la familia a la que iban a visitar, y lo confirmábamos. Si no explicaban a dónde se dirigían, se retiraban. También vigilábamos las zonas. Nos amenazaron, pero nos enfrentamos a la delincuencia.
Después de esta limpieza todavía había vendedores de droga, y tenían una relación amical con los niños y adolescentes del barrio. Entonces nos organizamos y decidimos traer cultura, pintura y música. Buscamos contactos para organizar un festival de música cada dos o tres meses en esta zona.
Luego busqué otros contactos, así conocí a Bereniz, que siempre venía a tomar fotos, a Marco González, que era periodista de OJO y realizó una entrevista por los carnavales que organizábamos todos los años, y él trajo a Miriam. Todos, salvo Marco, son de El Agustino, pero Marco siempre ha trabajado en el cono este.
Ellos son los que observan la importancia de trabajar con los niños. Miriam, Bereniz y Marco son los que dirigen, yo los apoyo en todo lo que puedan necesitar”.
“Antes de iniciar la “Clínica” Marco tuvo un viaje a Colombia para un festival de cine comunitario y, al regresar, me cuenta de todo lo que vio en el festival, donde todo era dirigido y organizado por niños. Emocionado me dice que quiere hacer algo igual en su barrio, empoderar a los niños, pero que no conocía a nadie, que conocía a más gente en El Agustino, y como yo era de aquí, me animaba a hacer algo. Así arrancó mi experiencia, y mi entusiasmo”.
Iniciamos con talleres de teatro y fotografía. Luego vimos que ambos se podían unir y empezamos con el taller de actuación para cortos de cine. Así hemos grabado varios cortos, que están en el Fanpage de la “Clínica de los Sueños”. Así se hizo el cortometraje “La importancia de soñar”.
También proyectábamos, todos los sábados, una película. Para eso nos fuimos agenciando de un proyector y el equipo necesario, a veces con actividades pro-fondos para algunas cosas en especial.
Traer lo material no es tan importante. Lo importante es la organización que se hace para que estos niños aprendan a tener otra vida más adelante. Que aprendan a formar grupos, conversar, hablar de sus cosas, de lo que ellos piensan o sus fantasías, y ponerlas en práctica si es posible.
Este cortometraje ha sido el trabajo audiovisual más ambicioso que hemos tenido con los niños. Luego de varias prácticas, de hacer cortos pequeños de forma casera, este tuvo un guion. Los niños hicieron todo, nosotros solamente dirigimos algunas cosas.
Fue una idea que los niños quisieron expresar, la importancia de sus sueños, de hacerlos realidad. Ellos hicieron el guion, otras dos niñas se encargaron de producción para ver la utilería o los vestuarios, hubo un mini proceso de casting para elegir a los que actuaban, ellos fueron los camarógrafos y buscaron las locaciones pidiendo permiso en sus casas para usar los ambientes. Ellos también dirigieron. En total participaron más de 12 niños. Se realizó este verano y participó casi todo el barrio y la mayoría de las locaciones fueron aquí.
La historia trata de un niño agustiniano que sueña con ser actor, pero hay muchos obstáculos. Se le opone su familia, un papá alcohólico que le pide ganar dinero para más cerveza, y esa es una realidad que los niños viven, ellos mismos lo expresaron; también se le oponen los amigos, que buscan desanimarlo; incluso en el colegio, al escucharle la profesora, ella le pregunta sobre otra profesión que “le dé dinero”. Todo su entorno se le opone. Pero hay dos personas, su mejor amiga y un señor que conoce y que resulta ser mimo, que le aconsejan seguir su sueño. Así logra impulsarse, va a un casting, donde todos quedan sorprendidos, y es para una obra de teatro comunitario que participará en festivales en Latinoamérica.
Nuestra meta ahora es realizar un corto cada año, en la temporada de vacaciones.
Las familias y los amigos del entorno. Sucede que cuando los niños (sobre todo los varones) van entrando a la pubertad y la adolescencia, los más grandes los van juzgando por las actividades que realizan con nosotros, y los quieren implicar en otras actividades, como robo o drogas.
La mayoría de los niños vienen de hogares disfuncionales, muchos viven solo con la mamá o los abuelos y, conforme van creciendo, ya no quieren ir al colegio, van viendo la venta de droga, empiezan a fumar o robar. Se dan cuenta que pueden conseguir dinero de la manera más fácil. Esa ha sido nuestra preocupación, cómo hacer para que esos niños no tengan esos contactos o tengan otras opciones. Nuestra intención ha sido que vean otras alternativas de vivir.
Un caso es el de “N”, un niño muy capaz, talentoso para casi todo. Ahora tiene 13 años. En todos los talleres daba lo máximo, y es un líder por naturaleza, por lo que siempre motivaba a los niños que venían. Pero cuando va creciendo, va adoptando el comportamiento de sus compañeros mayores, sumado a que en casa no hay una imagen masculina fuerte y se deja guiar por la imagen del hermano, quien está vinculado a robos o a pelea de perros.
Nosotros hemos querido rescatarlo de ese entorno, incluso hemos dialogado con su madre para que pueda tomar consejería. Se consiguió una cita, pero no fue. Con un niño no se puede trabajar a solas, debe tener apoyo de la familia; si no lo tiene, no se puede hacer nada.
Otro caso es el de una niña muy sobreprotegida, cuya madre no quería que estuviera en nuestras actividades porque se podía juntar con “otros tipos de niños”. Nosotros estuvimos hablando con la señora y le explicábamos cómo le podía ayudar esta experiencia a su hija. Algunas veces le daba permiso, y poco a poco, la mamá fue abriéndose, tuvimos un contacto más directo con ella, la invitábamos a las actividades e iba tomando confianza.
En ese aspecto, la familia es fundamental. Si tienes el soporte familiar, puedes lidiar con el resto. Estamos tratando de que vengan a dar charlas a los padres. Nos gustaría trabajar más el lado emocional, tanto con los niños como con los padres, poder dar charlas a los niños, a los púberes, y un taller para los padres.
Porque tenemos fe en los niños, apostamos por esa generación nueva, sabemos que les va a quedar algo de lo que están haciendo, van a recordar que aprendieron cosas esenciales para ser mejores seres humanos, porque están abriendo sus emociones y fortaleciendo un vínculo, no solamente con sus compañeros de barrio, también con sus propias familias.
Tenemos la fe puesta en ellos, en la infancia, y en cada niño que nosotros tenemos dentro. Nuestros niños internos también han salido con ellos, los hemos reconocido y esperamos, poco a poco, que cada niño de cada adulto, también pueda jugar como ellos, algún día.
Para el aniversario de La Clínica les preguntamos sobre lo que significaba para ellos este espacio, y uno de los niños dijo: “yo, gracias a la Clínica de los Sueños, me siento más libre y he podido tener amigos”. Este niño era muy tímido, al inicio no hablaba con nadie, pero es un gran actor. Fuimos viendo cómo, poco a poco, él se fue empoderando y ahora puede expresarse con libertad.
Para la mayoría de ellos es un espacio de libertad, de juego, de poder realizar lo que ellos quieren, de trato en igualdad. Nosotros no queremos ser profesores, queremos ganarnos su confianza, que haya confianza y respeto más allá de jerarquías, porque ellos son tan capaces como nosotros, mucho más capaces de lograr cosas.
A Samanta, la directora del cortometraje, la han entrevistado en el diario, la han agasajado en su colegio. Ella ha visto cómo una acción bien llevada puede trascender, y la anima a seguir creando.
Luego del corto, ella y los demás niños, ya proponen historias, sus cabezas están llenas de ideas, pero no solo está en sus cabezas, también tienen la confianza de poder decirlo.
Aquí redescubren sus propias capacidades, su potencial, los hace sentirse más seguros.
Primavera 2017
Donato Calderón
Coordinador del Comité 2 del cerro El Agustino.
Miriam Guevara
Profesora de teatro para personas con discapacidad.