Michael Porter, gurú de las ventajas competitivas en el mundo, estuvo recientemente en Lima para participar en el Seminario Internacional “Claves de una Estrategia Competitiva”. En esta oportunidad, el mensaje que nos dejó supo a jalón de orejas o, en el mejor de los casos, a punzante advertencia de que no nos durmamos en nuestros laureles.
El Perú es uno de los países que más creció en los últimos años y también uno de los que mejor le está yendo en medio de la crisis internacional que enfrentamos. No obstante, la gran cuestión es qué tan sostenible es esto o, en otras palabras, hasta qué punto depende este crecimiento de la fuerte demanda de metales y materias primas por parte de la China y otros países emergentes en el mundo, antes que de méritos propios.
El mismo Porter suele agrupar los factores vinculados a la competitividad en factores básicos y factores avanzados. Los primeros se refieren a lo que podríamos llamar las ventajas naturales de una región (aquello que le llovió del cielo: recursos naturales, clima favorable, tamaño de población, ubicación geográfica). En cambio, los factores avanzados corresponden a lo que el propio país gesta a través de una gran dosis de esfuerzo e inversión. Aquí cuentan los recursos humanos altamente calificados, infraestructura moderna, investigación y desarrollo tecnológico y base institucional sólida y confiable. En este tipo de factores es donde el país adolece de sus mayores debilidades y donde hay todavía mucho por hacer.
Si aterrizamos lo dicho a escala nacional, al nivel de nuestra región Piura, veremos que ello adquiere igual o más validez y pertinencia. En materia de recursos humanos, los nuevos sectores y productos emergentes en la región no cuentan todavía con una oferta suficiente de profesionales y de personal de mando medio. Así, por ejemplo, el inicio de la actividad vitícola ha requerido traer personal especializado desde otras partes del país (especialmente, de Ica y Lima); asimismo, el desarrollo de nuevos proyectos mineros (en particular, el de fosfatos de Bayóvar) demanda ingenieros especialistas que no se disponen en Piura, dada la inexistencia en esta de grandes proyectos mineros en marcha. En este sentido, es necesario que las universidades de la región establezcan puentes de contacto con el sector privado, que les permita ajustar su oferta educativa a la demanda existente.
En lo que concierne a desarrollo tecnológico e investigación, este viene quedando librado básicamente a los esfuerzos que realizan, con limitaciones, algunas universidades de la región y el sector privado. Es de destacar también los avances puntuales realizados por instituciones como INCAGRO y los Centros de Innovación Tecnológica (Cites) de Artesanía, Joyería y Agroindustria. Pero siempre la gran debilidad es no contar con recursos suficientes para acometer una tarea cuyos frutos, por lo general, se ven en el mediano plazo, luego de la validación respectiva de resultados. En este caso, habría que tomar algunas decisiones claves como, por ejemplo, la de destinar un porcentaje de los recursos del canon a financiar este tipo de actividades.
En materia de infraestructura física son destacables algunos avances; los cuales, sin embargo, no alcanzan todavía para cubrir la enorme brecha existente. En particular, en este año 2009 se logró concretar dos caros anhelos de la región: la puesta en marcha del Proyecto Hidroenergético del Alto Piura y la concesión del puerto de Paita; esta última con cuestionamientos por superar. Sin embargo, otros aspectos pendientes tienen que ver con la repotenciación (sobre-elevación) de la represa de Poechos; ampliación y mejoramiento de la infraestructura vial (en particular, la de integración a la sierra y la que facilite la salida de nuestros productos de agroexportación hacia el puerto de Paita, sin mayores costos o mermas); electrificación rural, enfocada, sobre todo, en aquellas zonas con potencial de desarrollo de agroindustria rural (generadora de empleo) o de uso eficiente de agua subterránea como fuente complementaria (caso Alto Piura); dotación de agua potable, especialmente en zonas como Talara y Paita que vienen adoleciendo desde hace varios años la escasez de este servicio básico, constituyendo un factor clave de desaliento de la inversión privada.
En fin, como diría César Vallejo: hay hermanos, muchísimo por hacer. La puesta en marcha de soluciones efectivas requiere de una cuarta pata de la mesa: instituciones con solvencia técnica y moral. Lo que involucra gobierno regional, gobiernos locales, gremios empresariales e instituciones de la sociedad civil. Al respecto, la región reclama liderazgos claros y con visión de lince.
Publicado en enero 2010
Mario Alvarado Tabacchi
Centro Regional de Estudios Económicos y Empresariales (CREE). Catedrático de la Universidad de Piura.