“Hay que organizarse de acuerdo a lo que se quiere.”
La inseguridad (delincuencia y violencia) es un problema global que afecta a muchas personas en el mundo, impactando directamente la vida cotidiana de la población, limitando su libertad de movimiento y afectando su economía. Es un problema que está en aumento, tejiendo su trama organizativa, generando la “sensación de ser incontrolable” en la percepción de la población, evidenciando la debilidad de las estructuras institucionales del Estado y generando temor generalizado en la vida cotidiana.
El “barómetro de seguridad” publicado por IPSOS en setiembre último dice que “al menos ocho de cada diez peruanos a nivel nacional no se sienten seguros al momento de salir de sus viviendas…nueve de cada diez mujeres consideran que la situación de inseguridad ciudadana ha empeorado el presente año”. Según una encuesta del Instituto de Estudios Peruanos IEP (noviembre, 2024) se aprecia que “el 90% de la población dice que la inseguridad ha empeorado”. La empresa Verisure indica que “el 28% de la población no se siente a salvo ni siquiera en el interior de sus casas”. Estos datos nos hacen notar que el problema es complejo, con manifestaciones diferentes en el tiempo y con niveles de organización distantes en el territorio. Los elementos básicos para el análisis del problema, la búsqueda de alternativas y su implementación desde los diversos sectores de la sociedad rebasan a un territorio específico.
"Los ronderos recomiendan que «se debe recuperar la imparcialidad de las instancias competentes y el tratamiento de los casos en absoluta confidencialidad, en caso contrario, seguirá la mala gestión de la justicia y crecerá la desconfianza»."
Las manifestaciones de delincuencia o de violencia en los espacios rurales podrían estar subregistradas debido al escaso desarrollo de los registros estadísticos. Pero sus manifestaciones y consecuencias datan de antiguo y es ante esta problemática que diversas poblaciones andinas se vienen organizando con estrategias de seguridad comunitaria. Fruto de ello es el surgimiento de las Rondas Campesinas en Chota (Cajamarca) en la década de 1970, que tuvo como objetivo el cuidado de la ganadería ante el abigeato, la protección de bienes de la población del hurto y asalto, la defensa de tierras de invasiones o intervenciones externas, y la protección de la incursión de ideologías adversas a la convivencia comunitaria. En la provincia de Quispicanchi (Cusco), la creación de las Rondas Campesinas data de inicios de la década de 1990, cuando la problemática era similar, y fue la voluntad de la población que, junto a sus organizaciones de la comunidad y de la sociedad civil, plantearan el deseo de superar la problemática de inseguridad y violencia de manera colaborativa.
En los siguientes párrafos presento algunos testimonios y aportes para abordar la inseguridad ciudadana (violencia y crimen) que afecta al país desde las voces de líderes y directivos de las Rondas Campesinas de la provincia de Quispicanchi, desde los diferentes roles que tuvieron (rondero de base, guardia, comisionado, presidente), así como desde sus historias de vida comunitaria construidas por décadas al interior de las Rondas Campesinas. Estas personas nos dicen: “soy rondero desde siempre”, “soy rondero desde cuando yo era joven y acompañaba a mi papá”, “vi a mi hermano mayor ocupando el cargo de presidente y cargos en la Rondas Campesinas”, “ocupé varios cargos en organizaciones y ahora soy secretaria de Asuntos Femeninos de la Ronda Campesina”. Además, es complementada desde la experiencia en el acompañamiento a las organizaciones existentes en las comunidades campesinas.
Las ronderas y ronderos a quienes acudimos para un breve diálogo sobre el problema nos expresaron diversas sugerencias, pero coincidieron en manifestar que hay tres que consideran estratégicas.
Termino este breve ensayo haciendo eco de un mensaje que me dieron y pidieron compartirlo: “El problema es fuerte, tiene muchas interconexiones institucionales y territoriales…es momento de acercarnos y desde las experiencias comunales y locales podemos construir el camino para acabar con este flagelo”.
Verano 2025
Antropólogo. Director de la Asociación Jesús Obrero - CCAIJO, en Quispicanchi, Cusco.