Entrevista a Olinda Silvano, artista shipiba
Por Diana Tantaleán C.
Apostolado de Justicia Social y Ecología
La artista amazónica Olinda Silvano es reconocida internacionalmente por dar a conocer, a través de sus diseños, la cosmovisión de su pueblo Shipibo-Konibo.
Si bien llegó a Lima hace varios años de su natal Loreto, supo mantener su cultura, difundirla, y sentirse orgullosa de sus raíces. Hoy nos comparte sus logros, su mirada sobre nuestro país, y la importancia de setirse orgullosa de su cultura.
El diseño kené es la inspiración de las mujeres shipibo-konibo por medio de plantas medicinales, como la ayahuasca, el piri piri, y otras plantas. Kené también significa la unión del pueblo shipibo konibo. También hay un diseño kené que es el río Ucayali, nadie lo detiene. También hay diferentes animales de colores dentro del kené porque diferentes animales de colores existen en la Amazonía.
El kené incluye muchas cosas: la cosmovisión indígena, la inspiración, la cruz del sur. Después de tomar las plantas medicinales, la energía que nos dan nos hace ver visiones, y sobre eso plasmamos en las telas, es un diseño irrepetible.
Esto no se aprende en el colegio, nos viene de nuestros ancestros, es nuestra herencia. Nuestros ancestros siguen existiendo en nuestro kené. Sus conocimientos siguen ahí. Si a mí me pasa algo, en mis hijos existirán mis diseños. Por eso yo se lo transmito a mi hijo, a pesar de ser varón. Ya tengo a quién dejarle mi herencia de conocimiento.
El diseño es pintura y es bordado. También hay canto kené [con su dedo recorre las líneas del diseño en la tela mientras va entonando un canto melodioso]. Ese canto va inspirando y se va haciendo el diseño, así trabajamos.
Yo hago diseños desde niña, porque yo jugaba con kené. Me iba debajo de un árbol y empezaba a cantar bajo su sombra, soñando despierta, y diseñaba mi kené en la tierra. Cuando caía la lluvia, todo se desaparecía. Antes, cuando era pequeña, no tenía mucha tela porque, para poder tenerla, debíamos esperar la siembra del algodón, luego que crezca, cosecharlo y trabajarlo.
Yo pertenezco a la comunidad nativa de Paoyhan, bajo Ucayali, en Loreto; pero ahora vivo en Lima. Migré en busca de una mejor calidad de vida porque veía que mis padres tenían muchos hijos y a mis hermanos y a mí nos faltaba ropa. De esa manera salí de mi tierra, pero nunca me olvidé de mi cultura, la mantuve hasta ahora, y estoy muy orgullosa. Me siento muy feliz de haber logrado que respeten nuestra cultura, visibilizarla a pesar que estamos en la capital.
Cuando otras chicas migran, se olvidan de su cultura y creen que ya son otras personas, pero no es así, somos la misma persona, pero debes identificarte. Lima es pluricultural, todos somos migrantes, pero debemos hacer respetar nuestros derechos porque somos indígenas y pertenecemos a este país maravilloso. Por eso yo también pertenezco a esta capital.
He sufrido de discriminaciones, pero no me importó. Cuando lloraba, decía "algún día me respetarán", "algún día mi cultura será reconocida". Y ahora soy reconocida por el Ministerio de Cultura, por el Congreso de la República, por la Municipalidad de Lima, por MINCETUR. He representado a mi país en Rusia, Canadá, Madrid, México; y en abril voy a Sao Paulo, en Brasil. También me invitaron a Estados Unidos tres veces, pero no me dieron visa; ahora me han vuelto a invitar para llevar prendas en julio, con Perú Independiente, y lo intentaré de nuevo.
Incluso mis diseños también salieron en la inauguración y en la clausura de los Juegos Panamericanos.
Me inspiro cantando, a veces converso con la tela, siento que es una compañía para mí, me imagino que es alguien. El kené también es una mujer, una mujer maravillosa, con la cual hablo, le voy contando el trabajo que voy haciendo: "¿quieres ir a otro país?, si quieres ir a otro país, pórtate bien para hacerte mejor, para que alguien te venga a llevar; pero si te portas mal, si te manchas, nadie te va a llevar, te vas a quedar acá". Así, ni bien voy terminando las telas, ya viene un comprador y se la lleva. Por eso me gusta conversar con la tela como si fuera una persona.
Por eso siempre le digo a las mujeres: "amigas, no hay que aguantar a los hombres maltratadores, hay que demostrarles que nosotras sí podemos. Nuestro fiel compañero, nuestro fiel esposo, es nuestro trabajo, nuestro arte: las mantas, las servilletas, la bisutería, ellas no nos van a maltratar, no nos van a traicionar; más bien nos ayudan a salir adelante, es una fuente de ingreso para poder apoyar a nuestra familia, a nuestros hijos. No hay que sentirse minimizada. Yo también, antes, me sentía así, pero luego me dije: "yo también sé hacer lo que aprendí". Y con eso salí adelante. El arte me cambió la vida.
Para mí es importante para que no se pierda la identidad cultural, para que no nos digan solamente "los mestizos". Hay etnias de shipibos, asháninkas, yanesha, hay de todo. No debemos olvidarnos de nuestros ancestros, porque gracias a ellos tenemos la vida. Por eso, para mí, es muy importante que nadie se olvide de sus raíces, respetarlas, amarlas.
Con las pinturas también pinto las paredes, soy muralista, he pintado el xau kené, maya kené, xao kené, chumpi kené[1].
No, eran escondidos, como invisibles. Sólo lo hacíamos las mujeres para vestirnos, para nuestro día a día o para nuestras fiestas, no era para la venta. Nuestro trabajo no era valorizado, pero eso fue cambiando poco a poco. Se fue viendo la idea para poder mandar dinero a nuestras familias, para nuestros hermanos, así se convirtió en fuente de ingreso, aumentó más la demanda, y se pudo conseguir más tela.
Con estos bordados y pintados las madres han mantenido a sus hijos, ellos han sido profesionales.
Antes era poco. Ahora, algunos se avergüenzan, pero otros ya no. Algunos se ponen su corona o su cushma[2]. Mi hijo también la usa ahora. Al principio toda la gente lo miraba, pero a él no le importaba.
Me gustaría que la gente nos reconozca y que vistan con nuestras telas para hacer sus vestidos. Que la gente adore nuestro arte. ¿Por qué los extranjeros nos valoran y los peruanos no? Nos tienen que valorar donde nosotros estamos.
Cuando me voy a otro país me siento más valorada que acá. Antes era peor, al menos ahora ya me mencionan poco a poco aquí. La gente que un día te desprestigió, ahora ya te saluda, y eso no debe ser. Nunca hay que minimizar a nadie, todos somos iguales.
Yo espero que el mundo cambie, que nos valoremos entre nosotros, tanto las mujeres como los varones; los niños y los jóvenes, todos. El arte lo va a cambiar todo, lo va a curar todo. El arte es vida, es cultura, el arte es sanación. El arte es PURO.
Que el Perú, los gobiernos, inviertan en arte.
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[1] Diferentes diseños y trazos kené.
[2] Vestimenta shipiba masculina a manera de túnica, con mangas hasta los codos.
Otoño 2020
Olinda Silvano
Artista Shipibo-konibo. Oriunda de la comunidad nativa de Paoyhan (Loreto). Ha viajado a diversos países como representante del arte amazónico.