Al turismo, en sus inicios, se le consideró y se posicionó como la «industria sin chimeneas». Bajo este enfoque, muchos territorios optaron por apostar por el turismo como su principal actividad económica y dejar de lado sus vocaciones tradicionales e históricas para enfocarse en la construcción de destinos turísticos cuyo indicador de éxito era el número de visitantes. España, por ejemplo, alcanzó un éxito histórico en 2024 tras recibir aproximadamente 94 millones de turistas internacionales, lo que representa un incremento del 10,1 %, respecto al año anterior. Este aumento en el número de visitantes también se reflejó en el gasto turístico, que ascendió a 126 282 millones de euros, un 16,1 % más que en 2023. En 2024, Francia alcanzó un récord histórico al recibir cien millones de turistas internacionales, incremento que se le atribuye en gran parte a los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de París. En términos de ingresos, Francia generó 71 mil millones de euros, un 12 % más que en 2023.
"Más allá del número de visitantes, debemos considerar otros indicadores de éxito o redefinir el mismo. ¿Qué es el éxito para un destino turístico?"
Este crecimiento los consolida como los destinos turísticos más populares a nivel mundial. ¿Será que el indicador cuantitativo como número de llegadas y la popularidad son los únicos indicadores de éxito? ¿Será parte del éxito el nacimiento de la turismofobia en España y la cantidad de protestas en contra del turismo? ¿O, tal vez, estos indicadores son un punto de partida para reflexionar acerca del impacto económico, social, cultural y ambiental que produce el turismo en las comunidades locales y acerca de los mitos que se generan alrededor del mismo? ¿El modelo actual de turismo genera desarrollo económico local? ¿Los ingresos percibidos por la actividad turística aportan a la conservación de los recursos naturales y culturales? Más allá del número de visitantes, debemos considerar otros indicadores de éxito o redefinir el mismo. ¿Qué es el éxito para un destino turístico?
El reto de los destinos turísticos va más allá del aumento en la cifra de visitantes. Implica, como punto de partida, entender el turismo como un sistema complejo e interrelacionado que funciona como una telaraña; se mueve un hilo y tambalea todo el sistema. Ahí radica la importancia de la planificación turística: la construcción de una visión de destino turístico de forma concertada y participativa en la que cada uno de los actores del destino asuma compromisos y responsabilidades, más allá de las cifras económicas o de resultados a corto plazo y dejando de lado la sostenibilidad, competitividad y las tendencias de mercado.
Los antiguos modelos de planificación turística tenían como finalidad convertir a los destinos en máquinas de crecimiento priorizando la generación de empleo sin tener en cuenta los recursos naturales. El principal error de estos modelos era considerar a los habitantes como consumidores y no como ciudadanos. Podemos citar como ejemplo a la ciudad de Cartagena, donde una de las principales problemáticas entre el turismo y el consumo de agua está relacionada con el estrés hídrico, que es cuando la demanda de agua supera la oferta disponible, un fenómeno que se ha intensificado debido al aumento del turismo y a la apuesta por el crecimiento del turismo masivo, a lo cual se añade el cambio climático como un factor agravante. Es crucial que los destinos turísticos gestionen los recursos naturales de manera responsable, sobre todo en áreas con recursos limitados. La planificación y la inversión en infraestructuras sostenibles son fundamentales para evitar que el turismo agote los recursos esenciales como el agua.
También podemos tener como referencia a Costa Rica, país que ha logrado posicionarse como un líder mundial en turismo sostenible gracias a su compromiso con la conservación de la biodiversidad y el manejo responsable de sus recursos naturales. Cuenta con más del 25 % de su territorio, compuesto por parques nacionales y reservas, protegido. Además, ha implementado programas como el Certificado de Sostenibilidad Turística (CST), que premia a los hoteles y las empresas que cumplen con criterios ambientales rigurosos. El éxito de Costa Rica demuestra que el turismo puede ir de la mano de la conservación ambiental. Las políticas públicas claras, como el CST, y la colaboración entre el sector público y el privado son clave para promover un turismo responsable y consciente del entorno natural.
Repensar los modelos de planificación turística con una comprensión sólida de todos los elementos del sistema turístico es la base para construir destinos sostenibles y competitivos según indicadores cualitativos y no únicamente el incremento de las cifras. Algunos factores por considerar son la satisfacción del visitante, la diversificación de los mercados de origen, la infraestructura y la accesibilidad, la seguridad y la percepción de la misma, la calidad de la oferta cultural y de actividades, el índice de inversión turística, la innovación, la adaptabilidad y la sostenibilidad ambiental.
Si bien el turismo genera ingresos inmediatos y crea empleo, no siempre se distribuyen de manera equitativa entre la población local. En muchos casos, las comunidades más cercanas a los destinos turísticos no ven reflejado este crecimiento en su calidad de vida. A pesar de las estadísticas positivas, como el aumento del número de turistas, algunas zonas experimentan una creciente desigualdad económica, muestra de que los beneficios de la industria no son compartidos equitativamente entre los diferentes sectores sociales.
"El éxito de un destino turístico no debe ser solo la cifra o la mejora en la calidad de los servicios turísticos, sino además la capacidad para fortalecer el sentido de identidad, pertenencia y compromiso con el desarrollo del turismo en armonía con el entorno."
Los casos de éxito no deben estar centrados en las cifras de visitantes, sino en la mejora de la calidad de vida de la población local y en la construcción de ciudadanía, identidad y orgullo local. Partiendo de estas premisas, podemos citar a la empresa Rainforest Expeditions, que, en sus 35 años de existencia, mantiene desde 1996 una alianza estratégica con la Comunidad Nativa de Infierno, en Tambopata, Perú, con la cual trabaja de forma conjunta para operar de forma exitosa el Lodge Posada Amazonas. Esta alianza no solo ha permitido generar ingresos a las familias de la comunidad, sino que ha generado empleo, educación y oportunidades de desarrollo, así como una innegable mejora en el territorio y en las familias, que, comprometidas con la conservación y la protección de los bosques de amenazas externas, han generado negocios inclusivos alrededor de la actividad turística, impulsando la artesanía, la gastronomía y los saberes ancestrales, que mantienen viva la cosmovisión amazónica.
Por ello también es importante considerar que el turismo no debe ser únicamente percibido como ocio, recreación o diversión, sino que debe ser concebido y entendido como una oportunidad de desarrollo local y una apuesta clara por la conservación de los recursos naturales, culturales y patrimoniales. La empresa Rainforest Expeditions es un ejemplo de ello.
No obstante, una de las amenazas en Tambopata es la minería ilegal, que contamina y destruye. Aquí radica la importancia de las políticas públicas para que el éxito no sea únicamente de una empresa o una comunidad, sino de un destino turístico que cuenta con servicios básicos, seguridad, accesibilidad e infraestructura.
Más allá de los desafíos, el turismo también puede ser un motor clave para la innovación y la sostenibilidad. Existen ejemplos de destinos que han sabido integrar la sostenibilidad en su estrategia turística, transformando la experiencia para los turistas y, al mismo tiempo, protegiendo sus recursos naturales y culturales. Ciudades como Copenhague o destinos como Costa Rica e Islandia han logrado posicionarse como referentes mundiales porque integran políticas de turismo sostenible y apuestan por la eficiencia energética, la protección de la biodiversidad y el impulso de una economía circular. Sin embargo, la transición hacia un turismo más responsable requiere de una gran voluntad política, de la cooperación entre los sectores privado y público y, por supuesto, de un cambio en el comportamiento del propio turista, quien debe ser más consciente del impacto que su visita genera.
El turismo también tiene un significativo potencial para promover la paz y el entendimiento intercultural. A través de la interacción con diversas culturas, los viajeros pueden fomentar el respeto y la empatía, además de abrir caminos hacia una mayor tolerancia. No obstante, esto requiere de una adecuada gestión. Podemos citar como ejemplo a la Ruta del Barroco Andino en Cusco, promovida por la Compañía de Jesús y cuya experiencia turística se basa en el respeto de las tradiciones, el arte y la identidad locales.
Las lecciones aprendidas para la construcción de destinos turísticos nos llevan a la necesidad de establecer alianzas estratégicas entre el sector público y el privado, así como con organizaciones no gubernamentales y la comunidad académica, para impulsar una agenda común de desarrollo turístico sostenible. Estas alianzas pueden facilitar la investigación conjunta, la implementación de mejores prácticas y la capacitación continua de los actores locales. De esta manera, no solo se promueve un turismo más ético y responsable, sino que también se construye una base sólida para la competitividad a largo plazo. El éxito de un destino turístico no debe ser solo la cifra o la mejora en la calidad de los servicios turísticos, sino además la capacidad para fortalecer el sentido de identidad, pertenencia y compromiso con el desarrollo del turismo en armonía con el entorno.
La calidad de la experiencia turística, el bienestar de las comunidades locales, la preservación del entorno natural y cultural, y el respeto por las tradiciones son ahora factores fundamentales para determinar si un destino está teniendo éxito en términos de sostenibilidad. Para el turismo sostenible, el éxito no se mide en el gasto ni en las «estrellas», ni en el lujo, ni en el derroche, se mide con la satisfacción de saber que nuestros hijos y nietos también podrán visitar estos lugares.
Comunicadora con maestría en Dirección y Planificación del Turismo, formación en Administración de Servicios en Le Cordon Bleu Perú y diplomado en Gerencia Social Ignaciana. Docente de Turismo en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.