Hace más de un año que el mundo vive una crisis sanitaria que ha trastocado nuestras vidas. El tema de la salud ha estado y está en el centro de nuestras existencias, revelándonos sus muchas aristas. La salud no se limita solo a lo corporal. La sanidad mental también es fundamental. La pandemia y el modo de vida vertiginoso han puesto de manifiesto cómo lo corporal afecta lo mental y viceversa. Las depresiones, angustias, ansiedades, estrés, etc.; son cada vez más frecuentes a causa del estilo de vida que llevamos agudizados por la COVID-19. Tenemos que prestar mayor atención a la salud mental. Esta labor implica analizar sus causas para prevenirlas y tener mejores recursos para curarlas.
Además están las condiciones para la prevención y atención en temas de salud en general. Por un lado, hay que reconocer la importancia de la prevención: vacunaciones contra la COVID-19 y también contra el dengue, malaria, meningitis entre otras muchas enfermedades más. Además es necesario ofrecer las condiciones para evitar enfermedades como son una buena alimentación para luchar contra la anemia, especialmente infantil, que deja secuelas graves impidiendo la posibilidad del desarrollo de la persona; así como el acceso al agua potable, alcantarillado, manejo de residuos (basura). Igualmente se requiere un sistema de salud primario de calidad para evitar complicaciones. Muchas personas en el Perú mueren por no ser atendidos oportuna y adecuadamente por simples resfriados, problemas digestivos, etc., terminando con neumonías y deshidrataciones que finalmente las conducen a la muerte. Muertes que pudieron evitarse. Para ello es necesario contar con recursos humanos y medios para hacerlo. No solo se trata de implementar las postas sanitarias con medicinas, materiales y tecnología. Asimismo, se requiere formar profesionales de la salud, ya que actualmente hay un déficit de personal de salud en el país.
Nuestra salud también depende de nuestras relaciones con la naturaleza. Si seguimos maltratándola en un futuro muy próximo tendremos otras pandemias debido a aires híper-contaminados, alimentos artificiales-no sanos, tala indiscriminada, producción de monocultivos extensivos, etc. Al mismo tiempo, la salud incluye nuestro modo de relacionarnos como sociedad. Todos extrañamos visitaros, frecuentarnos. El distanciamiento físico (o social) afecta nuestra psique. Por último la pandemia nos muestra que solo podemos estar verdaderamente sanos cuando los otros lo están. Un debate ético actual es el acaparamiento de vacunas por algunos países ricos y la falta de voluntad por suspender temporalmente los derechos de propiedad de tal modo que más laboratorios en el mundo puedan producir la vacuna. Un riesgo latente es la aparición de nuevas cepas que podrían mutar a otros virus inmunes a las vacunas actuales, con la posibilidad de generarse otra pandemia. En este sentido la sanidad también es cuestión de fraternidad y solidaridad.
P. Carlos Miguel Silva Canessa, SJ
Invierno 2021