En las últimas dos décadas, la minería ha tenido un impacto significativo, tanto positivo como negativo, en las economías de Arequipa, Moquegua, Apurímac, Puno y Madre de Dios, entre otros. Este impacto se manifiesta de diversas formas. Por un lado, ha generado un interesante crecimiento económico y creado empleo. Por el otro, conlleva desafíos ambientales, sociales y de gobernanza[1]. En este artículo, analizamos cómo la minería, formal e informal, ha moldeado estas regiones, los riesgos emergentes y las oportunidades futuras para un desarrollo más sostenible.
La minería formal ha sido uno de los pilares del crecimiento económico en el sur del Perú. En regiones como Arequipa[2] y Moquegua[3], la minería representa, en general, más del 30 % del PBI de las mismas, mientras que en Apurímac este porcentaje ha sido aún mayor, especialmente luego del inicio de operaciones de Las Bambas. Arequipa produjo en 2022 alrededor de 420 000 toneladas métricas de cobre[4], lo que la convierte en la segunda región productora de cobre más importante del país.
Esta contribución de la minería formal no se limita solamente al PBI. Las transferencias del canon minero y de las regalías han sido cruciales para financiar proyectos de infraestructura, educación y salud. En 2022, Arequipa recibió más de mil millones de soles por el canon minero, mientras que Moquegua recibió más de quinientos millones de soles[5]. Estas cifras subrayan la importancia de la minería en el financiamiento del desarrollo regional.
La minería formal también ha sido una fuente significativa de empleo directo e indirecto en las regiones del sur. Entre 2019 y 2023, Apurímac, Arequipa y Moquegua mantuvieron un nivel de empleo estable en el sector minero con cifras que oscilan entre los 7 600 y 19 500 empleos directos anualmente en cada región[6]. A esto se deben sumar los empleos indirectos generados en sectores relacionados, como transporte, servicios, alimentación y comercio, los cuales amplían el impacto económico de la minería más allá de las operaciones mineras propiamente dichas.
Asimismo, las empresas mineras han realizado importantes inversiones en infraestructura, las mismas que han beneficiado a las comunidades locales, tales como la construcción de carreteras, electrificación y proyectos de agua y saneamiento. Estas inversiones han sido, en muchos casos, una condición para obtener licencias sociales para operar y han contribuido a mejorar las condiciones de vida en las regiones mineras.
La actividad minera ha tenido un alto impacto en la reducción de la pobreza en las regiones del sur del país. En Arequipa, por ejemplo, la tase de pobreza se redujo de alrededor del 35 % en 2004 a menos del 15 % en 2019. Apurímac es una de las regiones con mayores avances: en 2004, la pobreza en la región era del 69,5 %, y en 2019 se había reducido a 36,1 %[7][AS2] .
Pero la minería en el sur del Perú también tiene su carga de problemas: ha sido una fuente de conflictos sociales ligados a preocupaciones sobre la contaminación ambiental, la distribución desigual de los beneficios económicos y la falta de consulta y participación de las comunidades locales. Como ejemplo, podemos mencionar el conflicto en Espinar, que fue documentado en informes de organismos internacionales como la Defensoría del Pueblo del Perú. Asimismo, el proyecto Tía María ha sido objeto de controversia desde sus inicios. Amnesty International y Global Witness reportaron en su momento los conflictos y la resistencia de las comunidades locales en Arequipa, quienes aún temen el impacto ambiental y la falta de beneficios directos.
También es preciso considerar que la dependencia de la minería en el sur del Perú genera una potencial y significativa vulnerabilidad ante las fluctuaciones de los precios internacionales de los metales. Esta dependencia puede, en algún momento, llevar a problemas económicos importantes cuando los precios de los metales disminuyen, lo cual afecta tanto a las empresas como a las economías locales y regionales.
"[La minería en el sur del Perú] ha sido una fuente de conflictos sociales ligados a preocupaciones sobre la contaminación ambiental, la distribución desigual de los beneficios económicos y la falta de consulta y participación de las comunidades locales."
La minería informal proporciona empleo directo e indirecto a miles de personas, especialmente en áreas rurales, donde las oportunidades económicas son limitadas. Se estima que entre trescientos mil y quinientos mil personas están involucradas directamente en la minería informal en el Perú, con una parte significativa ubicada en el sur[8]. Esta actividad genera réditos para las familias que, de otra manera, tendrían acceso limitado a fuentes de ingresos. A esto hay que añadir que la minería informal contribuye a la dinamización de las economías locales a través del comercio y la demanda de bienes y servicios, lo que puede ayudar a sostener pequeñas y medianas empresas en las comunidades mineras.
Pero la minería informal también genera una significativa pérdida de ingresos fiscales para el Estado, toda vez que no paga impuestos, regalías ni derechos de explotación. Se estima que esta actividad genera, en promedio, 147 millones de dólares al año en pérdidas fiscales debido a la minería informal[9].
El impacto ambiental de la minería informal es también considerable. En regiones como Madre de Dios, Puno y Arequipa, se han registrado grandes áreas deforestadas y contaminadas por el uso de mercurio y cianuro en el proceso de amalgamación del oro. Además, la minería informal está asociada a condiciones laborales peligrosas, explotación infantil y tráfico de personas. Investigaciones académicas, como la del Instituto de Estudios Peruanos (IEP)[10], y reportes de organizaciones ambientales han documentado cómo la contaminación minera afecta la calidad del suelo y del agua, lo que impacta negativamente en la agricultura y la ganadería en el sur del Perú. Por ejemplo, en la región de Puno, la contaminación de suelos a causa de la minería ha reducido la productividad de los cultivos tradicionales, como la papa y la quinua, afectando la agricultura y la ganadería, actividades clave para muchas comunidades locales.
"Las fluctuaciones en los precios de los metales en el mercado internacional seguirán siendo un riesgo para la economía de las regiones mineras."
Posiblemente, los riesgos más significativos para la minería en el sur del país son los siguientes: primero, la inestabilidad política y social; el creciente número de conflictos sociales representa un riesgo significativo para la minería en el sur del Perú y la falta de un marco claro para la resolución de conflictos puede afectar negativamente la inversión en nuevos proyectos y el desarrollo de aquellos existentes. Segundo, la creciente presión de grupos ambientalistas y la comunidad internacional para un cumplimiento más estricto de las regulaciones ambientales puede aumentar los costos operativos y reducir la rentabilidad de los proyectos mineros. Tercero, la volatilidad de los precios de los metales; las fluctuaciones en los precios de los metales en el mercado internacional seguirán siendo un riesgo para la economía de las regiones mineras. Esto podría afectar tanto a las empresas como a las economías locales y regionales que dependen de la minería.
La formalización de mineros informales constituye una oportunidad para integrar esta actividad dentro del marco legal, generando ingresos fiscales, mejorando las condiciones laborales y reduciendo el impacto ambiental. Con políticas que contemplen incentivos más claros, apoyo técnico y financiero y políticas de desarrollo sostenible para las comunidades mineras, se estima que la minería artesanal y la pequeña minería pueden contribuir hasta en 1,5 % al PBI del país.
Existe una creciente demanda global por minerales críticos para la transición energética y que los mismos se extraigan de manera sostenible. Las empresas que adopten prácticas responsables podrían mejorar su acceso a mercados internacionales y financiamiento verde, beneficiándose de una tendencia hacia la sostenibilidad.
Las regiones del sur del Perú pueden aprovechar los ingresos de la minería para diversificar sus economías y, así, desarrollar otros sectores, como el turismo, la agroindustria y las energías renovables. Esto podría reducir la dependencia de la minería y crear una economía más resiliente.
La minería en el sur del Perú ha tenido un impacto significativo en la economía regional: ha generado crecimiento y empleo. Presenta desafíos en términos de conflictos sociales, impacto ambiental y dependencia económica. Si bien existen riesgos considerables a futuro, hay, sobre todo, grandes oportunidades para avanzar hacia un desarrollo más sostenible y equitativo mediante la formalización de la minería informal, la adopción de prácticas sostenibles y la diversificación económica.
Primavera 2024
[1] Véase Manrique, H., y Sanborn, C. (2021). La minería en el Perú: Balance y perspectivas de cinco décadas de investigación. Universidad del Pacífico. https://shorturl.at/kIdVz; Arce, M., Hendricks, M. y Polizzi, M. (2023). Gobernanza de los recursos naturales y participación social: Fuentes de rechazo y apoyo a la minería. Universidad del Pacífico. https://shorturl.at/ZyosL
[2] Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP). (2024, 12 de abril). Arequipa: En la última década, la minería generó el 30 % del PBI regional. https://shorturl.at/FQxqD
[3] Chambi, B. (2020). La industria de la construcción privada: su participación en el PBI de Moquegua, 2013-2017. Economía & Negocios, 2(1), 24-34.
[4] Ministerio de Energía y Minas del Perú. (2024). Producción minera anual
[5] Morales, B. y Solano, M. (2024). Relación del Canon Minero y el empleo en la Región Pasco: 2004-2022 [tesis de bachiller, Universidad Nacional Daniel Alcides Carrión].
[6] ProActivo. (2023, 9 de enero). Arequipa es la región con mayor número de puestos de trabajo generados por la minería y le sigue Moquegua. https://shorturl.at/FDKW8
[7] Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). (2020). Medición de la pobreza monetaria en el Perú: Informe técnico 2019. INEI. https://www.inei.gob.pe
[8] Wilson, A., Quiñón, A. y Sánchez-Ancochea, D. (2024). Hacia una mejor formalización de la minería artesanal y de pequeña escala (MAPE) en el Perú: Explorando cuellos de botella y opciones de política pública. Documento de Trabajo N.° 4. Centro de Estudios sobre Minería y Sostenibilidad, Universidad del Pacífico y Oxford Department of International Development. https://shorturl.at/ytHl2
[9] Torres, V. (2016, 14 de setiembre). Minería ilegal, evasión fiscal y lavado de activos. Centro Interamericano de Administraciones Tributarias (CIAT). https://shorturl.at/KfC5c
[10] Hopkins, Á., Morel, J., Granados, M. y Barrantes, R. (2020). Un minero más sí importa: Nuevas y viejas fronteras de la minería informal en el Perú. Documento de trabajo N.° 272. Instituto de Estudios Peruanos. https://shorturl.at/wSgzq
Director del Centro de Estudios sobre Minería y Sostenibilidad (CEMS) de la Universidad del Pacífico. Es magíster en Administración Pública por Harvard University y Bachelor of Arts en Antropología por The George Washington University.