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Edición Nº 60

Transitando de la indiferencia a una ciudadanía “en salida” y compasiva para afrontar la crisis agroalimentaria
Silvana Vargas Winstanley
3 de enero, 2023

El hambre inhibe derechos humanos fundamentales. Alguien que experimenta hambre ve afectada su salud, su capacidad de aprender y su dignidad. Tomar acción efectiva frente al hambre es, ante todo, una apuesta ética que nos retorna a la esencia de la “opción preferencial por los pobres”. Siguiendo a Pedro Arrupe, la respuesta frente al hambre implica un despliegue en el que la promoción de la justicia debe ser un requisito absoluto basado en el ejercicio de la solidaridad con los hombres y mujeres que experimentan mayores dificultades y son víctimas de opresión (Kelly, 2019).

En la actualidad, tenemos la certeza de que el agravamiento de la crisis agroalimentaria es resultado de los efectos entrecruzados del cambio climático, la pandemia de la COVID-19 y la guerra. Sin embargo, sabemos también que la persistencia del hambre y la inseguridad alimentaria no es novedad. En línea con la propuesta de Adela Cortina, la incapacidad humana por erradicar el hambre, aun reconociendo sus causas estructurales subyacentes, podría revelar visos de aporofobia, es decir, del desprecio por la población pobre reflejada en una alta dosis de indiferencia y falta de compasión efectiva.  Así, este texto reflexiona en torno a tres preguntas fundamentales: ¿de qué manera la actual crisis agroalimentaria podría explicarse también a partir de la indiferencia y falta de empatía? ¿de qué alternativas disponemos para ensayar salidas distintas? ¿qué responsabilidades corresponde asumir para transitar a una ciudadanía “en salida” y compasiva?

Tendencias e indiferencias

Las cifras expresan la gravedad de la crisis.  En julio de este año, El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2022 dejó en evidencia la “intensificación de los principales factores de la inseguridad alimentaria y la malnutrición, a saber, los conflictos, los fenómenos climáticos extremos y las perturbaciones económicas, en combinación con el aumento de las desigualdades” (FAO, 2022). A la par, el informe interpela a los lectores acerca del carácter sostenido de la adversidad y la urgencia por adoptar medidas más audaces para crear resiliencia frente a ella.

El reporte sugiere que, al 2021, más de 828 millones de personas, es decir 9,8% de la población mundial, padeció hambre. Esto es, 46 millones de personas más que en 2020 y 150 millones más que en 2019. Por si este panorama no fuera suficientemente desolador, el informe añade que, alrededor de 2,300 millones de personas en el mundo (es decir, 29,3 % de la población mundial) se encontraban en situación de inseguridad alimentaria moderada o grave en 2021.  Esto representa 350 millones de personas más que antes del brote de la pandemia. De cara al futuro, se prevé que casi 670 millones de personas (8 % de la población mundial) seguirán padeciendo hambre en el 2030.  Frente a estas cifras la indiferencia resulta inmoral.

Alternativas y salidas

A fin de esbozar alternativas frente a la indiferencia, acogemos un reciente mensaje del Papa Francisco a Qu Dongyu, Director General de la FAO, a propósito de la Jornada Mundial de la Alimentación 2022: “no dejar a nadie atrás. Mejor producción, mejor nutrición, mejor medio ambiente y una vida mejor para todos”.  En esa comunicación, el Papa invoca a quienes tienen el poder de tomar decisiones a considerar la necesidad de que las intervenciones para erradicar el hambre sean planificadas y no únicamente la respuesta a carencias circunstanciales o llamados lanzados frente a la emergencia. En otros términos, esta invocación apela a la necesidad de tomar acción frente a la crisis agroalimentaria partiendo ineludiblemente del sentido de urgencia sin hipotecar el sentido de oportunidad.

La incapacidad humana por erradicar el hambre, aun reconociendo sus causas estructurales subyacentes, podría revelar visos de aporofobia, es decir, del desprecio por la población pobre reflejada en una alta dosis de indiferencia y falta de compasión efectiva.

La ruta sugerida supone, parafraseando una de las secciones más notables de Evangelii Gaudium (EG), activar una ciudadanía “en salida” que sea capaz de involucrarse y acompañar a quienes padecen hambre e inseguridad alimentaria.  En esa línea, es posible precisar que una ciudadanía “en salida” es aquella que “sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos” (EG, 2012).  Esa búsqueda acogedora y empática es, por tanto, el punto de quiebre frente a la indiferencia y la ruta certera para restaurar la dignidad de quienes experimentan mayores privaciones.  O, por lo menos, intentarlo.

En línea con lo anterior, el antídoto a la indiferencia frente al hambre es el respeto activo a la igual dignidad de las personas en lo cotidiano.  Esto exige, además, el permanente reconocimiento cordial y compasivo de esa dignidad (Cortina, 2017).  No obstante, no toda compasión implica un compromiso activo con los demás y, para enfrentar el hambre, se requiere precisamente de ello y más.  Así lo sintetiza Zweig (2006) en un extraordinario texto citado por la propia Cortina:

“Existen dos clases de compasión. Una cobarde y sentimental que no es más que la impaciencia del corazón por librarse lo antes posible de la emoción molesta que causa la desgracia ajena […].  La otra, la única que importa, es la compasión […] que sabe lo que quiere y está dispuesta a compartir un sufrimiento hasta el límite de sus fuerzas y aún más allá…”

Pistas para una ciudadanía “en salida” y compasiva

En suma, hoy tenemos la enorme responsabilidad ética de activar, precisamente, nuestra capacidad de responder de manera colectiva ante la crisis y el hambre. Sin embargo, hay algo aún más importante: “asumir la responsabilidad” implica transitar a un rol ciudadano “en salida” y compasivo.

De cara al futuro, se prevé que casi 670 millones de personas (8 % de la población mundial) seguirán padeciendo hambre en el 2030. Frente a estas cifras la indiferencia resulta inmoral.

Específicamente, proponemos tres pistas para hacer que estos tránsitos sean efectivos: (i)  desplegar estrategias formativas y de acompañamiento orientadas a los jóvenes, a través de jornadas de reflexión, cursos y voluntariado compasivo, que resalten la importancia del compromiso ético en torno a la erradicación del hambre y la restauración de la dignidad; (ii) promover la generación de conocimiento riguroso acerca de las estrategias de resistencia frente al hambre por medio del reajuste y/o renovación de nuestros supuestos teóricos y propuestas metodológicas de modo que acojan con empatía las voces de quienes usualmente no son escuchados; y (iii) consolidar espacios de colaboración en red que faciliten, entre otros, rutas para la atención alimentaria  incluyendo el acopio de alimentos, la gestión de donaciones, la organización del reparto, la fiscalización y el acompañamiento, a la par de la puesta en marcha de observatorios territoriales de lucha contra el hambre con participación activa de las parroquias y organizaciones sociales de base.

En síntesis, el real ejercicio de una ciudadanía “en salida” y compasiva supone trascender marcos de referencia que usualmente enfatizan aproximaciones egocéntricas del bienestar para transitar al reconocimiento de un “nosotros colectivo” (ñuqanchik, en quechua) en el que, para que uno esté bien sea intrínseco que el otro también lo esté.  Esto es, retornemos al sentido original de lo comunitario. Tal vez ahí nos jugamos nuestra (¿última?) oportunidad.

Hoy, más que nunca, tenemos la enorme responsabilidad ética de activar nuestra capacidad de responder de manera colectiva ante la crisis y el hambre.

Referencias

  • Cortina, Adela (2017).  Aporofobia, el rechazo al pobre. Un desafío para la democracia. Editorial Paidós – Estado y Sociedad
  • FAO, FIDA, OMS, PMA y UNICEF (2022).  El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2022. Adaptación de las políticas alimentarias y agrícolas para hacer las dietas saludables más asequibles.  Roma, FAO.
  • Iglesia Católica (2013). Evangelii Gaudium: Exhortación Apostólica del Santo Padre Francisco a los Obispos, a los Presbíteros y Diáconos a las personas consagradas y a los fieles laicos sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual. La Paz: Paulinas.
  • Kelly, Thomas M (2019).  Ignacio, la pobreza y el compromiso con los pobres:
  • la Compañía de Jesús a lo largo de su historia. Diario de Estudios sobre Paz y Justicia, Vol. 28 (2).
  • Zweig, Stefan (2006). La impaciencia del corazón.  Barcelona: Editorial Acantilado.

Verano 2022 / 2023


Silvana Vargas Winstanley

Pontifica Universidad Católica del Perú - PUCP

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Silvana Vargas Winstanley
Silvana Vargas Winstanley

Pontifica Universidad Católica del Perú - PUCP

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