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Edición Nº 21

Conga: convertir oportunidades en desarrollo
23 de octubre, 2012

Más allá de narrar los detalles de las incidencias producidas por los actores que interpretan el viejo drama de dimes y diretes, trataré de mostrar qué nos puede revelar este conflicto para entender la realidad regional y nacional, tomando como punto de apoyo la relación entre conflicto, cambio social, movimiento político y desarrollo.

Los conflictos pueden funcionar como señales de problemas estructurales o ser simplemente expresión de los intereses de grupos que pugnan por imponerse en un escenario determinado. Claro que la realidad es siempre complicada y muchas veces una cosa se mezcla con la otra al punto que no siempre es fácil establecer tal distinción. Sin embargo, el hecho de que un conflicto sea indicio de una falla estructural no significa que se le atienda. Esto último requiere cuanto menos de un movimiento social que elabore un conjunto de medidas para corregirla y conduzca la acción social hacia la superación de la situación inicial.

Conga forma parte de una “legión” de conflictos mineros (Tambo Grande, Tía María, Tintaya, Santa Ana, etc.) que, más allá del deseo de algunos grupos involucrados, no se oponen expresamente a toda actividad extractiva sino que muestran la necesidad de repensar las condiciones para su expansión. En todos los casos se parte de problemas locales que pasan rápidamente a irrumpir en la escena nacional. La diferencia en Conga es que es el primero que está bajo un liderazgo político regional.

La existencia de un liderazgo político regional requiere de varios factores. De un lado, debe tener como base un partido o movimiento cuyo funcionamiento trascienda la coyuntura electoral. Que cuente con una mínima pero permanente base de operaciones y suficiente presencia territorial como para alinear la política local con la regional (sea directamente o mediante alianzas).

El Movimiento de Afirmación Socialista - MAS cumple varios de estos requisitos. Creado a partir de Patria Roja (en su forma MNI[1]), cambia de nombre y construye una identidad regional. Tiene como base de operaciones y presencia territorial con el SUTEP y las rondas campesinas, y ha superado la prueba electoral de permanencia en más de un periodo gubernamental. El MAS no es un partido enmascarado sino, más bien, sustituye la coherencia ideológica partidaria con corrientes de opinión construidas sobre la base de reivindicaciones locales que aglutinan a diversos sectores sociales. En tal sentido, se concibe como autónomo, independiente y originario, renegando así de los viejos partidos, las regulaciones de carácter general y el centralismo.

Pero, como sabemos, este movimiento no está solo. Comparten su ambición y disputan su liderazgo tanto Tierra y Libertad, como el MOVADEF. Los primeros han prestado cierto contenido ideológico ambientalista a los argumentos que se oponen a la expansión minera; mientras que los segundos, agazapados en los frentes de defensa, han alentado de acuerdo con su ideología el enfrentamiento directo y violento con las autoridades nacionales. Para estos tres movimientos, Conga es un peldaño para proyectos de mayor envergadura. Santos no oculta sus ambiciones presidenciales, Tierra y Libertad es el único con inscripción nacional y único partido nacional de origen regional (hasta ahora), y el MOVADEF junta reivindicaciones para introducirlas con la mayor violencia posible donde “las causas objetivas” lo permitan.

Conga forma parte de una “legión” de conflictos mineros que no se oponen expresamente a toda actividad extractiva sino que muestran la necesidad de repensar las condiciones para su expansión

A lo anterior hay que agregar que una de las características de estos movimientos es privilegiar la acción directa sobre el diálogo, actuando a través de movilizaciones y tomando decisiones de manera asambleísta. Dicho de otra manera, su bajo nivel de organicidad y debilidad para la construcción de propuestas se traduce en la incapacidad para sostener acuerdos duraderos. El asambleísmo es la receta clásica para propiciar el desborde por la “izquierda” y el protagonismo de los movilizados presentes en la asamblea.

Desde el lado del poder central, los organismos multilaterales y las grandes empresas mineras asociadas en la ICMM[2], se suponía que habían tomado las medidas necesarias para convertir en bendición la llamada maldición de los recursos naturales[3]. Para ello es que se crea un fondo nacional de contingencia, destinado a evitar los efectos de un exceso de divisas en la economía; se impulsa la participación tripartita de gobierno, sociedad civil y empresas en la iniciativa para la Transparencia de las Industrias Extractivas (EITI por sus siglas en inglés) cuya finalidad es hacer seguimiento de los pagos de las empresas al Estado y el destino de estos recursos; se ponen en marcha políticas de distribución de la renta que beneficien a las zonas de explotación y propicien el desarrollo en los espacios subnacionales.

En general estos conjuros están funcionando, la economía ha crecido y la pobreza ha disminuido. El problema, para los expertos vinculados a la gestión gubernamental, es que la falta de “timing” ha producido un “stress” social. La disponibilidad de recursos ha crecido a una velocidad superior a las capacidades de las instituciones locales para gestionarlas, de manera que las expectativas de mayores beneficios para mayor cantidad de beneficiarios se convirtieron en frustración, prebendas, gastos inútiles y así en fuente de conflictos.

Recientemente la visión del gobierno se ha complejizado, incluyendo en su agenda medidas sobre el territorio, el agua, el ambiente, la cultura y la institucionalidad local. Se ha puesto en marcha la consulta previa y fortalecido la autoridad ambiental con la creación del Servicio Nacional de Certificación Ambiental para las Inversiones (SENACE); se ha anunciado la flexibilización del Sistema Nacional de Inversión Pública (SNIP) y nuevas medidas sobre ordenamiento territorial, y el manejo de los recursos hídricos.

Todo lo anterior contrasta con la escasa capacidad de propuesta de los movimientos regionales. Respecto de este tema, por ejemplo, solo se cuenta con una propuesta de cambios al reglamento de la Ley de Consulta Previa, el documento que Tierra y Libertad tiene sobre la nueva minería y el posextractivismo[4], y algunas formulaciones para el ordenamiento territorial. Esto es más grave cuando se trata del desarrollo regional, donde lo más que se encuentra son iniciativas que se han quedado en el camino. En mi opinión esto se debe a que los movimientos políticos regionales solo necesitan de los conflictos para satisfacer sus aspiraciones de alcanzar la escena nacional y reproducirse. Conga muestra que falta aún mucho camino por andar para que las fuerzas políticas alcancen las capacidades de reflexión, propuesta y evaluación necesarias para convertir las oportunidades en desarrollo.

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[1] Movimiento Nueva Izquierda.
[2] El Consejo Internacional de Minería y Metales (ICMM) establecido en 2001 para mejorar el desempeño del desarrollo sostenible en la industria minera y metalúrgica. Reúne a 22 compañías mineras, así como 34 asociaciones mineras nacionales y regionales. www.icmm.com/
[3] Al respecto puede leerse el artículo de Joseph Stiglitz (2012) “De la maldición a la bendición de los recursos naturales” En: Project-Syndicate. www.project-syndicate.org/commentary/from-resource-curse-to-blessing-by-joseph-e--stiglitz/spanish
[4] Propuesta para una nueva minería (julio, 2012)  tierraylibertad-lima.blogspot.com/2012/07/tierra-y-libertad-y-la-cut-presentan.html


Flavio Figallo R.

Pontificia Universidad Católica del PErú - PUCP

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