InstagramFacebookXLinkedIn

Edición Nº 26

El Gabinete Cornejo: mucho más que un comienzo complicado
9 de abril, 2014
cmp3.9.27.0Lq4 0xf5fffab1

Las últimas semanas han sido particularmente intensas para el gobierno, para las organizaciones y para el país en general. Sin embargo, más allá de la crisis ministerial que se generó y que felizmente se superó en un tiempo razonable; lo visto antes, durante y después de esta coyuntura nos ha permitido vislumbrar con mucha claridad algunos de los principales rasgos de este gobierno y también tener una mejor idea de lo que podemos esperar de aquí al término del mandato de Ollanta Humala.

Con relación a la crisis ministerial, lo que parecía iba a ser la repetición de lo que venía ocurriendo durante este gobierno –el otorgamiento de confianza por parte del Congreso al nuevo gabinete una vez concluida su presentación y el respectivo debate–, se complicó de una manera poco usual. Una mayoría de congresistas prefirió abstenerse, en dos oportunidades, el día que por primera vez se votaba la confianza al Gabinete Cornejo. Con esto se desencadenó una crisis política que obligó a líderes y organizaciones políticas, del gobierno y de la oposición, a reaccionar frente a esta situación y, en algunos casos, a revisar sus comportamientos y decisiones iniciales.

En el contexto de un final accidentado del Gabinete Villanueva y dada la necesidad de formar uno nuevo, el gobierno y la oposición midieron sus fuerzas. El gobierno calculó mal y no creyó necesario pensar con detenimiento lo que había sucedido con el Gabinete saliente ni la forma cómo se ha venido comportando desde que inició su mandato. ¿Para qué modificar la forma de comportarse, que mal que bien le ha venido dando los resultados esperados hasta ahora? Sin embargo, esta vez, la oposición logró, de manera deliberada o con algo de suerte, poner al gobierno en una situación incómoda y sacarle al flamante Primer Ministro por lo menos un compromiso. El compromiso que de aquí al 2016 el gabinete, los ministros en funciones y el gobierno en general operarían sin la intromisión de la Primera Dama, Nadie Heredia.

Ahora bien, ya con algo de distancia, diera la impresión de que en ningún momento se estuvo cerca de una situación particularmente riesgosa o delicada para nuestro régimen político. En buena parte porque más de uno de los principales actores, tanto del gobierno como de la oposición, terminaron comportándose de manera responsable y de ese modo evitaron una situación de mayor incertidumbre. Sin embargo, si uno va más allá de lo estrictamente relacionado con esta crisis ministerial, los acontecimientos de las últimas semanas son particularmente útiles para entender mejor cuáles han sido las principales características de este gobierno, cuáles han sido finalmente sus grandes apuestas y, eventualmente, cuáles son sus perspectivas.

En primer lugar, habría que considerar la renuncia del César Villanueva como Primer Ministro. Una renuncia que fue precipitada por un juego en pared entre la Primera Dama y el Ministro de Economía para frenar el intento de discutir la posibilidad de un aumento del salario mínimo y, eventualmente, para sacar de la agenda del gobierno actual cualquier política no focalizada para favorecer a los sectores menos favorecidos en nuestro país. Estas declaraciones dejaban sin piso alguno al Premier Villanueva, porque no hacía mucho él había declarado que se estaba revisando este tema dentro del gobierno. Pero aún mucho más significativo es el hecho de que estas declaraciones constituían un mensaje muy claro en relación con el limitado espacio para hacer política que el Presidente, la Primera Dama y sus ministros más cercanos estaban dispuestos a otorgarle a la gestión de César Villanueva como Premier y a cualquier Premier. Esta situación, sin duda, no solo reconfirmó el inusual grado de protagonismo e injerencia político de la Primera Dama, sino que además volvió a hacer evidente las prioridades de quienes toman las principales decisiones dentro del gobierno: El Presidente, la Primera Dama y algunas personas muy cercanas a ellos.

En primer lugar, el hecho de que el nombramiento y mantenimiento de ministros venga recayendo en un grupo más bien reducido de personas que se caracterizan por un perfil técnico y no político. Cosa que lleva a que sea frecuente ver a las mismas personas ocupando diferentes ministerios. De igual modo, que sean estos ministros-técnicos los que se ubiquen por lo general dentro del círculo más cercano al Presidente y a la Primera Dama.

En segundo lugar, tan o más importante que lo anterior es la manera cómo el Presidente, la Primera Dama y sus más cercanos colaboradores han venido abordando la gestión de las políticas públicas. En este sentido, y ya cuando se ha alcanzado la mitad del mandato de este gobierno, es claro que no ha habido, y muy probablemente no habrá, mayor interés en modificar la manera cómo se han venido gestionando el manejo macroeconómico del país y las políticas en los sectores vinculados a la producción y a la infraestructura (energía y minas, agricultura, transportes y comunicaciones). Por el contrario, han sido en otros sectores donde se han visto mayores esfuerzos por innovar y hacer reformas (programas sociales y educación). Eso sí, sin generar modificación alguna en relación con el modelo económico y productivo vigente desde hace algunas décadas. Este manejo altamente segmentado de la gestión pública se traduce entonces en sectores y áreas donde lo que ha primado es la continuidad, y sectores y áreas donde se ha permitido mayores márgenes de acción.

Pensando en este gobierno y en otros por venir, el problema a considerar es qué tan viable es pretender dar respuesta a los desafíos que enfrentamos como país con un manejo tan segmentado de la gestión pública, y en donde, consecuentemente, hay sectores o áreas sobre las cuales no hay voluntad política de hacer cambio alguno. Por ejemplo, qué tan razonable es pretender que mejoren significativamente las condiciones en educación, salud y seguridad para la mayoría de ciudadanos sin hacer o tener políticas para mejorar gradualmente la capacidad adquisitiva de las familias, sin gastar lo que se necesita en infraestructura básica en escuelas y hospitales, sin pagar mejor a los servidores públicos y gastar más en su capacitación, etc.

Por lo visto hasta ahora, es muy probable que este gobierno sea mejor al anterior en varios aspectos. Sin embargo, esta forma de ejercer el gobierno, excesivamente segmentada, excesivamente retraída en varios sectores, y renuente a complementar el manejo técnico con una mirada política de mucho más largo plazo, ha terminado dándonos un gobierno que en sus políticas y en sus logros ha quedado bastante por debajo de lo que el país necesita.


Jorge Aragón Trelles

Profesor Investigador de la Sección de Ciencia y Política del Departamento de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú e Investigador del Instituto de Estudios Peruanos.

Compartir en:

Recomendado

© 2024, Compañía de Jesús Provincia del Perú
Contacto
Logotipo Jesuitas del Perú