En un contexto de incertidumbre económica global y desafíos estructurales internos, la economía peruana atraviesa momentos difíciles. Germán Alarco, economista, docente e investigador de la Universidad del Pacífico y miembro del directorio del Banco Central de Reserva (BCR) del Perú, comparte su análisis sobre el estado actual de la economía peruana, los principales problemas que enfrenta, las perspectivas a futuro y las oportunidades que surgen en medio de la crisis.
A lo largo de esta conversación, el economista expone las claves para que el Perú pueda avanzar hacia una recuperación sostenible, transformadora y equitativa.
Actualmente se habla mucho de que el Perú está entrando en una crisis económica o, incluso, en una recesión. ¿Cuál es el estado real de la economía peruana?
En efecto, estamos atravesando una crisis, pero no una recesión. La recesión se define cuando hay una contracción del producto bruto interno (PBI) durante dos trimestres consecutivos, lo cual no ha sucedido. En 2023, el PBI decreció un 0,6 %, pero se proyecta que, en 2024 y 2025, la economía crecerá entre un 2,5 % y un 3,2 %, según diferentes fuentes, incluido el Banco Central. Sin embargo, este crecimiento no es suficiente si no se abordan los problemas estructurales del país. Tenemos un mercado laboral que no genera empleo adecuado, altos niveles de pobreza y una distribución desigual del ingreso.
Entonces, además del crecimiento del PBI, ¿cómo se puede explicar la crisis que enfrenta la economía peruana?
La crisis que estamos viviendo debe entenderse desde tres esferas: lo estructural, lo internacional y lo nacional. En cuanto a lo estructural, estamos hablando de una economía altamente dependiente de materias primas. Si seguimos basando nuestra relación con países como China únicamente en la extracción de materias primas, no obtendremos los beneficios que necesitamos para desarrollarnos. Desde la esfera internacional, hay una tendencia clara de desglobalización, que se ha visto acelerada desde la crisis financiera de 2008-2009, agravada por la pandemia del COVID-19. Esta situación ha generado una disrupción en las cadenas logísticas globales, lo que ha traído consigo inflación y políticas monetarias restrictivas, como el aumento de tasas de interés, que afectan la economía global y nacional. Finalmente, en el ámbito nacional, en 2023, hemos visto fenómenos como El Niño y la gripe aviar, que impactaron sectores productivos clave. A pesar de ello, no debemos culpar solo a estos eventos climatológicos, ya que también existen problemas internos, como la elevada desigualdad y la caída del consumo privado, que ha sido uno de los principales factores detrás de la desaceleración económica.
¿Cómo ha afectado la crisis a la inversión privada en el Perú? Mucho se comenta que la caída en la inversión es un factor clave en el estancamiento económico.
La narrativa de que la caída del PBI en 2023 fue causada principalmente por la disminución de la inversión privada es incorrecta. Si analizamos los datos del INEI, la mayor parte de la caída del PBI se debió a la reducción del consumo privado, es decir, la gente no está gastando porque no tiene ingresos o empleo adecuado. La inversión privada también disminuyó, pero no fue el factor determinante. Además, la caída de las exportaciones, influenciada por factores climatológicos, también tuvo un impacto significativo.
"El verdadero objetivo de los economistas es mejorar la calidad de vida de los peruanos, más allá de indicadores como el crecimiento del PBI."
Pero cuando hablamos de falta de empleo, ¿nos referimos solo al empleo formal o también a la informalidad, considerando que la mayor parte del empleo en el Perú es informal?
La informalidad en el Perú actúa como un colchón para aquellos que no logran encontrar un empleo formal. Aunque existe un pequeño grupo de emprendedores que optan por la informalidad, la mayoría se ve obligada a recurrir a ella por necesidad, debido a la incapacidad del sector formal de absorber toda la mano de obra. Las estadísticas oficiales incluyen tanto el empleo formal como el informal, pero no consideran la economía delictiva, que también genera valor, aunque con un alto costo social y ambiental, como en el caso de la minería y la tala ilegal.
La economía delictiva, a pesar de su impacto negativo en el tejido social, crea recursos que se integran en el consumo nacional. Sin embargo, fomenta la violencia y la desigualdad, agravando los problemas sociales. Esto, sumado a la inestabilidad política, configura un escenario preocupante para el futuro del país.
Entendiendo que el PBI no lo es todo y que debemos evaluar el desarrollo del país de manera integral, ¿cómo está el Perú en términos de desarrollo humano? ¿El crecimiento del PBI se refleja en nuestros indicadores sociales?
El índice de desarrollo humano (IDH) del Perú nos sitúa en la posición 60 a nivel global, pero, al corregirse por desigualdad, caemos a la posición 70. En América Latina, países como Argentina, Chile, Colombia y Brasil tienen mejores indicadores que nosotros; solo Bolivia está por detrás. Además, en términos de indicadores específicos, como la cantidad de médicos por cada diez mil habitantes, estamos por debajo de casi todos nuestros vecinos, exceptuando a Haití. Entonces, aunque el PBI aumente, los indicadores sociales no mejoran al mismo ritmo. No es suficiente con crecer económicamente, necesitamos transformar el país.
He presentado un panorama desalentador y, lamentablemente, las perspectivas no parecen mejorar. Esto se debe a que hay elementos estructurales que seguimos sin abordar y aspectos internacionales que hemos pasado por alto, mientras que en el ámbito interno parece que ignoramos la gravedad de la situación.
"Aunque el PBI aumente, los indicadores sociales no mejoran al mismo ritmo. "
Entonces, ante el panorama actual que nos ha retratado, ¿cuáles serían las medidas y políticas económicas necesarias para mitigar la situación y promover un desarrollo económico y social sostenible?
Se deben abordar cuatro aspectos clave. Primero, adoptar una visión sistémica y transdisciplinaria; la economía no puede verse de forma aislada, como a menudo se presenta en los medios. Segundo, recordar los verdaderos objetivos de la economía, diferenciando entre los fines principales y los instrumentales. El verdadero objetivo de los economistas es mejorar la calidad de vida de los peruanos, más allá de indicadores como el crecimiento del PBI. Tercero, abandonar el cortoplacismo; los ministros de Economía deben atender las urgencias inmediatas, pero sin perder de vista los retos a mediano y largo plazo, ya que el mundo cambia rápidamente. Por último, retomar el concepto de «recuperación transformadora», propuesto por la CEPAL, que busca atender las necesidades actuales mientras se preparan cambios estructurales para el futuro.
¿Cuáles son las estrategias que plantea el concepto de recuperación transformadora?
La recuperación transformadora se enfoca en tres áreas principales. Primero, debemos acelerar la transición ecológica, un reto global identificado hace décadas. Segundo, en América Latina, es crucial avanzar hacia una diversificación productiva que no rechace los sectores extractivos, sino que los combine con nuevas actividades. Y tercero, hemos de reducir las desigualdades, lo cual requiere aumentar la presión tributaria. Perú, con una presión del 19,2 % del PBI, está por debajo del promedio de América Latina (24,3 %) y muy lejos del 34 % de los países de la OCDE. Para mejorar servicios, salarios e infraestructura, necesitamos mayores ingresos y una gestión pública más eficiente. No se trata solo de gastar mejor, como dicen algunos, sino de recaudar más y usar esos recursos de manera óptima.
Como mencionaba, es necesario tener una visión sistémica, evitar el cortoplacismo y adoptar esta recuperación transformadora que aborda tanto las urgencias inmediatas como los desafíos a largo plazo. Propuestas extremas, como dar más prerrogativas a la inversión privada o abandonar por completo la extracción de materias primas, no son viables. Necesitamos una solución equilibrada que considere nuestras realidades y busque avanzar de forma sostenible.
"Aunque a nivel macroeconómico las cifras parecen aceptables, persisten serios problemas en términos de distribución, mercado laboral y pobreza."
Tomando en cuenta el panorama actual y los desafíos, ¿cuáles son las proyecciones económicas para el Perú en lo que resta de 2024? Según el MEF, estamos en una lenta recuperación.
Desde una visión cortoplacista, se espera que el Perú cierre el año con un crecimiento del PBI superior al 3 % y una inflación cercana al 2 %. Sin embargo, estos indicadores no cuentan toda la historia. Aunque a nivel macroeconómico las cifras parecen aceptables, persisten serios problemas en términos de distribución, mercado laboral y pobreza. Si hablamos solo del PBI y de la inflación, las cifras pueden parecer positivas, pero ¿es eso realmente lo importante?
Finalmente, para el ciudadano común, ¿qué podemos esperar de la economía peruana y cómo podríamos prepararnos para lo que viene? ¿A qué señales deberíamos estar atentos?
A mediano y largo plazo, lo más importante es la capacitación. Las nuevas tecnologías generarán oportunidades de empleo y es fundamental que exijamos al Estado una formación adecuada para todos los ciudadanos. En segundo lugar, debemos ser firmes en exigir servicios públicos universales y de calidad. Depender de seguros privados es insostenible a largo plazo, incluso para personas de ingresos medios. Finalmente, debemos demandar del Estado una mayor presencia y calidad en su gestión, especialmente en el gasto público.
Adam Smith defendía dos principios esenciales que siguen siendo relevantes: un Estado fuerte al servicio de los ciudadanos e ingresos suficientes para mejorar su calidad de vida. Como ciudadanos, debemos exigir que el Estado cumpla con estos objetivos y que brinde oportunidades reales a todos —no solo a los sectores privilegiados—, para que todos tengan la capacidad de elegir y prosperar.
Primavera 2024
Editor de la Revista Intercambio. Periodista y comunicador audiovisual. Bachiller en Periodismo por la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.