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Edición Nº 11

Incidencia política ignaciana
27 de enero, 2010

El Perú de hoy día se caracteriza por su alto nivel de conflictividad, lo que incluye la activación de una serie de movimientos sociales, a menudo efímeros. A pesar de la heterogeneidad y especificidad de sus objetivos, campos de acción y estrategias, muchos de ellos tienen en común la voluntad de ejercer una incidencia política o sea obtener por la presión y/o la persuasión ante autoridades públicas decisiones, procedimientos o cambios en la legislación que redondean en beneficio de sus derechos e intereses y para la sociedad entera.

Todos tenemos en mente la movilización de los pueblos Awajún y Huampis para la derogación de Decretos y Leyes inconsultados que amenazaban la autonomía y el estilo de vida de las Comunidades Indígenas, trágicamente reprimida en el Baguazo de junio último. En un ámbito más restringido se puede mencionar la constitución, el año pasado, del amplio y pluralista Frente de Defensa del Proyecto de Irrigación del Alto Piura presidido por el Obispo de Chulucanas y que logró la asignación de fondos ad hoc en el Presupuesto Nacional.

También se observa la tendencia reciente, de parte de las agencias de cooperación, en privilegiar o favorecer la inclusión de acciones de incidencia en la planificación estratégica de los proyectos y ONGs que apoyan, entre ellos los centros sociales jesuitas. En esta perspectiva no bastaría, por ejemplo, implementar programas de empoderamiento de la mujer. Tendrían que ser acompañados por la obtención de ordenanzas municipales o regionales que fortalezcan sus derechos o restringen la discriminación que las afecta.

El Manual de Incidencia Política, publicado por el Grupo Propuesta Ciudadana en 2003, propone como definición:

  • Se trata de un proceso deliberado y sistemático.
  • Lo que se busca es influir en quienes toman decisiones políticas.
  • La incidencia está dirigida a cambiar políticas (procedimientos, normas, formas de hacer, institucionalidad, etc.) en temas específicos a partir de propuestas puntuales.
  • Es un proceso de negociación de poder.

Surgimiento de un nuevo paradigma:

En 2009, el plan de formación del SEPSI[i] introdujo una categoría nueva en el mundo institucional de los centros que lo conforman: la Incidencia política ignaciana y/o jesuítica. Se trata de una reflexión reciente desarrollada a partir de la Congregación 35 de la Compañía de Jesús (2008) que pide comprometerse “en la construcción de puentes entre ricos y pobres, y el establecimiento de vínculos de presión política (advocacy) de apoyo recíproco entre aquellos que detentan el poder político y aquellos que encuentran dificultad en hacer oír sus intereses”. La actividad de incidencia tiene una larga tradición y la participación pública en la sociedad civil de las obras y centros sociales jesuitas no es algo novedoso. Lo que si es novedoso es su voluntad de explicitar y profundizar su modo de proceder e inspiración ignaciana.  En lo que sigue reseñamos y destacamos sucintamente algunas de las ideas presentadas en tres documentos de referencia[ii].

La incidencia es asumida con una herramienta necesaria de transformación social hacia la justicia. Se presenta como un compromiso crítico y constructivo con los centros de poder, como una sucesión continua entre diálogo/cooperación y confrontación. La incidencia puede ser llamada ignaciana cuando encarna de una manera propia el carisma ignaciano por un compromiso a una fe que hace justicia: cuando se inspira en el amor de Dios y el amor por el prójimo.

La incidencia ignaciana valora la diversidad de culturas, contextos, perspectivas y experiencias. Se enraíza en la realidad de los oprimidos y excluidos. Busca constantemente adaptarse y responder creativamente a nuevas necesidades, situaciones y oportunidades. Supone adoptar medios no violentos y constitucionales.

Se reconoce que la incidencia abarca un “rango amplio de posibilidades de acción que van desde la sensibilización y la movilización social hasta el diálogo con los decidores concretos”. No se trata por lo tanto de imponer a la diversidad de los planes de acción un formato común.

Sin embargo, se propone desarrollar un “horizonte compartido” o un “sueño común” del mundo justo, digno, incluyente que deseamos. El gran reto por el momento es como articular eficacia local y convergencia global al nivel de la Compañía de Jesús y de sus colaboradores como conjunto. Nos toca a todas y todos aprender cómo llevar adelante este esfuerzo local, regional, nacional e internacional.

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[i] Sector de Educación Popular SJ.
[ii] En primer lugar, el texto de Frank Turner SJ (2008) lectura de la quinta sesión del Plan de Formación SEPSI 2009; por otra parte, los documentos elaborados en 2009 por Xavier Jeyaraj SJ y José Ignacio Garcia SJ, y alcanzados a los participantes del taller macro regional de Chiclayo en diciembre 2009.

Publicado en enero 2010


Bruno Revesz, SJ

Politólogo y director del Área de Investigación y Proyección Regional del Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA), cofundador del Seminario Permanente de Investigación Agraria (SEPIA), en Piura.

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