Entrevista a Nadine Heredia Alarcón, Primera Dama de la Nación.
La Primera Dama nos habla sobre su visión de país, sus motivaciones y el rol de los ciudadanos y la Iglesia para la construcción del Perú.
¿Cómo evalúa estos primeros meses como Primera Dama y su labor junto al Presidente? ¿Qué impresión tenía y tiene ahora de su cargo?
Desde el principio tuve la convicción de que mi labor principal sería apoyar al Presidente en todo lo que necesitara y especialmente en los aspectos sociales, en lo que se requiriera poner más énfasis o sumar esfuerzos. Claro que, como dice el dicho, una cosa es con guitarra y otra con cajón. Una cosa es imaginarse lo que puede ser el trabajo de primera dama, pero el día a día llega con sus múltiples demandas y necesidades.
Pero también tengo que decir, que así como hay problemas por resolver, también hay apoyo y muchos ofrecimientos de organizaciones, personas e instituciones que están dispuestas a trabajar y ayudar a buscar soluciones en distintos temas. Además, coordinamos con los sectores y procuramos articular el trabajo para responder de manera rápida, pero sostenible, a los pedidos de ayuda que recibimos.
¿Qué es lo que más le preocupa del Perú hoy?
Me preocupa la situación de los grupos más vulnerables: los niños y niñas más pequeños que mueren por neumonía en cada friaje; la situación de niños y niñas que están en las calles o que son llevados a trabajar porque sus padres son muy pobres; me preocupa la trata de personas que ha establecido rutas en nuestro país y que está afectando sobre todo a adolescentes de zonas pobres; me preocupa, como a todos los peruanos, la gran demanda social que se ha acumulado por años, y las desigualdades.
Pero también me da esperanza saber que el gobierno cuenta con profesionales muy capaces y gente comprometida que está haciendo un esfuerzo enorme para solucionar los problemas, por ejemplo, implementando los programas sociales como Pensión 65, Cuna Más, Beca 18, que van llegando a los lugares donde el Estado generalmente no ha estado presente.
Usted conoce la diversidad de contextos sociales y culturales del país, ¿De qué manera esta diversidad son problema o posibilidad para el Perú?
Es una inmensa posibilidad. Sin embargo, aún falta que aprendamos a reconocer nuestra diversidad como una riqueza, y que no se convierta en un argumento para levantar diferencias y desigualdades entre los peruanos.
Se habla mucho del rol del Estado en la labor de inclusión social. Sin embargo, no se discute el rol de los ciudadanos en ella. ¿Cuál debe ser el papel de la sociedad civil en la labor de inclusión social?
Creo que cada uno, en los distintos niveles y desde distintos ámbitos, tenemos una tarea que hacer para construir un país inclusivo. Se trata de un trabajo de colaboración. En el hogar, los padres y madres tenemos la tarea insustituible de educar a nuestros hijos en el respeto del otro, y en la valoración de la persona. Los maestros pueden ayudar a que desde niños se comprenda que todos somos ciudadanos y tenemos los mismos derechos. El sector privado por su parte, puede hacer mucho y lo viene haciendo en muchos casos con bastante éxito, para promover programas que ayuden a salir de la pobreza extrema a las comunidades. Pero ciertamente el Estado tiene un rol fundamental en el trabajo por la inclusión, para acercar a toda la población los servicios básicos de educación, salud, identidad, seguro, desarrollo de capacidades etc.
¿Espera usted algo específico del aporte de las Iglesias en general y de la Iglesia Católica en particular?
Las Iglesias vienen trabajando mucho y en las zonas más alejadas del país. Esperamos que sigan haciéndolo pero esperamos también poder trabajar de manera coordinada, sumando nuestros recursos pero sobre todo nuestras voluntades. Eso a veces es más importante y con muy poco se puede hacer mucho.
¿Cómo considera que la Compañía de Jesús pueda aportar, desde los ámbitos de educación donde trabajamos, a la construcción de un país más justo e inclusivo?
La educación es un instrumento de inclusión, qué duda cabe. El Presidente Ollanta Humala es un convencido de ello, hay mayor presupuesto destinado al sector y un mayor trabajo por avanzar en la educación bilingüe intercultural. Fe y Alegría es una experiencia que justamente apunta en este objetivo, de acercar una educación de calidad a miles de niños y niñas en condiciones de pobreza. Eso les permite desarrollar sus capacidades, conocer otras realidades, abrir la mente a conocimientos nuevos, reconocerse sujetos de derechos, capaces y formarse como futuros ciudadanos. Eso es trabajar por la inclusión, favorecer el acceso a un derecho básico que es la educación.
Usted cumple una función pública y un rol político en el país, ¿cuál es fuente de fortaleza para enfrentar las dificultades del día a día?
Cumplo la función de acompañar a mi esposo que ahora es Presidente, en la gran tarea de trabajar para y con todos los peruanos. A Ollanta y a mí nos ha movido siempre el amor por el Perú. No podríamos haber seguido adelante a pesar de todo, y con nuestros hijos pequeños, si no creyéramos fuertemente en que nuestro país tiene que ser un lugar donde todos podamos vivir dignamente. Ese es el país que queremos para nuestros hijos. Eso es lo que nos da energía. Y salir y encontrarnos con la población nos alimenta porque se vuelve a sentir de cerca todo lo que hay por hacer y al mismo tiempo la fuerza de la gente para continuar luchando por ellos y por sus hijos.
¿Cómo sueña el Perú del futuro?
Pienso que el Perú del futuro ya existe, solo que todavía no ha ocupado todo el territorio. Pero se va extendiendo, porque hay cientos de experiencias exitosas que han bajado la desnutrición infantil; han revertido la violencia y el pandillaje; han abierto posibilidades a miles de jóvenes para desarrollar sus capacidades y abrirse un camino propio. Me parece que el Perú del futuro existe en la isla Tupiri con una maestra bilingüe que no escatima esfuerzo ni alegría para sus niños y esos niños son felices; existe en programas productivos, en proyectos que aprovechan los recursos naturales con responsabilidad; el Perú del futuro está entre las mujeres organizadas que ahora exportan sus tejidos y entre los jóvenes que construyen casas para los que no la tienen; así como con los programas sociales que acercan los servicios del Estado a todos los ciudadanos.
Pero todavía falta. Falta disminuir las desigualdades, la corrupción y la desconfianza; falta reconocer nuestra diversidad. En eso estamos, porque los sueños hay que construirlos.
Publicado en abril 2012
Nadine Heredia
Comunicadora, política y esposa del Presidente Ollanta Humala Tasso.