Últimamente en el Perú se ha relacionado el concepto de diálogo con una herramienta útil y efectiva para el abordaje de conflictos sociales. La forma más habitual se da a través de la instalación de mesas de diálogo convocados desde el Estado.
Fue durante los gobiernos pasados de Toledo y García que se hizo costumbre la instalación de estos espacios (mesas de diálogo), casi siempre en momentos de crisis o post crisis y acompañadas de las denominadas “comisiones de alto nivel”. En ellos las entidades del Estado eran quienes convocaban a las partes enfrentadas, aún cuando algunas decisiones del propio Estado eran la parte cuestionada en los conflictos.
Para dar atención al creciente panorama de conflictos se crea, el año 2010 mediante DS 010-2010-PCM, la Oficina de Gestión de Conflictos Sociales como órgano técnico especializado adscrito a la Presidencia del Consejo de Ministros, durante el gobierno de Alan García. Siempre bajo la premisa de que el Gobierno debería ser el ente convocante y articulador del diálogo.
Luego de un tiempo y con algunas mesas instaladas desde el nivel central, se hizo evidente el desgaste de ellas por las entidades de gobierno, que llevaba no solo a postergar los problemas, sino a que estos crezcan y se trasladen a niveles mayores. Ello contribuyó a generar dudas sobre la eficacia de las mesas para atender los conflictos. Junto a la evidente deficiencia de la estrategia estatal en el tema, el descrédito hacia estos espacios se hizo cada vez más crítico. Más grave aún: el desprestigio de la idea del diálogo en sí mismo. Luego, se iría relacionando a las mesas de diálogo como mecanismos propios de métodos sofistas, vinculados al juego de las palabras y la retórica. Con ello iba creciendo un sentimiento desfavorable de la población sobre las mesas, calificadas cada vez más como “mecidas”.
El Estado podría apoyarse en diferentes iniciativas de dia´logo que se construyen desde la sociedad civil y que ya articula a diversos actores en conflicto.
El conflicto por el proyecto minero de Conga, tuvo algún impacto en el enfoque y estrategia frente a los conflictos por parte de la actual gestión. De hecho, la presentación en julio del año pasado del entrante premier Juan Jimenez como el jefe de “El gabinete del diálogo” dio la antesala a lo que sería una nueva propuesta para volver a valorar el diálogo como práctica política. Así, la oficina de Gestión de Conflictos Sociales pasó a constituirse en la actual Oficina Nacional de Diálogo y Sostenibilidad (ODS) nombrando como cabeza en el puesto de Alto Comisionado al ex presidente regional de Junín, Vladimiro Huaroc.
Por momento la ODS trata de incorporar en las mesas nuevas fórmulas que la diferencien de las anteriores. Por ejemplo, parece clara la propuesta de articular las mesas de diálogo a la construcción de planes de inversión social o de desarrollo local, como la mesa de trabajo de Kañaris en Lambayeque, la mesa de Candarave en Tacna o la anunciada mesa de desarrollo de Tapayrihua en Apurímac. Éstas inclusive van generando un mayor liderazgo de la PCM frente a otros sectores ministeriales, a los que precisamente convoca más fácilmente a partir de agendas de trabajo específicos.
En este proceso de búsqueda de nuevos mecanismos para el diálogo a través de las mesas, cabe preguntarse si el Estado se atreverá a incorporar otros temas que al parecer aún tienen resistencia en algunos sectores del Ejecutivo. Temas tales como vincular y convocar a otros actores que jueguen un rol de terceros en los conflictos, dejando un poco de lado la idea de que el gobierno debe ser siempre facilitador del diálogo entre las partes.
Es evidente la importancia de las mesas de diálogo, con todas sus variantes, para el abordaje sostenido de los conflictos. Sabemos que no hay un formato único para ellas y es de reconocer que el Estado está aprendiendo en la materia. En todo caso, si hay algo que se requiere siempre es constante reflexión, apertura, flexibilidad y, sobre todo, mucha humildad.
Omar Varillas
Especialista en gestión de recursos hídricos, Coordinador del Proyecto Dialoga por CARE Perú.