Entrevista a Ernesto Cavassa, SJ
Rector de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya
Por Diana Tantaleán C.
Apostolado de Justicia Social y Ecología
Ernesto Cavassa SJ, rector de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, ha sido nombrado este año presidente de la Asociación de Universidades confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (AUSJAL), la cual comprende 30 universidades con objetivos y proyectos comunes fundamentados en la identidad y misión ignaciana.
En esta entrevista, el P. Cavassa nos comenta sobre las características de esta Asociación, lo que caracteriza a las universidades jesuitas, el proceso de licenciamiento institucional obtenido por la Ruiz de Montoya y su opinión sobre la educación universitaria en el país.
¿Cuál es el objetivo principal de la AUSJAL?
Vincular a las universidades jesuitas, fortalecer la identidad y misión ignaciana en las universidades, tratar de tener proyectos comunes, de tal manera que puedan beneficiarse de estas acciones en diversos ámbitos.
Una acción común puede ser un diplomado, como el diplomado virtual de Derechos Humanos que se realiza cada cierto tiempo; también pueden ser servicios comunes, como ir a negociar concertadamente la compra de bases de datos académicas para un conjunto de universidades.
Hay también un aprendizaje mutuo, como en el trabajo pastoral, con reuniones para ver cómo se realiza, pues hay una red de pastoral de diversas universidades.
¿Por qué, siendo universidades jesuitas, la participación en AUSJAL es “no confesional”?
Es propio de la universidad, y de la Compañía de Jesús, estar abierto a todo tipo de mentalidades y de confesiones, no necesariamente la nuestra.
La universidad es un ámbito abierto de reflexión entre la fe y la cultura, la fe y la religión, la fe y la razón. En ese espacio abierto entran docentes e investigadores con diversas pertenencias religiosas. Lo importante es que, en la medida de lo posible, asuman el ideal y la misión de las universidades jesuitas, dirigidos siempre al fortalecimiento de una fe que opera la justicia, el diálogo interreligioso, el diálogo intercultural.
Hay una serie de planteamientos que son bastantes comunes a todas las universidades, como el énfasis en lo ético, el énfasis en un desarrollo sostenible, el interés por todo lo intercultural. Todo esto es lo que va vinculando a este aire de familia que significa la AUSJAL. Ahí nos encontramos todos, creyentes y no creyentes, o creyentes de diferentes confesiones.
¿Cuál sería la diferencia más resaltante entre estas universidades jesuitas y el resto de universidades?
Básicamente, el hilo conductor está dado por fe y justicia, esa vinculación particular de una fe que opera la justicia, que hace justicia en las diversas realidades y que se entiende de diversos modos. En algunos lugares se entiende en la lucha anticorrupción por una sociedad más ética, o en la preocupación por el desarrollo sostenible, en la perspectiva de lo que el Papa formula en la “Laudato Si’”. Ese tipo de orientación es muy propio de las universidades de la Compañía de Jesús, nos diferencia claramente de lo que es el conjunto de otras asociaciones.
Son, además, universidades interesadas en la educación por sí misma, que consideran la educación un bien social, no un bien privado del cual aprovecharse para poder sacar renta, lo que muchas veces caracteriza a las corporaciones educativas a nivel universitario.
En estos tiempos que estamos viviendo, no solamente en el país sino en el mundo entero, ¿qué formación cree que se debe priorizar en las universidades?
Una formación integral para la ciudadanía.
Las universidades se venden como formadoras de profesionales competentes, y para nosotros es muy importante la competencia profesional, egresados capaces de entrar al mercado y demostrar que pueden rendir profesionalmente, pero esa es una de las cuatro “C”.
Para la formación de las universidades jesuitas, además de la C de “Competencia profesional”, está la C de “Conciencia crítica”, egresados capaces de hacer análisis crítico de su propia sociedad; está la C de “Compromiso”, egresados comprometidos con la transformación de sus propias sociedades, y la C de la “Compasión”, egresados que sean capaces de compadecerse con la situación de los más débiles dentro de la sociedad.
A esas cuatro C yo le añadiría la de “Ciudadanía”, la que comprende las otras cuatro y, por lo tanto, es una ciudadanía integral.
El P. Kolvenbach nos decía que la calidad de la universidad se verificaba en sus egresados, en dónde están, qué están haciendo en la sociedad. Eso es lo que realmente verifica si son de una universidad de la Compañía o no. Si estos egresados son agentes de cambio social donde están, realmente llevarán adelante eso que le hemos intentado imprimir a lo largo de 5 años.
La Ruiz de Montoya ha recibido recientemente su Licenciamiento Institucional, ¿en qué ha consistido este proceso y qué implica para esta universidad?
Según la ley universitaria del 2014, la 30220, se crea la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (SUNEDU), adscrita al Sector Educación. Esta Superintendencia debe tener, entre otras funciones, la de licenciar a una universidad a partir de que esta demuestre que posee las condiciones básicas para funcionar y ofrecerle a la sociedad un servicio de calidad.
Lo que hace el Estado, y eso es lo nuevo, es intervenir en la marcha natural de las universidades, que hasta ese momento se autorregulaban o coordinaban por sí mismas, pero no había ninguna supervisión de fuera que garantizase que ese servicio era de calidad.
La SUNEDU genera una matriz sobre 8 condiciones básicas de calidad, por ejemplo, el que la universidad tenga una misión, visión y procedimientos claros, una infraestructura adecuada, planes de estudio de sus diversas carreras, etc. No ve el contenido de la formación. Lo que pretende la SUNEDU es ver si, efectivamente, lo que se ofrece es consistente con lo que la universidad propone, y si tiene las condiciones para ello.
Nos alegra mucho que el Estado peruano nos haya dado el licenciamiento, eso supone la acreditación de calidad que la universidad tiene, y somos la decimotercera universidad de un universo de 142 universidades en obtenerlo.
La Ruiz es una universidad joven, tiene 14 años de vida y recién está implementando determinados procesos; sin embargo, el Estado peruano, a través de la SUNEDU, reconoce que la universidad tiene esas condiciones básicas de calidad y le dice a la sociedad “miren ahí pueden formar a sus hijos porque hay una buena formación”. Además, la titular de la SUNEDU, Lorena Masías, ha reconocido los valores morales y espirituales de la universidad, destaca ese aspecto.
¿Cree que este proceso de licenciamiento es una herramienta eficaz para las universidades?
El proceso de licenciamiento no es el mejor, pero en algunos casos depende de algunos defectos que tiene la Ley Universitaria. Lo peor que se podría hacer en estos momentos es dar marcha atrás.
En este momento son solo 14 universidades licenciadas de 142, estamos en el 10%, y el proceso se debe cerrar este año[1]. Tenemos que seguir adelante y ver cuántas se licencian.
La sociedad peruana tiene derecho a que su Estado garantice a sus hijos que la formación que van a recibir no es una estafa. Tiene que exigirle al Estado que este proceso continúe y se pueda saber qué universidades dan formación de calidad y cuáles no. Esas universidades deben salir del mercado, tienen que desaparecer.
La Compañía de Jesús tiene una reconocida tradición formativa, ¿cómo se plasma esto en la universidad?
Para comenzar, las carreras están articuladas con dos años de formación humanística y tres de especialidad, a diferencia del común de universidades. Estos dos años previos son muy importantes para la formación integral de los muchachos.
Todos los estudiantes tienen que seguir algunos cursos obligatorios de ética y ciudadanía, de filosofía y teología, de arte y literatura, así intentamos asegurar que saquen algo básico de este aspecto que los va formar como persona. La idea es que, desde los primeros años, tengan inquietud por la investigación, un pensamiento crítico, tratar de buscar la explicación más profunda, ver el problema desde diversos ángulos.
También es muy importante para la universidad las tutorías. Todos los muchachos tienen, a lo largo de su formación, sobre todo los dos primeros años, el acompañamiento de un tutor, para que puedan explotar y potenciar sus valores y capacidades personales. Adicionalmente tienen prácticas pedagógicas, como las “Sabatinas”, donde ellos muestran, a través de una representación teatral, lo que han ido aprendiendo a lo largo de un semestre, de tal manera que el entrenamiento académico no sea solamente cerebro, también gesto, cuerpo, eso es muy propio de la formación nuestra.
¿Cómo percibe el nivel educativo superior en el país, qué falta trabajar?
La prueba la dan los rankings internacionales, nunca aparecemos. Las universidades peruanas, incluso las que se consideran más prestigiosas, no están en los primeros cien lugares de ningún ranking regional.
Este proceso de licenciamiento, por parte del Estado, está promoviendo que la universidad ofrezca productos de calidad, pero tendría que invertir más en educación universitaria. Las universidades públicas se quejan de no recibir el apoyo que requerirían para poder progresar, el resultado es que solamente 2 universidades públicas, de las 14 que son, están licenciadas. Universidades como San Marcos o la UNI, con mucho prestigio, aún no han conseguido licenciamiento.
Por otro lado, la inversión en investigación, por parte del Estado, es mínima. Somos de los países que menos invierte en investigación y, cuando lo hace, es en ciencia y tecnología, no en artes, ciencias sociales o humanidades. El país en su conjunto está muy atrás del contexto regional.
El conjunto del sistema universitario tiene que fortalecerse y crecer, brindarle a la sociedad los profesionales que la sociedad necesita. No solo en educación universitaria, también en educación tecnológica, que está aún más descuidada que la universitaria.
Si queremos realmente que el Perú crezca y, como pretenden los diferentes gobiernos, pertenecer a la OCDE[2], eso supone una inversión muy fuerte en educación, no solamente universitaria, también en educación básica, para que efectivamente podamos tener los técnicos y profesionales que el país necesita para continuar su desarrollo.
¿Qué debería tener más en cuenta el gobierno en educación superior?
Tiene que apostar por la investigación, sin investigación no hay desarrollo. En países que generan desarrollo es porque el mismo Estado invierte en las universidades para que haya una investigación que después pueda redundar en beneficio de la población.
En nuestra sociedad ha habido un divorcio entre la universidad y el Estado, y también entre la universidad y la empresa. La empresa privada tampoco invierte en investigación; entonces, la universidad prepara profesionales para una demanda que no está muy clara porque no se sabe qué requieren realmente el Estado y la empresa.
En este momento sería bueno una formación técnica adecuada para tener obreros y mandos medios calificados para industrias que deberían ampliarse, no solamente del campo minero o agroexportador, sino de una diversificación productiva que necesitamos. No tenemos esos técnicos, hay que traerlos de fuera.
Somos un país que no dispone de los recursos humanos adecuados para poder desarrollarse. Nos estamos jugando el desarrollo del país. No es un tema solamente de licenciarse o de conseguir un premio, es un tema de qué nos lleva a desarrollarnos como país.
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[1] La SUNEDU amplió el plazo de adecuación de las universidades a las Condiciones Básicas de Calidad, requeridas para su licenciamiento, hasta el 31 de julio del 2018. [N.E.]
[2] Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.
Primavera 2017
Ernesto Cavassa, SJ
Rector de la Universidad jesuita Antonio Ruiz de Montoya. Presidente de la Asociación de Universidades confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (AUSJAL).