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Edición Nº 14

Aprender de los jóvenes
23 de octubre, 2010

La novedosa realidad de la Inculturación nos arranca de la tentación de querer vivir desde nuestro único amor, querer e interés y nos sitúa en la perspectiva realista de la vida compartida con los otros. Este es, evidentemente, el reto de nuestro tiempo como lo fue en el tiempo en que el ilustre Li Madou (Matteo Ricci sj) propuso las necesidades básicas de un fructífero encuentro entre Oriente y Occidente.

Nunca como ahora el mundo es el mejor espacio para encontrarnos, superando el deseo y la tentación de aislarnos al hacernos conscientes de nuestras diferencias. Es real que el mundo nos interpela como personas y como instituciones. Los jesuitas queremos dar respuestas a ese mundo que no cesa de interpelarnos. En este mundo se entrecruzan muchas miradas y, gracias a Dios, una de estas es la de los jóvenes.

La Pastoral Juvenil de la Provincia pretende ofrecer una estructura formativa que recoja las expectativas del mundo juvenil y las haga dialogar con las herramientas de la espiritualidad ignaciana (discernimiento, vida espiritual). Las actividades consolidadas de la pastoral juvenil del Perú (Coloquio, Camino Ignaciano, Ejercicios Espirituales) además de la dinámica del Voluntariado y la promoción de Comunidades juveniles, a las que se suman las pastorales de los colegios, conducen al joven a crecer humana y espiritualmente proyectándose hacia los demás como lo hace Jesucristo.

Desde la meditación que hacemos del encuentro de Jesús con el joven rico del Evangelio de Lucas, podemos partir en nuestra reflexión y en la oferta de lo mejor de nosotros. Evidentemente esta opción no está libre de dificultades. Una de ellas, quizá la más grave, es no lograr dialogar con la realidad y los intereses de los jóvenes y sus modos de mirar el mundo. La invitación básica, supuesta en la Inculturación en el mundo juvenil, es la de “crecer en tolerancia y capacidad de diálogo” y esta capacidad no sólo es necesidad de los jóvenes sino de toda la humanidad.

Una cualidad del mundo juvenil, al que la Compañía de Jesús acompaña, es la absoluta confianza en que la vida sigue abriéndose espacios. Es desde la mirada juvenil que los jesuitas también aprendemos a mirar apasionadamente el mundo. Ojalá que nunca dejen de ser importantes los jóvenes, ojalá que nuestras opciones y discernimientos incorporen su visión

De hecho el Decreto tercero de la Congregación General XXXV (Desafíos para la misión de Hoy) señala la ruta a seguir en el trabajo con jóvenes. “Desde la fragilidad y fragmentación hacia la integración gozosa de sus vidas en Dios y con los demás” (D.3°, N23) Pero también nos propone una pauta metodológica a partir de los Ejercicios Espirituales. Esta es sin duda una estupenda posibilidad de inculturar el Evangelio en una realidad intensa y novedosa. El mundo juvenil siempre ha sido un espacio fundamental para la Compañía de Jesús, Ignacio lo intuyó y por eso quiso que los jesuitas compartamos espacios formativos con jóvenes porque en el contacto con éstos, aparecen los retos primordiales de la cultura para la Compañía. La Congregación General invita a los jesuitas a discernir cuidadosamente su labor educativa y pastoral con jóvenes, probablemente porque con ellos también buscamos las huellas de Dios en el mundo, señalamos proféticamente las injusticias y mostramos que la realidad puede ser vista con esperanza. Que Dios nos de fuerza y ánimo para aprender de los jóvenes y crecer en la fe.

Publicado en octubre 2010


José Luis Gordillo, SJ

Pastoral Juvenil y Vocacional de la Compañía de Jesús en el Perú

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