El Perú es un país que ha tenido índices muy altos de crecimiento económico en los últimos años, y ha logrado disminuir sus niveles de pobreza y desigualdad. Sin embargo, sigue siendo un país donde la inclusión y el desarrollo social se consideran como las grandes prioridades de la política pública. El índice de Oportunidades Humanas del Banco Mundial ubica al país en el puesto 14 entre los 18 países de la región, por lo que el desarrollo integral de la niñez y la adolescencia se ha convertido en uno de los pilares que ha identificado el Gobierno para promover la inclusión social a largo plazo[1].
La inclusión social es un tema que ha tomado mucha relevancia en la actualidad peruana. En términos de educación, hay factores que hacen que el entorno para el desarrollo integral de niños y adolescentes sea relevante. “La educación funciona como un medio de ascenso social, como un instrumento de progreso técnico, y aún más importante, la educación de alta calidad brinda una base de competencias a la sociedad para alcanzar la plenitud de su potencial económico y social” (Thompson, 2011)[2]. Pese a que el analfabetismo ha disminuido notablemente en el país en los últimos años, la baja cobertura, la inequidad en la calidad de la educación en las zonas donde la educación estatal es predominante, siguen siendo un reto.
Es en este contexto que nace Sinfonía por el Perú, el Sistema de Orquestas y Coros Infantiles y Juveniles del Perú, programa de educación musical y transformación social que promueve el cambio social positivo a través de la música, fomentando valores con emoción y pasión.
El programa es presidido por el gran tenor peruano Juan Diego Flórez, quien convencido del poder transformador de la música y cómo a través de ella se puede brindar oportunidades para la vida a miles de niños en todo el Perú, crea en el 2011 Sinfonía por el Perú.
Se trata de un proyecto social inclusivo dirigido a niños, niñas y adolescentes, en especial de bajos recursos económicos. Nos dedicamos a la capacitación, prevención y recuperación de grupos vulnerables, utilizando como mecanismo de cambio: la educación musical. A través de la música, buscamos la formación en valores para la vida, tales como la disciplina, la excelencia y el trabajo en equipo, en un ambiente de mística y gozo que aseguran una alta motivación. A través de la música, los niños, se sienten más seguros de sí mismos y empiezan a ver su futuro de otra manera.
Para ingresar a los Núcleos no hay ningún requisito, todos los niños están invitados, partimos del principio de que todos son genios, todos son capaces de aprender a tocar un instrumento o cantar.
Los Núcleos son el corazón del programa: se constituyen en centros de encuentro, donde los niños conviven haciendo música y a través de su práctica desarrollan la disciplina. Otro valor que destaca es el compromiso, cada uno sabe que es parte importante para poder estar presentes en las presentaciones de la organización.
En los núcleos, los niños descubren que son capaces de obtener logros poniendo en práctica los valores aprendidos. También descubren la belleza que la música genera dentro de ellos. Pero, más importante aún, aprenden a que ellos mismos pueden producirla, compartirla y recibir el reconocimiento por ello, y si para cualquiera de nosotros es importante ser reconocido, en un niño en situación de riesgo con más razón. El reconocimiento y el aplauso son actos vitales que les permiten a nuestros niños sentirse importantes.
La mayoría de los niños de nuestro programa vienen de contextos no muy favorecidos. Además de las limitaciones materiales, una de las cosas más terribles de la pobreza es el sentimiento de no existir para los demás, el ser ignorado y menospreciado. Al aprender a tocar un instrumento, o cantar en el coro, la autoestima de los niños crece de inmediato. El niño, en cualquiera de las dos experiencias, adquiere mayor seguridad y confianza en sí mismo, la que proyecta positivamente ante su familia, la comunidad y la sociedad en su conjunto: es visto, es admirado y recibe el reconocimiento del aplauso.
Gracias al poder de la música, niños y niñas que pasan por el programa se orientan hacia metas claras, descubren que son capaces de lograr lo que se proponen, que los sueños se pueden hacer realidad, que no solo necesitan tener la oportunidad, también se requiere de mucho esfuerzo y dedicación.
Pero en Sinfonía por el Perú queríamos demostrar que teníamos mucho más que “un proyecto lindo”, necesitábamos demostrar de manera rotunda que el programa tenía un impacto positivo en los niños y en sus familias. El año 2014 llevamos adelante una Evaluación Experimental de Impacto, financiada por el Fondo Japonés del Banco Interamericano de Desarrollo, esta evaluación estuvo a cargo de GRADE (Grupo de Análisis para el Desarrollo) y arrojó resultados realmente importantes, por ejemplo:
26% de Reducción de la violencia familiar física
46% Reducción de la violencia familiar psicológica
¿Realmente puede la música reducir la violencia familiar? Nuestros niños, al comenzar a destacar en la orquesta o el coro, al ser admirados y aplaudidos, logran que sus padres se sientan orgullosos y, por lo tanto, los valoren más. Esto genera una dinámica familiar más armónica, el niño empieza a sentirse empoderado, se convierte en un ejemplo para su familia.
Y esto se aplica también para el trabajo infantil: el padre, al ver que sus hijos son reconocidos por todos, empieza a valorar el tiempo que dedican al estudio de su instrumento o a sus ensayos, y ve de otra manera a sus pequeños. El estudio realizado por GRADE señaló que en los niños que pasaban por nuestro programa había un 90% de reducción en la prevalencia del trabajo infantil.
Otro resultado importante es que hay un 30% de aumento en la autoestima. Y es que, a través de las presentaciones musicales que se hace, se vuelven protagonistas de actos que generan reconocimiento y admiración.
Hoy, a 7 años de iniciado el programa, estamos en varias regiones del Perú, con 20 Núcleos, 11 Módulos y 2 talleres de Lutería (Construcción de instrumentos) ubicados entre Lima, Piura, Trujillo, Ancash, Ica, Arequipa, Cusco, Puno, Huánuco y Loreto.
Dos de estos núcleos, uno en Lima, en el populoso barrio de El Agustino, y el otro en la zona rural de Andahuaylillas (Cusco) son posibles gracias a nuestra alianza con Encuentros SJS y las Fundaciones “Thyphayne” y “Amigos de Juan Diego Flórez”, haciendo posible que más de 300 niños y niñas se beneficien con el programa.
Como institución tenemos la certeza que podemos cambiar la sociedad a través de los niños, y ellos pueden encontrar en la música una herramienta de empoderamiento que les enseña a construir un mejor futuro, pero también un mejor presente. Necesitamos protegerlos, impulsarlos y construir junto con ellos una mejor sociedad, un mejor país, un mejor lugar para vivir.
Estamos convencidos que juntos lo podemos lograr, sembremos el país de orquestas y coros y entonemos juntos una ¡¡Sinfonía por el Perú!!
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[1] Estrategia Nacional de Desarrollo e Inclusión Social "Incluir para Crecer" (2013).
[2] BID (2011). Retos del Desarrollo del Perú 2012-2016.
Verano 2018-2019
Miguel Molinari Portal
Director Ejecutivo de Sinfonía por el Perú. Crítico de ópera y promotor cultural.