Entrevista a Patricia Salas, exministra de Educación.
Por Diana Tantaleán C.
Apostolado de Justicia Social y Ecología
La exministra de Educación, y actual docente de la Universidad Nacional de San Agustín en Arequipa, nos comparte sus impresiones sobre las acciones realizadas desde el gobierno para el sector educación en este contexto de crisis sanitaria. A pesar de lo difícil que está siendo este año escolar, ella tiene una mirada optimista y señala los puntos a reforzar para salir delante de la mejor manera.
La primera percepción, y nos estamos refiriendo a la suspensión de las clases y el inicio de un proceso de educación virtual, es que se pudo hacer. En tres semanas se puso a disposición de los escolares del Perú una propuesta de teleducación multiplataforma y en varias lenguas nativas.
La segunda impresión es que se hicieron esfuerzos muy importantes, y que fueron posibles porque había cosas avanzadas. Teníamos el portal PerúEduca, con un conjunto de recursos; teníamos esfuerzos para ayudar en las capacidades digitales de maestros y maestras. Sé que es insuficiente, pero creo que había una base de respaldo. Y la otra impresión que tengo, muy favorable, es que el Ministerio de Educación pudo articular rápidamente profesionales e instituciones públicas y privadas que pusieron a disposición del Ministerio una serie de recursos.
La otra cuestión de fondo era la preocupación de que no todos iban a tener el mismo acceso a la educación, que la brecha de desigualdad histórica en educación iba a ser más grande, y que los riesgos de la situación, para chicos y chicas, iban a ser mayores. Entonces, además de poner la plataforma en funcionamiento, que se hizo y se fue perfeccionando, también se debía tener planes alternativos de qué hacer para el retorno a clases y para el futuro, porque el reto de mejorar la educación está siempre presente, pero en este caso el reto de desigualdad se iba a multiplicar.
Para los estudiantes, a nivel individual, creo que depende mucho de la actitud que tomen las familias. Si lo toman como un drama, los chicos lo van a vivir así; pero si las familias son capaces de hacer la reflexión, el cambio para los chicos y chicas puede ser una gran oportunidad.
Lamentablemente, en el Perú hay el mito de que la educación privada es mejor y da prestigio. Hoy en día sabemos, con evidencias contundentes, que la educación privada de bajo costo está teniendo los mismos resultados que la escuela pública, y hay casos en que la escuela pública tiene mejores resultados. Calculo que la mayoría de los que se han tenido que pasar de la privada a la pública vienen de este tipo de escuelas, en donde las familias salen ganando porque, sin variar drásticamente la calidad de la educación que están recibiendo sus hijos, no van a tener que pagar pensión, van a tener acceso a materiales educativos y textos escolares, y también al programa Qali Warma.
El desafío del sistema es lograr que terminen la secundaria, ya sea con un ciclo especial para que terminen antes de marzo, o asegurarnos de que se reenganchen en la escuela y puedan terminar el 2021, que es lo mínimo que deberíamos garantizar como Estado.
Desde el punto de vista del sistema educativo es una enorme oportunidad para revalorar la escuela pública, para que cumpla ese rol de articularnos a todos y sea un espacio de cohesión social, de ciudadanía plena, como dice el nuevo Proyecto Educativo Nacional. Es un desafío porque, si bien la escuela pública tenía espacios para recibir alumnos, no sé si lo era en la magnitud de lo que tuvo que recibir. En este tiempo de educación virtual, la demanda de materiales es menor, pero para el próximo año, o para el momento en que se reinicie la educación presencial, va a tener que preverse la cantidad de materiales que se requiera para el nuevo alumnado.
Yo le pondría dos adjetivos: ha sido tremendamente tortuoso y absolutamente fascinante.
Los maestros han tenido que aprender "lo que sea como se pueda". Han tenido que adaptar sus medios disponibles, como maestros y maestras, y de los padres y madres de los niños que iban a educar. Porque si bien algunos tienen acceso a internet, no sabemos de qué calidad; otros tienen acceso a cuenta de datos, pero no sabemos de cuánta capacidad; y muchos solo tienen Whatsapp.
Whatsapp ha sido una bendición y un hallazgo porque ha permitido un nivel de comunicación muy grande. Hemos sabido de muchísimos maestros que, por Whatsapp, tienen la interacción con los adolescentes o con los padres de los más pequeñitos.
Ha sido tortuoso para el maestro lograr llegar a sus niños, más la presión de la UGEL, pensar cómo hacerlo, ver si el papá puede o no, etc. Pero ha sido fascinante por tantas evidencias de creatividad, innovación y compromiso. Ver tantos maestros comprometidos con sus estudiantes. Como el caso del maestro huancavelicano que iba casa por casa; o de este maestro rural que, como no tenía ningún medio, puso un buzón en la plaza: él dejaba las tareas en el buzón, los papás la recogían, hacían las tareas con los chicos, y las dejaban en el buzón, o las tareas que ponían por radio o televisión las dejaban ahí y el profesor corregía y retroalimentaba.
Se ve la cantidad de maestros y maestras que cuelgan sus experiencias en las redes, algunas absolutamente innovadoras. También ha sido fascinante la cantidad de redes virtuales, de maestros y maestras, exhibiendo y compartiendo lo que hacen.
Para los estudiantes de quinto año podríamos tener una especie de pacto social, entre la escuela y las instituciones de educación superior, para hacer un tránsito más fácil, con exámenes de ingreso que tengan en cuenta esta situación tan especial que han tenido que vivir. La escuela, por su parte, debe esforzarse para que se haga lo más importante en quinto de media, de tal manera que la pérdida sea lo más pequeña y el tránsito lo más fluido posible.
Recordemos, además, que ellos tienen mejores capacidades de hacer aprendizaje autónomo. Entonces, sea desde las plataformas más completas, como internet, hasta las más precarias, como radio o televisión, puede considerarse que tienen la potencialidad de estudiar.
Los más afectados serán los de situación más vulnerable porque tendrán solo acceso a radio, y eventualmente ni eso. Ante esto, el Ministerio de Educación, o los gobiernos regionales y locales, podrían tener algunas estrategias para reengancharlos rápidamente hacia fines de año y los primeros meses del próximo año; de tal manera que, para marzo, cuando son los exámenes de ingreso, puedan estar en mejores condiciones. Pero se necesitaría una estrategia específica para las poblaciones altamente vulnerables. Esto también implica estudiar cuál es el porcentaje de alumnos que está aspirando a educación superior porque, lamentablemente, habría una alta correlación de estudiantes en esta situación de vulnerabilidad que no aspiran a ella. En este caso, el desafío del sistema es lograr que terminen la secundaria, ya sea con un ciclo especial para que terminen antes de marzo, o asegurarnos de que se reenganchen en la escuela y puedan terminar el 2021 su secundaria, que es lo mínimo que deberíamos garantizar como Estado.
Con los niños de primer y segundo grado es un poco más complicado porque todo el esfuerzo de maestros y maestras debe estar en estrecha relación con lo que pueden hacer los cuidadores: papá, mamá, abuelita, hermano mayor o quien fuera. El despliegue debe ser tal para lograr lo que el programa escolar pide conseguir en este año, o al menos asegurarse de asentar los elementos básicos para seguir avanzando.
No debemos ser muy exigentes con los logros educativos de este año, lo principal es la salud: de las familias, de los niños y de sus padres, y la de nuestros maestros. Por eso, Aprendo en Casa tiene el rol fundamental de que los estudiantes no pierdan ritmo, que sigan estudiando, y los logros educativos los podríamos cumplir el 2021, o eventualmente tomarnos hasta el 2022. Si logramos salir de esta situación saludables, el resto lo podemos ir organizando.
Hay que hacer lo que se pueda de la mejor manera, y a los maestros les toca tener la sabiduría para orientar a los padres para que las capacidades y habilidades de los niños se vayan desarrollando, sabiendo que cuando lleguen a la escuela van a poder terminar de trabajar el proceso que necesitan, sobre todo en estos grados donde les toca aprender a leer, escribir e involucrarse con la matemática básica.
La brecha de género en educación ya no era por falta de acceso; casi en todos los ámbitos ya teníamos a las niñas insertas en el sistema educativo. La brecha de género siguió siendo muy grande en roles, estereotipos y labores de cuidado en la familia, al que son asignadas las niñas, y que a veces implica faltar o llegar tarde al colegio. Calculo que, con esta situación sanitaria, aumentará la necesidad de labores de cuidado familiar por parte de las niñas.
En las familias donde habrá mayor situación de pobreza, si antes la mamá tenía unas horas para cuidar a los hijos, ya no las tendrá porque deberá salir a trabajar, pues el tiempo de inserción laboral de los adultos será más intenso. Otro tema es que se va a acrecentar la magnitud del trabajo infantil y adolescente, y afectará a niños y niñas, o eventualmente los varones irán a la calle y las niñas se quedarán en casa cuidando al hermanito menor, al abuelito, o a quien haya que cuidar. Otra cosa que temo es que crezca el embarazo adolescente y la situación de violencia y violencia sexual contra las niñas. Todo esto sin contar con que crezcan los niveles de desnutrición y anemia en general.
La brecha de género hay que verla por este lado: cuánto tiempo de las niñas se va a requerir en labores de cuidado doméstico, cuántas niñas van a quedar embarazadas, sea por relación con sus pares o en situaciones de violencia, y cuántas niñas van a ser víctimas de violencia quizá solo por no tener la oportunidad de salir de la casa o no tener al maestro o maestra a quien recurrir.
Creo que podríamos afinar mucho más las aptitudes o capacidades de los docentes para hacer más efectivo su trabajo a distancia en los contextos particulares. Una de las capacidades a trabajar con mayor profundidad es, por ejemplo, que los maestros de grados menores sepan cómo comunicarse con los padres para que las tareas que se les deje a niños y niñas, que van a ser monitoreadas por ellos, se parezcan lo más posible a la vida cotidiana. Son muchísimas las capacidades y habilidades para lectura, comunicación y matemáticas que son parte de la vida cotidiana y que pueden ser solamente juego. Desde "ayúdame a clasificar las medias por colores y tamaño", donde estamos preparando a los chicos para el trabajo matemático, o "cuéntame historias" o leer cuentos juntos.
Es importante fortalecer las capacidades de los maestros para hacer una conexión entre sus saberes, y sus demandas pedagógicas, con la vida cotidiana de los niños encerrados, porque no pueden salir a la calle a investigar y muchos no tienen acceso a internet. Son enormes las posibilidades de actividades, como juegos o acciones de la vida cotidiana, que pueden ser convertidas en elementos sistemáticos de desarrollo de las capacidades de niños, niñas e incluso adolescentes.
Otra capacidad a fortalecer en los maestros, ojalá junto a los padres, es cómo ayudar a los adolescentes a organizar su trabajo autónomo. Esto es muy importante porque es necesario para este momento y, si lo abordamos medianamente bien, se convierte en una riqueza para la siguiente etapa.
Maestros y maestras también deben aprender a mirar con sagacidad los aprendizajes que están ocurriendo en las casas: papás jugando con los niños o cocinando con ellos, teniendo pequeños proyectos en el hogar; incluso en el ámbito rural. Captar lo que están haciendo en sus hogares para convertirlo en un aprendizaje un poco más sistemático, para ello hay que fortalecer la capacidad de comunicación y coordinación con los padres.
También es importante el dominio pedagógico. Mientras mayor sea este, mayor posibilidad habrá de ser creativos y captar oportunidades, y que esto redunde en resultados.
Y, por supuesto, lo que hay que fortalecer son las capacidades de resiliencia socioemocional. Las tensiones se han multiplicado, y de manera más dramática para maestros y maestras. Porque, además de atender a sus niños, hijos y estudiantes, tienen que organizar la casa, preparar sus clases virtuales (que demanda mucho más tiempo que las presenciales) y contener las situaciones socioemocionales de sus alumnos y sus padres. El fortalecimiento de las capacidades de resiliencia socioemocional del docente debe ser una prioridad "1A"; y luego los recursos para ayudar, en ese proceso, a sus estudiantes o a las familias de sus estudiantes.
Una de ellas, que ya mencioné antes, es la enorme creatividad y la puesta en evidencia del compromiso docente. Una segunda línea sería el acercamiento de la familia con la escuela y viceversa. Era más fácil para los padres dejar a los niños en la escuela y luego reñirlos por la nota, o reclamar al profesor por la nota; ahora los padres están viendo y viviendo el proceso educativo. Este acercamiento tiene que convertirse en algo permanente, sostenido y con significado para el crecimiento de los chicos, y plantear una siguiente etapa sobre eso.
Otro elemento es la revaloración de la escuela y de los maestros por parte de las familias. Es una oportunidad de que las familias sean un espacio de comprensión para mejorar la política educativa y valorar al docente y a la escuela.
También es enorme la cantidad de aprendizajes que están haciendo los maestros sobre recursos educativos, ya sea por cuenta propia, porque han investigado o se han comunicado con sus colegas. El desafío es poner esos aprendizajes en una lógica pedagógica lo más consistente posible.
Otro punto muy interesante es la cantidad de redes que se han formado entre maestros y maestras, y entre estos con otras organizaciones o instituciones de la sociedad. Ahí se puede seguir trabajando de manera muy fructífera para la educación, porque en algunos casos han incluido especialistas a los que los maestros no tendrían acceso si no fuera por esta situación. Junto a esto tenemos la enorme cantidad de conferencias virtuales, los webinar están a la orden del día. Han puesto muchas instituciones y profesionales de primer nivel a disposición de los maestros en general. Esto se abre como un potencial importante para que la sociedad peruana y, ojalá, nuestro sistema educativo pueda capitalizar en favor de nuestros maestros.
Otro elemento que también puede ser una ganancia es el aprendizaje autónomo, tanto de los propios maestros como de los estudiantes, pues muchas cosas las tienen que hacer por su cuenta, lo cual los va a llevar a aptitudes más reflexivas, más críticas, con mejores prácticas de lectura e investigación. Igualmente, si a esto no le damos un cauce, y no lo organizamos, se puede quedar como una bonita experiencia en la historia, y necesitamos que sea un aprendizaje para el resto de la vida del estudiante, pero también para el sistema educativo peruano.
Si alguien no asume el liderazgo de reflexionarlo, sistematizarlo y convertirlo en un bien público, se puede perder, no es automático. Tiene que ser organizado, sistematizado, y puesto nuevamente al servicio de la comunidad educativa. Hay que hacer un llamado para que autoridades, universidades, institutos de investigación, grupos o gremios docentes, o ambos, incursionen en la sistematización de experiencias en función de lo que es la pedagogía y de las características y el contexto de nuestros estudiantes.
Primavera 2020
Patricia Salas O'Brien
Socióloga. Docente de la Universidad de San Agustín de Arequipa. Exministra de Educación (2011 - 2013)