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Edición Nº 61

«Es necesario que la Iglesia se adapte a los nuevos desafío que enfrentamos como sociedad.»
Álvaro Fabián Suárez
13 de abril, 2023

Como sacerdote, escritor y defensor de los derechos humanos, Gastón Garatea ha dedicado toda su vida a luchar por la justicia social en el Perú. A lo largo de su trayectoria, Garatea ha sido reconocido por su trabajo en la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, donde investigó y denunció las violaciones de los derechos humanos durante el Conflicto Armado Interno. Asimismo, ha sido presidente de la Mesa de Concertación para la Lucha contra la Pobreza y ha participado en la elaboración y promoción del Acuerdo Nacional, dos iniciativas esenciales en la promoción de políticas públicas más inclusivas y en la lucha contra la desigualdad en Perú.

Con una carrera que se extiende por décadas, Garatea es considerado una figura clave en la defensa de los derechos humanos en América Latina y el Perú, con una inspiradora historia de la lucha por la justicia y la igualdad. En esta oportunidad, el sacerdote de Sagrados Corazones conversa con nosotros sobre las tensiones que está pasando el país y las oportunidades de lograr un diálogo por la paz para el futuro.

¿Cómo visualiza los diversos conflictos y crisis por las que actualmente está pasando el país?

El país está atravesando un momento muy difícil y complicado, en el que a menudo no sabemos qué opinar. Estamos en constante evolución, y mi perspectiva sobre el cambio por la justicia ya no es la misma que antes. La justicia de darle a cada uno lo que le corresponde es insuficiente. Para mí, la visión de Jesús es distinta, llamándonos a ver a la gente desde una óptica diferente. Debemos valorar a las personas por lo que son, y amarlas por ello.

Estamos en un momento de gran injusticia en un país muy complicado como el Perú. Esta situación es una llamada urgente a la reflexión. Si no reflexionamos rápidamente, nos hundiremos cada vez más en la crisis que estamos atravesando.

Muchas de las personas que se manifiestan en las calles son precisamente las más pobres, ¿Cómo siente esa sensación de injusticia que los mueve?

Es una situación muy dura. Hay personas que se manifiestan porque no reciben su parte justa en la repartición de los bienes. Eso es una verdad que no podemos ignorar. Pero también hay un grupo de sinvergüenzas y vándalos que se aprovechan de estas protestas para obtener beneficios personales, lo que desprestigia todo lo que se está haciendo. Estamos atados de manos en esta situación, porque junto con los manifestantes legítimos, salen a la calle personas que no les importa la causa, solo buscan crear caos. Es una situación complicada, y es lamentable que personas inocentes se vean involucradas en este caos.

Es importante que podamos identificar y aislar a estas personas para que no empañen la lucha de aquellos que buscan una causa justa.

Debemos trabajar en conjunto para abordar las causas subyacentes del descontento social y buscar soluciones justas para todos los ciudadanos y ciudadanas.

¿Cuál cree que es la principal causa del descontento social que lleva a la gente a manifestarse, muchas veces de manera errónea?

La injusticia social es un problema muy antiguo en nuestro país, y es cierto que ha generado un profundo descontento en la sociedad. Sin embargo, es importante analizar las diversas formas en que este descontento se manifiesta. En ocasiones, este malestar legítimo se mezcla con intereses ajenos a la lucha social, lo que puede confundir a la autoridad y a la opinión pública.

Es importante poner orden y diferenciar entre aquellos que buscan una causa justa y aquellos que buscan aprovecharse de la situación para beneficiarse. Creo que, como sociedad, debemos trabajar en conjunto para abordar las causas subyacentes del descontento social y buscar soluciones justas para todos los ciudadanos y ciudadanas.

¿Cuál es su opinión sobre el papel de las fuerzas del orden? Aunque es cierto que hay actos de vandalismo, ¿considera justificada su respuesta?

La formación adecuada de la policía y las fuerzas del orden es esencial para garantizar que su uso de la fuerza sea proporcional y justificado. En algunos casos, la policía ha utilizado la fuerza excesiva contra los manifestantes, lo que ha llevado a graves violaciones de los derechos humanos. Esto es completamente inaceptable.

¿Cree que la violencia policial puede estar agravando las tensiones?

Absolutamente. La violencia policial solo perpetúa la injusticia social, que ha dado lugar a las protestas en primer lugar. Si queremos avanzar hacia una sociedad más justa y pacífica, es fundamental que las fuerzas del orden se mantengan dentro de los límites legales y se enfoquen en proteger los derechos y la seguridad de los ciudadanos; más aún, en situaciones de protesta.

¿Qué opina del número de muertos reportados desde el inicio de las movilizaciones en diciembre?

Primero deben probar esos informes. El Ministerio Público debe tomar cartas en el asunto y esclarecer los hechos. Pero es muy posible que una persona con permiso para usar armas abuse de ese poder.

Puno ha sido uno de los departamentos que más se ha movilizado y que más enfrentamientos ha tenido, al punto de encontrarse actualmente muchos de sus distritos militarizados. Usted, que trabajó tanto tiempo en la Prelatura de Ayaviri, ¿Qué nos puede comentar sobre el descontento de sus habitantes?

Puno es uno de los lugares más marginados y pobres del Perú, donde la gente se siente olvidada y desprotegida. Hay una actitud revanchista que es comprensible por las condiciones en las que viven. No se les puede dar la razón para usar la fuerza como argumento, pero es un problema grave de educación y justicia social. El descontento se debe a muchos factores, incluyendo la pobreza, la falta de alimentos y el alto índice de anemia.

En la región de Puno, el descontento social se ha manifestado en diversos ámbitos, atribuido a factores como la pobreza, la falta de acceso a alimentos básicos y el elevado índice de anemia, entre otros.

Actualmente tenemos un gran problema con el terruqueo, el cual se está usando muchas veces a la ligera. Como miembro de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, ¿usted cree que hay terrorismo? ¿Es lo que estamos viviendo?

No, en realidad no. Existe un pequeño grupo de personas que pueden ser considerados terroristas, pero no podemos decir que estamos amenazados por el terrorismo. Sí hay terroristas en el país, pero son una minoría.

¿Y quiénes son estos terroristas?

En su mayoría, son personas que aprovechan las marchas y las protestas para causar vandalismo, destrozos y robos. Son individuos que buscan causar caos y daño en lugar de luchar por un cambio significativo. Por lo tanto, es importante diferenciar entre los manifestantes pacíficos y aquellos que buscan causar problemas y generar violencia.

¿Cree usted que tanto la policía afectada por el vandalismo, como los manifestantes agredidos por la represión policial, se encuentran afectados por una misma problemática que es la situación política?

Ahí hay una diferencia. En el caso de la policía, se puede hablar de una falta de educación en derechos humanos y de uso excesivo de la fuerza. Es evidente que se necesitan programas de formación que ayuden a sensibilizarlos sobre estos temas importantes.

Sin embargo, no se puede comparar a los policías con terroristas. Respecto a los marchantes, hay que tener en cuenta que las protestas son un derecho ciudadano y la respuesta de la policía debe ser proporcional y con respeto. En ambos casos, el problema principal es la falta de educación y cultura en el uso de la fuerza, pero no se les puede equiparar.

¿Qué opinión tiene acerca del accionar y la respuesta de nuestras autoridades, incluyendo a la actual presidenta Dina Boluarte y su gabinete?

Creo que la situación actual es muy compleja y exige una gran responsabilidad y experiencia en nuestras autoridades. Personalmente, tengo una buena impresión del señor Otárola, a quien considero una persona lúcida y con experiencia en este tipo de situaciones. Sin embargo, no podemos ignorar que el Consejo de Ministros se encuentra ante un problema terrible que requiere soluciones rápidas y efectivas.

En cuanto a Dina Boluarte, creo que es una persona que carece de la experiencia necesaria para esta difícil tarea que se le ha encomendado. La falta de autoridades bien preparadas es un problema que afecta a nuestro país en general, no solo en esta coyuntura.

La situación actual es muy difícil, y requiere de la colaboración y compromiso de todas las autoridades para encontrar soluciones efectivas que permitan restablecer la paz y el bienestar de la población.

La situación actual es muy difícil, y requiere de la colaboración y compromiso de todas las autoridades para encontrar soluciones efectivas que permitan restablecer la paz y el bienestar de la población.

¿Considera que debería haber un cambio de presidente ante la situación actual del país?

No, no lo creo. En este momento, lo que se necesita es hacer todo lo posible para que las autoridades existentes desempeñen su trabajo de manera efectiva. No se trata de cambiar a nadie, sino de asegurarse de que todo funcione correctamente. Además, debemos brindarles apoyo en lugar de buscar reemplazarlos constantemente. No podemos permitirnos vivir en un constante cambio de autoridades.

¿Cómo ve usted el papel de la Iglesia en la situación actual?

La Iglesia siempre tiene una palabra sensata. En momentos de crisis y polarización, la Iglesia debe actuar como mediadora y promotora del diálogo constructivo entre las partes involucradas. Es importante que se escuche la voz de la Iglesia, que haga un llamado a la pacificación y que propicie espacios para el encuentro y la reflexión. Creo que todavía hay un amplio sector de la población que valora y respeta la opinión de la Iglesia. Pero, al mismo tiempo, es necesario que la Iglesia se actualice y se adapte a los nuevos desafíos y realidades que enfrentamos como sociedad. La Iglesia debe estar presente en la vida cotidiana de las personas y ser un agente activo en la construcción de un país más justo y solidario.

Hoy por hoy, ¿es posible generar diálogo entre la población y las autoridades para encontrar un camino de paz?

Sí, definitivamente es posible generar diálogo. Creo que una de las claves para lograrlo es involucrar a las comunidades y a las iglesias en el proceso. Tanto la iglesia católica como las iglesias protestantes pueden jugar un papel importante en la promoción del diálogo y la reconciliación. Es importante que se abra un espacio para que la voz del pueblo sea escuchada y se pueda trabajar juntos en la búsqueda de soluciones pacíficas y sostenibles.

En estos momentos de crisis, es necesario que las autoridades asuman su responsabilidad y muestren un verdadero compromiso con la paz y la justicia. Pero, también, es necesario que la población haga su parte y participe activamente en la construcción de una sociedad más justa y solidaria. Juntos podemos encontrar un camino de paz y reconciliación, pero para ello es fundamental que trabajemos unidos y con una visión compartida hacia el futuro

Otoño 2023


Álvaro Fabián Suárez 

Apostolado de Justicia Social y Ecología

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Álvaro Fabián Suárez
Álvaro Fabián Suárez

Editor de la Revista Intercambio. Periodista y comunicador audiovisual. Bachiller en Periodismo por la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.

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