InstagramFacebookXLinkedIn

Edición Nº 12

La formación social en los colegios jesuitas
27 de abril, 2010

El ideal que marcó el rumbo de la Compañía en los inicios de sus colegios fue la formación integral de sus alumnos vinculando intrínsecamente “virtud y letras”. Formar de manera integral a una persona implica necesariamente considerar su dimensión social, la que incluye como un componente constitutivo no negociable, el compromiso en favor de la justicia y la paz. Varias veces los Padres Generales han abordado este asunto. El P. Arrupe acuñó un lema para nuestros colegios: la formación de “hombres y mujeres para los demás”.

Justicia y paz en nuestro enfoque no hacen referencia a conceptos abstractos. Se materializan en aquellos que más sufren sus consecuencias. La educación de la Compañía no los elude. Al respecto el P. Kolvenbach, cuando visitó el colegio San José de Arequipa en 1998, fue muy claro: A los pobres hay que tomarlos en serio, como Jesús los tomó en serio y les dio sus preferencias. Y si los pobres no pueden siempre acudir a nuestros centros educativos, nuestros centros educativos deben ir a los pobres[i]. Que todo el mundo sepa que ellos son el referente obligado de nuestra educación. Especialmente en un contexto en que los pobres son la mayoría y su número va en aumento. Ellos son parte integrante nuestro proyecto educativo, en busca de una sociedad justa y solidaria, en que desaparezca toda clase de exclusiones”.

El mismo P. Kolvenbach añadió un elemento a la célebre frase del P. Arrupe: “hombres y mujeres para y con los demás, competentes, conscientes, compasivos y comprometidos[ii]”. Fue más allá al establecer la opción por los pobres como criterio de verificación del éxito o fracaso de la educación de la Compañía: Deberíamos exigir a todos nuestros alumnos que usen la opción por los pobres como un criterio, de forma que nunca tomen una decisión importante sin pensar antes cómo puede afectar a los que ocupan el último lugar en la sociedad”.

En la formación social es necesario distinguir la relativa autonomía de dos dimensiones que la integran: formación social propiamente dicha y la participación en experiencias solidarias que manifiestan el fruto adquirido en la formación social. Una persona que no conozca la pobreza y sus causas en un país como el nuestro no puede ser competente pues está ignorando la realidad de casi la mitad de su población. Es tan grave como terminar el colegio sin conocer una regla de tres simple o no saber redactar mínimamente. Un colegio que no brinde estos conocimientos es cómplice de “ignorancia culposa”. El colegio debe pues hacerle conocer esa realidad de la misma manera en que le debe hacer conocer los demás saberes necesarios (matemáticas, historia, química…).

Pero hay otro componente -la solidaridad- que no puede ser impuesto. Podemos y debemos “obligar” a conocer la realidad del país y sus pobres y deseamos hacerlo de tal modo que nuestros alumnos y alumnas se inscriban libremente en proyectos de apoyo solidario. Pero no podemos obligar a nadie a ser solidario, ni bueno…

En la formación social buscamos pues poner a nuestros alumnos en contacto con el mundo de ese gran otro que está ausente físicamente en nuestras aulas: el pobre concreto. No se ama aquello que no se conoce, es por ello que promovemos experiencias que lleven a nuestros alumnos fuera de las fronteras de sus ambientes habituales. Desde pequeñas experiencias tratando de descubrir al otro que está integrado en su mundo (la historia de la familia de aquellos que trabajan para él, la empleada de servicio, el vendedor de periódicos, etc.), los viajes de estudio en los que se presta atención especial a la situación social de la región visitada, la participación en campañas de solidaridad (recolección de ropa, libros, alimentos, etc.), hasta el contacto directo de inmersión en el mundo de los pobres (experiencias de servicio en albergues de niños o ancianos, o a colegios con quienes se establece una relación de hermanamiento). Un lugar destacado lo ocupan las experiencias solidarias de carácter voluntario generalmente en zonas rurales.

A través de estas experiencias debidamente acompañadas de una sana reflexión crítica, se busca formar un corazón generoso y solidario de nuestros alumnos y alumnas para que se sumen a los que construyen el reino de justicia y paz.

--------------------------------

[i] En negrita en el original.
[ii] Las negritas son nuestras

Publicado en abril 2010


Javier Quiros, SJ

Director del colegio jesuita La Inmaculada.

Compartir en:

Recomendado

© 2024, Compañía de Jesús Provincia del Perú
Contacto
Logotipo Jesuitas del Perú