A 40 años de la publicación del libro de Gustavo Gutiérrez, La teología de la liberación, ¿qué sucede con la teología de la liberación? ¿Ha muerto y desaparecido o aún sobrevive?
Intentaré responder esquemáticamente siguiendo la metodología escolástica de Tomás de Aquino en la Suma Teológica: comienza negando la tesis central (videtur quod non) para luego reaccionar y responder positivamente a la pregunta (sed contra).
Ya no estamos en los años 70-80, cayó el muro de Berlín y cayeron las Torres gemelas, ha fracasado el socialismo marxista del Este y estamos ante una nueva coyuntura económica de claro cuño neoliberal. Con la caída del socialismo hemos llegado al final de la historia, vamos a tener siempre más de lo mismo…
Han ido desapareciendo algunas de las figuras más señeras de la teología de la liberación (JL. Segundo, H. Assmann, C. Bravo, I. Ellacuría, R.Muñoz, S. Galilea, J. Comblín…) y no parece haber relevo de una joven generación. Han muerto los llamados Santos Padres de América Latina, obispos ejemplares como Proaño, Helder Cámara, Méndez Arceo, Romero, Angelelli, Mendes de Almeida, Pironio, Landázuri, Samuel Ruiz…
Mientras la primera visita de Juan Pablo II a la Nicaragua sandinista en 1983 estuvo marcada por la dura reprimenda a Ernesto Cardenal y por la negativa papal de rezar por las víctimas de la Contra, la segunda visita en 1996, una vez caído el sandinismo, fue un paseo triunfal, porque, según algún analista, la teología de la liberación ya había muerto.
Las comunidades de base, tan florecientes hace años, se debilitan y los más pobres entre los pobres acuden ahora a los grupos pentecostales. Parece que a los antiguos cristianos por el socialismo han sucedido ahora los cristianos por el pentecostalismo o incluso los cristianos por el budismo… En la posmodernidad se ha pasado de Prometeo a Narciso, de los grandes relatos a los pequeños relatos de la cotidianidad, de la preocupación por la solidaridad y la liberación al cuidado del cuerpo, la sexualidad, la salud y la paz interior. Medellín y la opción de los pobres parecen un sueño anticuado y pasado de moda. Lentamente en América latina se ha transitado del optimismo liberador del Éxodo al desconcierto del Exilio.
La misma curia romana, tan preocupada hasta hace unos años por la teología de la liberación, ahora se interesa mayormente por Asia con la problemática teológica del diálogo inter-religioso y por el relativismo, indiferencia y agnosticismo europeo. Roma está ahora inmersa en problemas internos de las relaciones con los lefebvrianos, los escándalos sexuales, la transparencia económica de sus finanzas y el próximo pontificado…
Parece, pues, que la teología de la liberación ha desaparecido del horizonte, ha muerto, aunque como afirma con humor Gustavo Gutiérrez, a él nadie le ha invitado al entierro...
La actual crisis del capitalismo mundial y el aumento de la pobreza y discriminación parecen indicar que no hemos llegado al final de la historia. La opción por los pobres, núcleo evangélico de la teología de la liberación, es algo evangélico, irrenunciable para los cristianos. Veamos brevemente algunos capítulos que contradicen la afirmación simplista de que la teología de la liberación ha desaparecido.
1. Reafirmación por parte de las Asambleas Episcopales de Santo Domingo (296), y sobre todo de Aparecida, de la urgencia y necesidad de la opción por los pobres, hay todavía más excluidos e insignificantes que años atrás, reducidos a masas sobrantes del sistema (399). Hay nuevos rostros de pobres: migrantes y desplazados, adictodependientes, encarcelados, víctimas del terrorismo, niños de la calle… Por ello se afirma que no se puede hablar de Dios sin hablar de los pobres ya que, como dijo Benedicto XVI en el discurso inaugural de Aparecida, en nuestra fe cristológica está implícita la opción pos los pobres (393). Lo importante no es la teología de la liberación sino el proyecto del Reino y seguir las opciones de Jesús de Nazaret.
2. Extensión y difusión. Las opciones fundamentales de la teología de la liberación han pasado hoy a ser ya patrimonio común de la Iglesia, no sólo latinoamericana sino universal, como lo demuestran las repetidas alusiones de Juan Pablo II a la Iglesia de los pobres (LE 8) y a la opción por los pobres (NMA 51). Es como el terrón de azúcar que desaparece en la taza para endulzar todo el café.
3. Autocrítica. Durante años la teología de la liberación tuvo que defenderse de las acusaciones que le venían tanto de instancias eclesiales como de las políticas. Eran años de martirio cruento e incruento. Ahora se ha iniciado una autocrítica sincera: ¿demasiado voluntarista y paternalista?, ¿riesgo de milenarismo?, ¿confusión entre la fuerza histórica de los pobres y su fuerza teológica?, ¿poca atención a las dimensiones personales y subjetivas de los agentes pastorales y del pueblo pobre?, ¿oscurecimiento del sentido de lo gratuito, de la trascendencia, de la oración y de la experiencia espiritual?, ¿mitificación del pobre y ocultamiento del rostro auténtico de Jesús de Nazaret?, ¿olvido de la escatología?
4. Profundización. La autocrítica ha llevado a una profundización de la teología, a buscar la complementación de la cristología y del seguimiento de Jesús con la pneumatología: el Espíritu quien unge a Jesús para evangelizar a los pobres, el que le impulsa a la misión, el agente de la evangelización y del Reino. El Espíritu es el que da fuerza en la lucha hasta el martirio. Esto implica situar la cristología en un marco trinitario: el Padre es quien nos comunica su vida por Cristo en el Espíritu, una vida que comienza con lo mínimo para todos, especialmente para los pobres pero que culmina en la plenitud de la escatología. La Trinidad es la mejor comunidad y el modelo de toda solidaridad.
5. Diversificación. El análisis socio-analítico ha de completarse con un análisis antropológico, de género, etario, cultural, religioso, ecológico. El pobre tiene rostro, sexo, edad, cultura, religión, relación con la tierra. No sólo de pan vive la humanidad, también de flores, fiesta y esperanza en un mañana mejor. ¿Por qué los pobres se casan, tienen hijos y no se suicidan colectivamente? ¿Por qué son capaces de dar la vida por su pueblo? Los pobres no son solo objeto sino sujeto de su liberación y aunque sean económicamente pobres son portadores de gran sabiduría y humanidad. Las mujeres, los indígenas y afroamericanos no son simplemente el Lumpenproletariat marxista…
6. Paso de estrellas a muchas luminarias. A las grandes figuras de la teología de la liberación, mayormente varones, clérigos, con formación moderna y occidental, suceden hoy unos grupos más populares y menos estelares de laicos, indígenas, jóvenes y sobre todo mujeres que viven y reflexionan su fe desde su identidad. Algo nuevo está naciendo.
7. La Compañía de Jesús también ha ido evolucionando desde la Congregación General 32 (1974-5) en tiempo del P. Arrupe con la opción por la fe y la justicia, a la Congregación General 34 (1995) del tiempo de P. Kolvenbach que añade a la justicia el diálogo con las culturas y las religiones y trata sobre la mujer y la ecología, hasta la Congregación General 35 (2008) en tiempo del P. Nicolás que se abre a las nuevas fronteras. Hay continuidad y progreso.
Conclusión. El grito de Montesinos de hace 500 años en La Española continúa siendo actual “¿Estos no son hombres?, ¿no tienen almas racionales?, ¿no sois obligados a amarlos como a vosotros mismos? (…) Tened por cierto que en el estado que estáis no os podéis más salvar…”
El mensaje de los pobladores de Villa El Salvador a Juan Pablo II en su vista a Perú en 1985 no ha perdido vigencia, aunque hayan cambiado algunas circunstancias:
“Santo Padre, tenemos hambre, sufrimos miseria, nos falta trabajo, estamos enfermos. (…) nuestras esposas gestan en la tuberculosis, nuestros niños mueren, nuestros hijos crecen débiles y sin futuro. Pero a pesar de todo creemos en el Dios de la vida, la vida plena de la naturaleza y de la gracia”.
La opción por los pobres y la teología de la liberación continúan siendo actuales, porque como afirma Casaldáliga: “Todo es relativo, menos Dios y el hambre”.
Víctor Codina, SJ
Teólogo. Docente de la Universidad Católica Boliviana "San Pablo". Instituto Superior de Estudios Teológicos (Bolivia)